Theo Adam, cae el último roble
No tenía una voz bella, había un rasgo salvaje y aterrador en su inconfundible, caudalosa sonoridad que contrastaba con una presencia tan inmensa como afable. A sus 92 años, su desaparición señala la… Sigue leyendo
No tenía una voz bella, había un rasgo salvaje y aterrador en su inconfundible, caudalosa sonoridad que contrastaba con una presencia tan inmensa como afable. A sus 92 años, su desaparición señala la… Sigue leyendo