Wagner & Miami, una amistad que promete
El concierto organizado por el flamante Miami Wagner Institute marcó la culminación del taller de perfeccionamiento del Miami Summer Music Festival en su tercera edición. Este primer exitoso intento probó que se puede hacer Wagner en Miami, aún en pleno verano, que además ni muerde ni aburre y que hay suficientes interesados a juzgar por la nutrida concurrencia en la sala del New World Center; si pudo haber más debe recalcarse que pocos medios se ocuparon en difundirlo.
A destacar en primer término el admirable rendimiento de la orquesta de estudiantes bajo la dirección de Michael Rossi, infinitamente superior a la del año pasado y que en la primera sección del programa no tuvo empacho en enfrentarse con la Suite de El caballero de la rosa que Richard Strauss pergeñó a raíz del éxito clamoroso de la ópera homónima. Se tuvo una ejecución de notable cohesión con la necesaria cuota de Schmalz aunque a decir verdad, hubiese sido mas apropiada una obertura wagneriana – Tannhäuser, Rienzi o El Holandés Errante – como anticipo a los cantantes.
El desfile de jóvenes intérpretes wagnerianos puestos a punto después de una semana de intenso trabajo por Kathleen Kelly y la soprano Christine Goerke – que regresó a Miami convocada por Rossi después de la sensacional masterclass del año pasado que literalmente originó este proyecto – mostró dedicación, fervor y talento prometedor, mas de uno para no perder de vista. Tal fue el caso de la contralto Rehanna Thelwell con un llamado de Erda – Weiche Wotan Weiche! – de primerísimo nivel. Había iniciado la noche Tracy Cox con un Dich teure Halle de Tannhäuser amplio y caudaloso apenas tirante en los agudos seguido por el Liebestod de Tristan e Isolda a cargo de Rebecca Wilson con un claro enfoque intimista. Dos parejas se turnaron en fragmentos del primer acto de La valquiria siendo los tenores – Brent Turner y Matthew Opitz – quienes acusaron algunos problemas con la tesitura de Siegmund; por su parte el Der Männer Sippe por Jennifer Root resultó el menos caudaloso pero mas trabajado mientras que Elisabeth Rosenberg brindó un Du bist der Lenz resuelto con inobjetable solvencia.
La segunda parte fue la raison d’etre de la noche debido a la participación de Christine Goerke y Alan Held, experimentados Brünnhilde y Wotan en Toronto, Seattle, Chicago, Washington y proximamente en el Metropolitan Opera. Desafortunadamente sólo se presentaron las primeras dos escenas del tercer acto de La valquiria dejando afuera la tercera, fundamental, diálogo entre padre e hija. No obstante, lo presentado reflejó astucia e inteligencia, gracias al director Dan Wallace Miller que lo trató como un gigantesco show multimedia con proyecciones en las pantallas del New World Center y un equipo dinámico, divertido, con ribetes humorísticos, de valquirias en black-leather – cortesía de la Washington Opera – sin contar con el jugoso resumen a cargo de Kathleen Kelly que precalentó al público disponiéndolo de la mejor manera posible. La orquesta supo remontar el compromiso y salir airosa, destacándose el trabajo de los cellos y amén de algunas comprensibles pifias en las trompas. Tracy Cox fue una Sieglinde a la altura de sus famosos colegas, con Goerke a su lado derrochando autoridad y talento además de un estentóreo Alan Held que se adueñó de la escena desde el vamos.
Sin el final del tercer acto, el concierto finalizó algo abruptamente pero, después de los entusiastas bravos, Goerke se reservaba un as en la manga como bis sorpresa: nada menos que el Fliegt ihr Raben!, último tramo de la Inmolación de Brunilda donde dio rienda suelta a un Wagner como hace demasiado tiempo no se escucha en estos lares. Así la gran soprano americana cumplió con su audiencia enmarcada por una orquesta que logró perfilar el glorioso final del Anillo, un logro nada desdeñable.
Porque el próximo año regrese Christine Goerke – artista total, magnética y afortunadamente accesible – y que el Miami Wagner Institute prospere en esta comunidad, porque siga asentándose esta buena (veteranísima) idea de que es posible la buena música en nuestro sofocante verano y por sobre todo, el deseo ferviente que Wagner y Miami sean mas amigos, frecuentándose como deben de una vez y para siempre. Valga entonces el recuerdo del Holandés y La Valquiria en la Florida Grand Opera y sus abortados proyectos de un Tannhäuser y mas recientemente Tristan en la sala nueva del Arsht.
El puntapié inicial fue dado por el MMSF, ahora las compañías locales tienen mas allanado el camino y a juzgar por la reacción de la audiencia, las condiciones están dadas. Enhorabuena o mejor en «wagneriano»: Hoyotoho!
INFORMACIÓN:
Calendario del Miami Music Summer Festival