Art Basel Miami & Compañía, show de refranes

Robert Lonog - Ferguson

Robert Longo – Ferguson

Es el momento fatal en el que se comprende el posible error de haber emprendido el viaje, sea cruce de mar, continente o a la esquina. El instante en que asaltan los para qué y por qué, acompañado de ese vértigo tan conocido. Una vez en el baile se baila con la resignación que disfraza el viaje, un viaje para el que los miamenses no tienen siquiera que viajar porque todo sucede en casa, una casa literalmente tomada por extraños. Es el momento en que en plena feria Art Basel, sólo hablan de cómo se las ingeniaron para llegar o cuánto les tomó estacionar. Un tema si bien pedestre, fundamental y que incluye invocaciones y milagros varios. La pesadilla del tránsito (nunca peor y prioridad innegable para las autoridades por las consecuencias que puede acarrear) ocupa indefectiblemente el primer tramo de toda conversación cuando no los precios desmesurados en referencia a ArtBasel y Compañía, léase las ferias satélites que ocupan cada predio disponible y las hay hasta en la playa.

La semana de las ferias de arte bajo el ala de la omnipotente Mutti suiza es un espectáculo, un auténtico carnaval con infaltables cenizas y diamantes y, como toda semana circense, no deja de tener un sabor agridulce. Una semana que incita a un divertido juego de refranes que vienen como anillo al dedo. Nunca mejor cabida para “A rio revuelto ganancia de pescadores”, “No se le pueden pedir peras al olmo” o “No todo lo que brilla es oro”, apenas tres para recordar y aplicar a cada instante porque ArtBasel son varios mundos, de hecho, dos (y no estaría demás aquella inefable clasificación de Landrú, los GCU y los GCE: Gente Como Uno y Gente Como Ellos). Un microcosmos espejo de la actualidad que se palpa en ArtBasel propiamente dicho y las demás. Cada una encarna un universo, jugueterías de lujo para grandes – cuanto mas ricos, mejor – donde el juguete mas deseado es un perrazo de Koons. Supermercados colosales que convencen que el arte es la inversión mas segura y en consecuencia, sea como sea hay que salir mostrando el carrito lleno. Desnuda una patética pirámide de castas que reconfirma lo poco que hemos avanzado como especie; la condición humana pescada in fraganti y no por eso menos feliz.

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Y como hoy por hoy todos son artistas por inalienable derecho propio, hasta el zoológico humano que atesta sus pasillos reflejan lo que cada uno se cree o pretende ser. Es un ejercicio de narcisismo tan fascinante como contagioso del que es difícil salir indemne. Cualquier crítica – objetiva, ácida, feroz o constructiva – se ve con recelo provinciano, con el olor del enemigo acérrimo, viéndose reducida (en demasiados casos) al parámetro de pomposos parte de prensa, adornados como artículos que moldean, definen y apuntan a víctimas señaladas. El publicista reemplaza al crítico, que se pregunta donde quedó el rigor. Instagram y Facebook gobiernan, dejan huellas en una arena virtual.

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Urs Fischer – Pequeña Lluvia

En la metrópoli Miami Beach-Miami, ArtBasel (e hijas) encontraron la horma de su zapato, está diseñada para un tipo de fauna que llegó a conquistarla y donde tantos se ilusionan cada año ante la llegada de los príncipes azules que los redimirán de su estado cenicienta. Se preparan, entrenan, sacan a relucir sus talentos y si no los tienen, los inventan. La movida se llama Baseling – en criollo, Baseleando – después de trece ediciones consecutivas y cada vez mas exitosa no deja de hartar incluso aburrir sin contar con su desfile de quienes quieren ver todo y al final por mera saturación, no ven nada. Algunos coinciden en que si se han visto tres o cuatro, no hay nada nuevo bajo el sol. No es novedad que hay público que sólo va a ArtBasel, otro prefiere sólo Art Miami. Lo cierto es que en la feria de vanidades ninguno quiere o se atreve a bajar del caballo; arribismo y oportunismo van de la mano evocando el ascenso de la ciudad Mahagonny. Y en esa vorágine agotadora, Marina Abramovic propone moverse en una cámara tan lenta que el movimiento sea imperceptible. La paradoja de detenerse, mirar y ver. Es la única receta para evaluar una alerta sabia tan necesitada hasta para comprar una obra de arte aunque la consigna sea, señoras y señores pasen, vean y compren.

