Nabucco, cuando la tercera es la vencida
Sumido en la depresión más absoluta después del inicial Oberto, con el fracaso a cuestas de Un giorno di regno y la muerte de su joven esposa Margherita y de sus dos hijitos, Verdi consideró abandonar la música. No era para menos. Pero la suerte intervino, se hizo presente en la frase «la tercera es la vencida» y la tarea de constatarlo corrió por cuenta de Bartolome Merelli, empresario del Teatro alla Scala, que logró convencer al músico a enfrentarse a componer aunque fuese una sola ópera mas. Ese intento dio por resultado Nabucco, y bien podría traer a colación el final de un poema de Borges “El camino es fatal como la flecha. Pero en las grietas, está Dios que acecha”. Como caída del cielo, la épica bíblica del exilio hebreo en Babilonia fue esa grieta luminosa que allanó el camino hacia la consagración definitiva y que por sobre todo, acabó con la mala racha que lo acosaba.
Hija del dolor, Nabucco marcó nuevos rumbos musicales y teatrales, anunció una incipiente madurez sobre las convenciones del melodrama italiano de la época y estableció al hijo de Busseto como heredero de la tradición belcantista representada por Bellini, Donizetti y Rossini. En el rol titular se afianzó el ejemplo de “barítono verdiano”, poseedor de una voz noble, plena, fácil de reconocer como tan difícil de encontrar. En su “hija”, la ambiciosa esclava Abigaille, recogió el cetro dejado por Bellini en Norma para crear una heroína ingrata desde todo punto de vista, incluso el vocal, tan difícil que inició el ocaso de la famosa Giuseppina Strepponi, que pronto sería su inseparable compañera y luego, segunda esposa. En ese insólito duelo protagónico de barítono y soprano se vislumbra también el venidero Macbeth y su pérfida Lady, aunque Abigaille resulte dramáticamente unidimensional frente a la compleja criatura de Shakespeare; mientras que en Zaccaria, el sumo sacerdote hebreo, se halle no sólo el necesario contrapeso sino la continuación del Moisés de Rossini.
Más allá de los tres personajes – y la pareja formada por Fenena, hija legítima del rey babilónico enamorada del hebreo Ismaele-, el innegable protagonista de la ópera es el coro, constante presencia escénica que hace las veces de catalizador y comentador de la acción centrada en el amor, el exilio, la locura, la sed de poder, la venganza y el patriotismo. Esta voz del pueblo alcanzará su apoteosis en Va pensiero, literalmente apropiado por los milaneses como himno contra la opresión austrohúngara y que, en definitiva, será el himno no oficial de los italianos amén de sobrecogedor adiós espontáneo en el funeral del compositor. En el contexto del Risorgimiento, vale recordar que si bien Va pensiero se acostumbra como bis en la actualidad durante representaciones excepcionales, históricamente fue el coro final Immenso Jehová el que en realidad fue repetido el día del estreno escalígero de 1842.
Ni en escena ni en grabaciones ha sido fácil hacerle justicia. Con altos y bajos, los Nabucco del veterano Tito Gobbi, Ettore Bastianini, Matteo Manuguerra, Piero Capuccilli o el mas intelectual Renato Bruson y sus contemporáneos Juan Pons y en especial Leo Nucci han marcado estándares tanto vocales como interpretativos. En cuanto a Abigaille, papel cantado sólo tres veces por una feroz Maria Callas de 26 años en el San Carlo de Nápoles en 1949, marcó el principio del fin para Elena Suliotis y Anita Cerquetti siendo abordado en escena por voces tan disímiles como las de Amy Shuard, Lauren Flanigan, Leonie Rysanek, Grace Bumbry, Cristina Deutekom, Julia Varady y en la famosa grabación “come scritto” de Riccardo Muti por una intrépida Renata Scotto, que iluminó facetas vedadas a voces inmensas que ocupadas en Turandots «matizan» con alguna que otra Abigaille, aunque salir de las brasas signifique caer en el fuego.
Si en la década del ochenta, la búlgara Ghena Dimitrova reinó como fiero exponente del personaje, en los últimos tiempos la Abigaille de rigor ha sido la diva ucraniana Maria Guleghina, cuya presencia y voz imponentes despiertan sobrado interés ante su próximo debut con la Florida Grand Opera este sábado 25. La rodea un elenco que combina sazonados intérpretes y jóvenes artistas como Mabel Ledo, Martin Nusspaumer, Adam Lau, Jouvanca Jean-Baptiste además de Kevin Short como Zaccarias y Darío Solari alternando en el rol titular con Nelson Martínez en una producción firmada por Thaddeus Strassberger perteneciente a la Opera Nacional de Washington que retrotrae a las puestas de la época del estreno en su colorida recreación del orientalismo mediante el uso de telones en la técnica del tromp l’oeil. Last but not least, Susan Neves – que grabó el papel con Riccardo Frizza – alternará con Guleghina disputándose la supremacía de Abigaille. En el mejor de los casos, valdrá la pena verla dos veces.
A cargo de la dirección musical, el maestro Ramón Tebar comenta sobre el trabajo de concertación entre foso y escena que implica y que ha tentado a colegas del calibre del mencionado Muti, Fernando Previtali, Giuseppe Sinopoli y James Levine «Estamos frente a la primera gran obra maestra de Verdi, un título extremadamente apropiado para una ciudad como Miami, al ser esta una opera que trata del pueblo judío, y sobre el exilio. Siendo estos dos pueblos, el judío y el cubano parte tan importante de la comunidad del Sur de Florida, creo que el tema de la opera y mas aún, el famoso coro «Va, pensiero» tendrá un significado mucho mas especial de los que nos identificamos con sus palabras.
Por otra parte, me enorgullece poder contar con el debut en los papeles principales en FGO de varios artistas locales de gran talento, como los cantantes cubanos Nelson Martinez como Nabucco y Mabel Ledo como Fenena. En total tendremos cinco cantantes hispanos en esta produccion, con Dario Solari como el otro Nabucco, el uruguayo Martin Nausspaumer como Ismaele, y Betsy Diaz como Anna. Además, a no olvidar que tenemos dos de las mejores Abigaille de las últimas generaciones, Maria Guleghina, con quien ya he compartido escenario en el pasado y ha cantado este rol el los principales teatros del mundo, y Susan Neves, quien ha representado este papel en mas de 200 ocasiones. Será un Nabucco muy especial.»
Gracias a su espectacularidad escénica y vocal, Nabucco es un buen título para introducir nuevo público al género lírico. Quien escribe estas líneas lo dice con conocimiento de causa: después de dos decepcionantes incursiones al Teatro Colón de Buenos Aires, Nabucco ratificó que la tercera es la vencida. El impacto coral y escénico del coliseo porteño – y del aún majestuoso Cornell MacNeil, uno de los grandes Nabuccos de todos los tiempos– dejaron una impronta imborrable en el ávido adolescente de entonces convertido gracias a la magia de Verdi. De ahí en más, cada Nabucco marca un añorado regreso a las fuentes no sólo verdianas sino personales.
* NABUCCO, FLORIDA GRAND OPERA, 25 DE ENERO AL 8 DE FEBRERO
http://tickets.fgo.org/Tickets/EventDetails.aspx?id=1075