Sir John Barbirolli, evocado por James Judd
A raiz de la monumental edición WARNER de grabaciones de Sir John Barbirolli (1899-1970) – 46 compositores en 109 compactos – seguida por la edición SONY conmemorando medio siglo de su desaparición, su colega y compatriota James Judd recuerda al legendario director mientras aguarda el momento de regresar a las dos orquestas a su cargo, la Filarmónica de Eslovaquia y la Filarmónica de Daejeon en Corea del Sur. Con veneración y humildad, el creador del exitoso Miami Music Project – e inolvidable regente de la añorada Filarmónica de Florida – evoca al maestro a quien une no sólo la dirección orquestal -y dicho sea de paso, la condición de Mahlerianos y Elgarianos natos- sino anecdotario de sus inicios y la vida musical en el Londres de fines de los años sesenta.
Sir John decia que los grandes directores nacen, no se hacen…
Quiero pensar que se referia a los grandes de veras! Sir John era un director nato con una avasalladora pasión por la música. Estudió violín y luego cello, tocó en la London Symphony para el estreno del Concierto para cello de Elgar dirigido por el compositor en 1919, incluso fue el solista con la Bournemouth Orchestra en 1921. Vivió inmerso en música, dirigía desde su tiempo en la armada, luego formó su orquesta de cuerdas y el resto es historia. No obstante, su modo de dirigir evocaba el canto del cello que llevaba desde y para siempre impreso, esa irrefutable autenticidad e intuición certera influenció a los jóvenes Mehta, Abbado, Barenboim y Carlos Kleiber, por mencionar sólo a los mas notables.
Esa influencia del «canto» del cello, que compartió con el también cellista Toscanini, se advierte en sus grabaciones de ópera?
Absolutamente. Tenia un don natural para respirar con los vientos y maderas, sobreentendido en el caso de las cuerdas. Y ésta cualidad no sólo impregna su Mahler o Sibelius sino también su famoso registro de Madama Butterfly con Renata Scotto, en su Otello y su Requiem de Verdi. Como anécdota, de adolescente canté en el coro durante uno de esos Requiem en el Albert Hall bajo su batuta. Una experiencia indescriptible que me marcó para siempre. Empapados en el espíritu de cada obra, si bien poseían una técnica que me atrevo a decir «simple», el fuerte de grandes directores como él y los de su era residía en una comunicatividad y generosidad que iban mas allá de todo, se hacian uno con los músicos, literalmente, los abrazaban.
Esa técnica es hoy mas complicada?
Hoy debe ser enseñada porque se abarca mas, hay que enfrentar partituras muy arduas como por ejemplo las contemporáneas que tienen patrones rítmicos muy precisos. Es otra clase de técnica que a veces, desafortunadamente, puede terminar siendo un fin en si misma. Los músicos necesitan claridad gestual para ejecutar obras contemporáneas de gran complejidad pero al mismo tiempo, en el repertorio clásico y romántico esto puede ser contraproducente. El caso es que en Barbirolli prima la invitación a entrar en su propio universo, imaginando, visualizando una obra, como ejemplo un Elgar y sus recuerdos personales de Elgar, lo que no requiere tanta técnica sino el don de combinar inteligencia, espiritualidad y emoción para plasmar el alma de la música. A medida que pasan los años más me fascina el trabajo de colosos como Furtwängler, Toscanini, Barbirolli, Boult o Kubelik, observar cómo manejando las orquestas con una técnica aparentemente simple obtenían ensembles sofisticados. Barbirolli sólo hacia música a su manera y asi hizo hasta su muerte, muy emocional, dando el todo por el todo. En algún sentido, era como Leonard Bernstein. Se podía argumentar que a veces era indulgente pero si llegaba a serlo nunca lo era sin razones válidas; jamás rutinario ni blando, siempre vivo, vibrante, diferente.
El tajante Cockney solía decir “me adoran o les repugno”
Un rasgo típico! Era severo consigo mismo a pesar de su lógico inmenso ego. Murió un día antes que George Szell, un director que en cambio solía intimidar a sus músicos. Aún era la orquesta “de Szell” cuando fui asistente de Lorin Maazel en Cleveland, recuerdo que le tenían pánico pero lo adoraban y cuando murió, lo extrañaban muchísimo. Barbirolli era diametralmente opuesto, era siempre el mismo, arriba o abajo del podio, ambos hacían maravillas desde perspectivas opuestas. Uno mas férreo y minucioso, el otro mas suelto e inspirado, los dos extraordinarios.[nota: Warner conmemora a Szell con una caja proximamente]
Cómo definiría el «sello» Barbirolli?
