FGO: «cuando el rio suena, ópera trae…»

 

No es novedad todo lo que el cine le debe a la ópera y que en última instancia, no deja de ser otra faceta del loable intento por lograr aquella obra de arte total que reúna a todas. Desde ese lugar donde compositores como Puccini y Korngold se despiden del género -caso Turandot o La ciudad muerta– a la pantalla grande hay sólo un paso. Con Florencia en el Amazonas, la primera ópera del malogrado Daniel Catán (1949-2011) que estrenó para Miami la Florida Grand Opera, sucede lo contrario. Es una suerte de devolución, donde el cine inspira a la ópera y entonces, vale recordar que Catán también compuso la contraparte lírica Il Postino de la película del mismo nombre. En ambas composiciones, cine y ópera se entrelazan hasta no distinguirse uno del otro. Esa parece ser la intención de la puesta de Jose Maria Condemi con escenografia de Phillip Lienau, videos de Aaron Rhyne, luces de Kenneth Yunker y vestuario de Elizabeth Poindexter. En la impactante, colorida – por momentos, quizá a drede rayana en el kitsch – puesta originada en la Ópera de Colorado el movimiento impera, corre como el inmenso rio que se encrespa tempestuoso o que encrespa a los navegantes al instalarse como agobiante calma chicha.

Las imágenes se suceden provocando la ilusión óptica del movimiento de El Dorado, ese barco que lleva a sus pasajeros a ver en el gran teatro de Manaos el regreso de la célebre hija de esa ciudad, Florencia Grimaldi, diva inasible, misteriosa y que anónima se encuentra entre ellos. Las vicisitudes y contratiempos de la travesía desatarán un viaje al interior de cada personaje que arribará cambiado de alguna u otra manera.

La evocación es el arma principal esgrimida por Catán quien no teme ser derivativo y jugar artesanalmente con todos los elementos que lo inspiran. Aquí y allá asoman ecos cinematográficos de Y la nave va de Fellini o del Fitzcarraldo de Herzog así como citas musicales de Korngold, Ravel, Britten, Puccini – sin olvidar a sus «parientes» veristas – y hasta el Bartok de El castillo de Barba Azul y por qué no Show Boat en el coro inicial. El resultado es una ópera neoclásica, accesible y mutifacética, donde la partitura orquestal supera en hondura, complejidad y sutileza a la vocal, la que no obstante exhibe jugoso material.

Primer encargo en español de una casa de ópera estadounidense, esta opera-prima del compositor mexicano sobrevive gallardamente en el repertorio norteamericano desde su estreno, hace veintidós años en Houston. La receta es una sagaz reunión de elementos que combinan diversos factores, del norte y el sur de las dos Américas, del pasado glorioso de la ópera italiana y el gusto por lo tradicional de las audiencias líricas, el cruce de culturas sin contar con las vagas alusiones e implicaciones al mentado realismo mágico que funciona como excusa en el texto de Marcela Fuentes Berain. En dos actos, el primero emerge mas sólido y prometedor que el segundo donde inconsistencias de libreto conspiran en la resolución de la pieza.

En esta ocasión, el notable trabajo de Catán se vió jerarquizado por Ramón Tebar al frente de su orquesta, a estas alturas hay que rendirse ante la evidencia que el ensamble de FGO rinde tanto mejor bajo su dirección. El valenciano logró que primara la transparencia en una masa orquestal densa y homogénea enfatizando colores exóticos y texturas sedosas; experto en matices, minucioso en acentos, Tebar hizo que el ensemble reflejara la opulencia de la foresta impenetrable convirtiéndose en la gran protagonista de la velada inaugural.

La otra estrella fue la soprano portorriqueña Ana Maria Martínez quien compuso una Florencia de alto nivel, es un personaje que le sienta perfectamente a sus medios vocales y que coronó con pianisimos impecables, recordando la esencia del papel anclado en las postrimerías del siglo XIX. Un punto por debajo, el resto del elenco se desempeñó con eficacia, en especial Cecilia Violetta López como su admiradora y biógrafa Rosalba (papel que Martínez cantó en Houston en el 2002) y Andrew Bidlack como Arcadio.

Integrantes del programa de Jóvenes Artistas de FGO, Mariya Kaganskaya y William Lee Bryan cumplieron como la pareja Paula y Alvaro (suerte de Musseta y Rodolfo de la historia) al igual que Rafael Porto como el Capitán. Por su parte, Steven LaBrie en su doble asignación de Riolobo y espíritu del rio impactó con su estampa y sonoridad.

Último título de la temporada lírica, Florencia en el Amazonas es un espectáculo digno de verse, visualmente atrapador y musicalmente envolvente donde orquesta y protagonista llevan las de ganar.

 

Viernes 4 y Sábado 5 de mayo en el Adrienne Arsht Center, Miami

información Florencia en el Amazonas en FGO