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Y a todo esto, el arte?. Bien gracias, o no tanto. En este contexto Art Basel se yergue soberana madre severa, millonaria, calculadora, impoluta, pulcra y sanitizada de la rancia Mittel-Europa. Es un gigantesco bloque de alto nivel para alto nivel adquisitvo. El mascarón de proa lo integran las grandes galerías tradicionales que continuan brindando tesoros vedados al que no viaja. Y esto ya es un raro privilegio, aunque este año se vean obras repetidas en las clásicas Landau, Acquavella, Gmurzynska, Hirsch and Adler (magníficos mini shows de Fairfield Porter y Charles Burchfield), Thomas de Munich, MaryAnne Martin (siempre con Gerzsos de antología), Sur de Montevideo, Malborough y otras presentes que garantizan calidad a toda prueba. Juda muestra casi una individual de David Hockney fresco y encantador; aquí y allá memorables Anselm Kiefer, Milton Ivory y un impecable gabinete de Robert Wilson con Lady Gaga en movimiento amén de un Baryshnikov penitente como San Sebastián flechado. Los artistas exhibidos son miles, por eso resulta bienvenida la nueva sección Survey con visiones mas homogéneas donde sobresale Michelle Stuart y sus asombrosos grafitos. Y en este renglón, es imposible no mencionar al excepcional Robert Longo con trabajos estremecedores de impactante actualidad y ejecución ni la instalación Small Rain de Urs Fischer, significativa lluvia de paltas con ansias de letales meteoritos. 

Gerhard Richter - Terminus - Art Miami

Gerhard Richter – Terminus – Art Miami

Las otras 23 – si, veintitrés – ferias son definitivamente mas desparejas. Algunas ya conocidas por su bajo nivel no merecen visitarse, otras continúan levantándolo. Art Miami es la principal rival de la suiza y la opción mas accesible en algunos sentidos aunque en la presente edición, su selección y disposición, abigarramiento de obras acabaron por deslucirla. Mas allá de obra importante – dos mínimos Gerhard Richter en Terminus, joyitas solitarias – y galerías como Durban Segnini, Leon Tovar o Wetterling, siempre impecables, este año sumó Art Context, una propuesta interesante bien ejecutada y con excelentes perspectivas de crecimiento – en Beatriz Esguerra, un hallazgo el iraní Hadi Tabatabai con una exquisitez geométrica de rotunda espiritualidad – así como la mas pequeña PINTA que marcó la necesitada presencia latinoamericana, importante aporte de los cinéticos y geométricos amén de alguna desprolijidad de último momento. Calle de por medio la amplitud bienvenida de Miami Project. Sobre la playa, Untitled le ganó de lejos a una Scope declinante. Se equivocó Pulse que cambió el tradicional Ice Palace por una playa fuera de circuito mientras que Acqua y Nada quedaron para la próxima.

En ambas márgenes, Miami y Miami Beach, las instalaciones y el arte conceptual pierden presencia, lo digital asciende, el kitsch y la figuración presentes y lo geométrico sea cinético o pop y puramente decorativo está vivito y coleando, asi como la gráfica y la fotografía cuyo impacto es destacable. En ultima instancia, ArtBasel e hijas no deja de ser un agotador ejercicio a la caza del tesoro oculto. Agotador y con suerte, exitoso.  

Michelle Stuart - Art Miami

Michelle Stuart – Art Miami

Y a todo esto, los artistas?. Ladrillos de una casa cuyo techo puede volarse con el próximo huracán, o volatilizarse en el momento menos pensado, miran, curiosean, toman nota, intentan y algunos participan. Los locales tratan de insertarse como pueden en una corriente que los llevará lejos al imaginado paraíso, otros entusiastas o mas modestos se conforman con mucho menos o hacen la vista gorda, duele menos porque el cuento de la lechera y el cántaro merodea.

