Aunque Marina se vista de seda



La impredecible/previsible Marina Abramovic soñaba un teatro repleto con dos mil espectadores para el estreno de su multimedia “opera-proyect”(sic) Las 7 muertes de Maria Callas en la Opera Estatal de Baviera en Munich pero, por obra y gracia de la pandemia, acabaron siendo apenas doscientas las «víctimas» conminadas a presenciar este soporífero engendro pergeñado por la artista conceptual en cuestión.

Pobre Maria a merced de quienes lucran en su nombre. No basta con imitaciones fallidas, perversos hologramas, documentales supuestamente veraces y un maremagnum de suposiciones que alimentan el mito. Uno que es leyenda por derecho propio gracias a la experiencia que provoca su voz; «La Divina» no necesitó mas que su expresión, musicalidad y timbre inconfundible, hasta podría decirse que ni siquiera su imagen. No hay reemplazo posible y toda evocación por bienintencionada que sea no deja de despertar sospechas mas allá de la infinita admiración que pueda motivar su persona de trágicos ribetes.

Síntoma de decadencia también es desgaste y falta de creatividad, de ahi que el negocio del arte actual condene a reinvenciones, apropiaciones y mentadas “intervenciones” valiéndose esta vez de la soprano grecoamericana. Sin derecho a réplica, Maria tampoco puede escapar a la manipulación de su legado, un legado que no necesita de nadie, menos aún de Marina Abramovic imaginando(se) la última noche de Maria en cama, abandonada por Onassis en su apartamento parisino. Postrada, inmóvil, Abramovic la “sueña” (o se sueña) en siete sueños que serán siete arias – las de Violetta Valéry, Tosca, Desdemona, Cio-Cio-San, Carmen, Lucia y Norma –  representando siete muertes porque “las mujeres siempre mueren en las óperas”(sic). Entre arias, un pequeño video ensayo del artista Nabil Elderkin relatado por la monocromática voz de la serbia queriendo hermanarse con la difunta “ambas sagitarianas, ambas emocionales y porque su vida se parece a la mia, en la muerte y en el corazón destrozado ”(sic) enmarcado por un pasticcio musical creado por su compatriota Marko Nikodijevič  que dirige Yoel Gamzou a obedientes instrumentistas en el venerable foso de la ópera bávara. Las cantantes a cargo de cada aria, Adela Zaharía, Leah Hoawkins, Selene Zanetti, Lauren Fagan, Kiandra Howarth, Hera Park y Nadezha Karyazina, sin querer ni poder equipararse a Callas, cumplen con solvencia siendo lo mas rescatable de este suplicio salido del mas banal MTV, tampoco olvidar la inexplicable presencia del actor William Dafoe como «el amante».
Aburrido, insulso, enervante e intrascendente son algunos de los calificativos aplicables a este interminable ejercicio onanista fruto del nihilismo de su perpetradora que no sólo tira nombres como autómata aletargada  ‘….Luchino, Pier Paolo, Zeffirelli, Lenny, Von Karajan, Serafin, Elvira, Franco, Giancarlo, Giovanni, Ari … soy yo. Oh, Ari, soy yo…’ sino que emerge enfundada en lamé dorado mimando una Casta Diva de karaoke después de haber atravesado cuchillos, espadas, nubes, fuego y pitones. La conclusión llega como alivio, la dama se retira enfilando hacia una críptica eternidad después de romper un jarrón y las siete cantantes devenidas mucamas entran a ordenar el bellísimo decorado de Ann Schöttl que pudo servir perfectamente al primer acto de El caballero de la rosa de Strauss.

Ni flor ni fruto, este estéril, costoso emprendimiento visitará varias casas líricas (era de esperar) como otra encarnación más del cuento Las ropas del emperador, uno que se viene presenciando incontables veces en diferentes formas y ámbitos. Ni medium, ni vestal, ni mensajera, ni transferencia, ni tributo, ni nada, sino la inexpresividad de Abramovic dejando al teatro de ópera mas vacío, mas huérfano, máxime cuando se trata del primer espectáculo post-pandemia. Después de meses de ayuno, aquellos famélicos por un opíparo banquete artístico no hallarán nutrición alguna en este despropósito literalmente infantil disfrazado de pieza de arte total. En resumen, cuesta no tentarse y parafrasear el refrán Aunque Marina se vista de Maria, Marina queda mientras invita a refugiarse veloz y desesperadamente en Callas: canto genuino que no necesita aditamentos ni maquillaje, «The Real Thing».

* “7 Deaths of Maria Callas” en Staatsoper.TV, BR-Klassik Concert y Arte Concert

https://www.arte.tv/en/videos/099197-000-A/the-7-deaths-of-maria-callas/