Honestidad y corazón, y un compromiso apasionado con el material sin importarle la opinión ajena. Música honesta e íntegra como resultado y un sonido único, personal, que nada tenía que ver con, por ejemplo, la posterior manipulación en grabaciones, aunque Barbirolli, como luego Bernstein, trabajaba con los ingenieros de sonido en equipo. En mi época de estudiante, aquellos conciertos con Barbirolli y Bernstein en el Festival Hall, me dejaban en éxtasis durante días, experiencias inolvidables, como debe ser. Aún recuerdo detalles mínimos, tal era el impacto. Eran comunicadores natos. Si se tenía una mente abierta era inevitable no sucumbir a su influencia. Luego tuve la suerte de conocerlo gracias a una de mis maestras en Trinity College [n:donde también había estudiado Barbirolli] que sabía de mi fervorosa admiración, fui invitado a un ensayo de la Quinta de Mahler y él me invitó a la grabación a la que me asomé tímido y deslumbrado.
Los dos comparten una larga asociación con la Orquesta Halle de Manchester, usted incluso grabó la Primera Sinfonía de Elgar con la orquesta.
El maestro llegó a Manchester a reconstruir la orquesta en 1943 desde la Filarmónica de Nueva York, donde sucedió a Toscanini en 1937. La Halle fue su artífice y criatura dilecta hasta su muerte en 1970. Las anécdotas de las audiciones son legendarias. En la década del noventa grabamos e hice giras europeas con la orquesta y fui muy amigo del manager, que habia sido la mano derecha del maestro. Gracias a él, “heredé” su piano Bechstein por gentileza de Lady Barbirolli con la única condición de no barnizarlo para no borrar la mancha de whisky que una vez Sir John habia derramado.
Cómo iniciarse en Barbirolli?
Depende del repertorio. La segunda de Sibelius con NYP es de una ferocidad inaudita, diferente a posteriores grabaciones (Londres, Halle, etc), asimismo su Mahler conllevan una intensidad y lirismo únicos. Podría recomendar obras menos conocidas como el estudio sinfónico Falstaff de Elgar y el bellisimo Walk to the Paradise Garden de Delius, un compositor injustamente olvidado. Desde ya, su famosa Sexta de Mahler, en el registro de estudio y el paradigmático en vivo, en Albert Hall, que presencié y del que aún recuerdo momentos irrepetibles, como el mas exquisito rubato y el solo del corno inglés en el primer movimiento tan soberbio como irrepetible. Se está frente a Mahler como manifiesto personal de Barbirolli.
Y eso que fue un Mahleriano que llegó tarde a Mahler y del que prefería su Novena...
Y gracias a la insistencia del crítico Neville Cardus que logró motivarlo diciéndole que parecían compuestas para el. Se sumergió en ellas e interpretó todas menos la Octava. Los mahlerianos amamos cada sinfonía como amamos a un hijo pero la Novena es algo especial, son los eventos de toda una vida, es una obra que resume y requiere todo.
Aparte de los ineludibles Elgar como el Concierto para cello con Jacqueline DuPre y las Sea Pictures con Janet Baker, cual elegiría como “Desert Island Disc” del director?
Podría ser The Dream of Gerontius pero me decido por la Segunda Sinfonía de Elgar y tengo un motivo, Barbirolli aseveró que había sido una experiencia mágica, el final es literalmente su testamento, está todo allí.
En estos tiempos, cual es la lección de un Barbirolli?
La lección es agradecer la existencia de estas grabaciones comprobando que esa manera genuina de hacer música existió, nos permite reconciliarnos, elevarnos y alejarnos de la locura de este mundo de mentiras que vivimos. Solíamos preocuparnos por la amenaza de la superficialidad y el materialismo desbocado; ahora eso sería un lujo viendo el caos causado deliberadamente por algunos líderes. Personajes a los que les está vedado apreciar o valorar el poder de la música, que envenenan nuestras vidas sin saber que la música es el mejor antídoto. Esa es la lección.
información de la edición completa:
SIR JOHN BARBIROLLI – THE COMPLETE WARNER RECORDINGS