En un polémico artículo del NYT se hacía un balance poco favorable al reducido impacto artístico que ha tenido en la ciudad el advenimiento de ArtBasel, una docena de años que si bien no ha florecido como se esperaba – o se soñaba –  trajo una moda por colecciones privadas que disfrazadas de museos van creando un innegable polo de atracción.  Amén del ejemplar edificio del flamante PAMM, ostentando 300,000 visitantes en su primer año, parecería cobrar forma un eje uniendo proyectos de diversa índole e interés. Las colecciones Rubbell, Margulies, CIFO – con un espléndido show abstracto – y De la Cruz se suman a otras que verán concreción en breve, la mas notoria el ICA originada en la escisión del MOCA y el YoungArts campus remozado por Frank Gehry. Con el proyecto de Gary Nader y su museo LAAM ya no es descabellado imaginar una sucesión de pequeños museos privados en el Boulevard Biscayne, engalanando una avenida hasta hace poco famosa por motivos no precisamente artísticos. Así el Design District combinará bien á la Miami museos con Fendi, Dior y Louis Vuitton mientras en la otra orilla amenaza el Alan Faena y su propio Art District.

Inevitablemente, los zares del dinero arriban con su carga seductora imponiendo sus designios, erigiéndose en benefactores no sin obvios beneficios; las torres de apartamentos se elevan inexorables en una ciudad que carece de la infraestructura necesaria y no sabe lo que le espera, todo vale gracias a la inyección revitalizadora y anestesiante del glamour combinado con turismo a mansalva. Y a Miami no deja de encantarle, como le encantan los graffitis pintados en Wynwood por ejércitos que hasta último momento pintarrajean un barrio feo de por sí hasta que duelen los ojos de indigestión visual. Tampoco importa, pronto la picota dará cuenta del trabajo minucioso de estos improvisados Michelangelos. De hecho, la muerte a manos de la policía del grafitero de 18 años Israel Fernández en agosto del 2013 dio la nota discordante con manifestaciones que cerraron el tránsito en pleno Wynwood y otros puntos neurálgicos, la tensión actual no es ajena a Miami. Para tomar nota. 

Quizás podría aprovecharse tanto terreno baldío para construir un gran centro de exposiciones en la zona (con suficiente estacionamiento) que rivalizara con el anticuado de Miami Beach que, dicho sea de paso, comenzará a renovarse en el 2016, otra pesadilla que viene. Es la vida en el trópico, si no es un huracán, es el ingobernable desarrollo inmobiliario o algún otro urticante detalle.

El PAMM, notable adición al paisaje cultural de Miami

El PAMM, notable adición al paisaje cultural de Miami

El humor negro es la única escapatoria que alumbra facetas en esta suerte de risueña diatriba anual pero, mas allá de adelantos y retrocesos, el balance es altamente positivo para la otrora abuelita durmiente junto al mar. Enhorabuena, la ciudad le toma el gusto al viento artístico, algunas semillas –  buenas o dañinas – germinan; por diversión o moda, se acude a ver de que se trata el tan mentado arte, y eso vale mucho cuando todo en el planeta parece abocarse a favorecer la total banalidad. Poco a poco se aleja el mote despectivo de Miami ciudad de marmol (mar+mall) para cambiar a mar-mall-art, no será ideal pero, es un paso adelante. En todo caso y para terminar con los refranes del título; si  «No hay mal que por bien no venga», sería hora que «lo bueno si breve dos veces bueno» permitiera imaginar un ArtBasel celebrándose como bienal. La ciudad podría prepararse tanto mejor y la expectativa le ganaría a la rutina. Ya se sabe, es imposible… y «a las palabras se las lleva el viento».

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Robert Wilson – Lady Gaga Mademoiselle Caroline RIviere – Galeria Thomas Schulte, Berlin

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