DG celebra los 60 de Anne Sofie von Otter

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Se hace difícil creer que Anne Sofie von Otter haya cumplido sesenta años, otra prueba de que el tiempo pasa demasiado rápido. Menos sorprende que DG lo celebre con una caja de diez compactos capitalizando su brillante paso por el sello grabador a fines de los noventa cuando la mezzo sueca tenia carta blanca para registrar cuanto quisiera. En el 2010 con el advenimiento de la crisis de la industria discográfica, la avezada cantante se mudó a un sello “boutique” (Naïve) que le permitiera seguir con sus exploraciones y donde acaba de hacerse con el Grammy: Douce France.

Sin dudas referencial, más que una recopilación en realidad son sólo diez de sus trabajos reunidos en una caja, en vez de una merecida y prolija selección del vasto legado que dejó en DG, donde fue una suerte de artista exclusiva, sin contar con algunas memorables excursiones en ópera y oratorio para Decca, Phillips y EMI. Es una pena que afuera hayan quedado ejemplos de sus imprescindibles Lieder de Schumann, Schubert y Alban Berg con Abbado, un Mahler paradigmático con Gardiner, opulento Berlioz con Levine, Bach y Mozart, las canciones de Beethoven, Gluck, Wolf, Zemlinsky, Britten, Dvorak, Fauré y Hahn con Melvyn Tan, Ralf Gothoni y Bengt Forsberg, aquel primer consagratorio Grieg y el mas reciente trabajo dedicado a los compositores del campo de concentración de Terezin de características francamente históricas. Un disco “extra” con selecciones de Ariodante – su mas vigoroso Handel escénico – es una excelente propina aunque no compensa por la falta de aquella selección personal aparecida en 1998, The Artist Album que abarcó un más amplio y variado espectro con favoritos puntuales de la cantante.

Hechos los debidos reparos del caso, debe recordarse que hacia finales del siglo XX su irrupción en el panorama lírico fue la de un rara-avis, una mezzo clara de inteligencia proverbial que supo aprovechar sus recursos al máximo, sólo en apariencia sin la personalidad avasallante de otras, imponiéndose en virtud de una ductilidad y refinamiento musical excepcionales, jamás amanerados. En un principio vista algo fría e impersonal, después de tres décadas permanece como una artista rigurosa con impecable manejo y cuidado de una voz multifacética unido a un modo único de “decir” su canto. Lo dicho, un rara-avis.

Se dice que un gran actor puede cautivar con sólo leer la guía telefónica y este es el caso de una artista que vuelve interesante aquello que canta y que por su versatilidad idiomática es conocida como la Meryl Streep de las cantantes; su instrumento no tuvo ni tendrá la doliente oscuridad de su ídolo Christa Ludwig, pero es su gusto por cantar lo que la equipara a la gran mezzo berlinesa y otras de igual valía. Ese intuitivo y certero “gout de chant” permitió a la tímida niña del coro del gran Eric Ericson y luego alumna dilecta de Vera Rosza en Londres, abordar con igual facilidad el repertorio temprano, su amado barroco, el Lied romántico, las complejidades contemporáneas e incluso aventurarse a compartir con un público sorprendido su aficción por la musica popular, sea Edith Piaf, Los Beatles o ABBA, llevando en mas de una ocasión al envarado erudito a gozar inesperadamente de un terreno desconocido.

Cuando de auténticos artistas se trata, las revelaciones deben estar a la orden del día; en consecuencia, von Otter ha iluminado repertorios impensados a diferentes sectores del público. Como ejemplo, su fervoroso compromiso con la canción escandinava, desde Grieg y Sibelius a Rangström, Alfven, Larsson y su lejano pariente Gunnar de Frumerie. La caja trae Acuarelas pero omite Alas en la noche, tanto o mas importante. Asimismo, el dedicado a Cecile Chaminade es un justo homenaje a la “primera compositora” francesa. No pueden faltar sus favoritos Lamenti y el sublime álbum de cantatas y arias de Handel con Reinhard Göbel, ni su exquisito Kurt Weill con Gardiner, ni la festiva revalorización de Offenbach desde el Chatelet con Minkowski. El álbum con Elvis Costello funció algunos ceños como era previsible, es una admirable adaptación al micrófono de una cantante lírica puliendo un material valioso con, otra vez, reveladores resultados, así como el inevitable -por una vez original- álbum de Navidad con una colección capaz de convertir al más incrédulo.

No obstante, son los dos compactos dedicados a Lieder los que confirman a la eximia recitalista en el temprano programa Brahms, armado a partir del famoso album Christa Ludwig-Leonard Bernstein y donde aporta la cuota de frescura vocal e interpretativas que le mereció el Grand Prix du disque 1991. Esa limpidez inmaculada no exenta de la justa expresión regresa en el disco Richard Strauss, Alban Berg y Korngold otra vez junto a su compañero insustituible Bengt Forsberg, en uno de sus mejores trabajos discográficos. Al perfecto arco vocal straussiano logrado en Befreit se suma la antológica versión de cámara debida al pianista de la Canción de Marietta de La ciudad muerta que sintetiza todas las virtudes de la cantante en una sola pieza, el resumen de su arte.

Aquel Octavian esencial con el legendario Carlos Kleiber, ágil, andrógino y asopranado tal como quiso Strauss, celebró su cumpleaños trabajando, estrenando una pieza de Peter Eotvos en Nueva York. A los sesenta, mas cuidadosa y atenta que nunca, sigue divirtiéndose con el mas serio de los juegos, aventurándose en el goce de cantar. A un precio irresistible, la edición DG lo celebra en forma. Puro gout de chant, obligatorio.

* ANNE SOFIE VON OTTER, DG 0289 479 4369

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Anne Sofie von Otter y Bengt Forsberg / foto DG

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