Sarah Willis, tan imparable como irresistible
Estén prevenidos. Conocer a Sarah Willis puede provocar un severo ataque de optimismo con irreversibles consecuencias. El mas evidente es hacerse adicto instantáneo a la buena música. Porque Sarah es mucho mas que la cornista de la célebre Filarmónica de Berlín – soñado puesto que obtuvo en 2001 convirtiéndose en la primera mujer de la orquesta en la sección metales – es una ciudadana del mundo en pleno siglo XXI. Es imposible encasillarla, definirla y seguirle el tren porque literalmente no se detiene. Y por si esto fuera poco, es una figura mediática que lleva la antorcha de la buena música dondequiera que va con miles, quizás millones de seguidores.
Sarah nació en Maryland pero pasó su infancia entre Tokyo, Moscú y Londres donde estudió un instrumento tradicionalmente “para hombres” mudándose a Berlín en 1991 donde reside desde entonces. Allí pasó de no sólo de la orquesta de la Berlin Staatskapelle – la famosa ópera Unter den Linden dirigida por Daniel Barenboim – a la legendaria filarmónica sino que también se ha convertido en su vocera a través del internet desde el BPh Digital Concert Hall y de la Deutsche Welle – la «BBC» alemana -con su programa Sarah’s Music, una serie de apasionantes segmentos (originalmente iban a ser sólo seis y terminaron siendo mas de noventa) tanto para el neófito como para el conocedor que exploran todos los rincones de la música y desde todos los rincones del planeta llámese Berlin como Noruega, Australia como California, Israel como Lucerna, La Habana como Miami.
Precisamente es en Miami Beach donde Sarah estuvo brindando entrenamiento y clases magistrales a los jóvenes de la New World Symphony, la academia orquestal americana que tiene la buena costumbre de invitar los mejores del oficio para fortuna de sus alumnos. “Me encanta venir a Miami en esta época mientras mi familia y colegas se congelan en el norte” – cuenta con desarmante sencillez – “cuando estoy por estas latitudes llevo a cabo varios emprendimientos. También estuve enseñando en La Habana donde la infraestructura es muy deficiente pero el entusiasmo de los músicos por mejorar estándares es asombroso tan asombroso como lo bien que tocan con instrumentos francamente precarios. Pasé mi cumpleaños allí y pedí música como obsequio, la respuesta fue maravillosa. Regresaré como regreso a la New World Symphony donde los estándares son altísimos. Es un lujo para un maestro que los alumnos tengan tal nivel de excelencia y flexibilidad, no dan trabajo sino sólo placer. Adoro la visión de NWS de enseñarles tanto más que el instrumento sino completarlos como personas para enfrentar la carrera, para el mundo, para la vida”.

En la New World Symphony de Miami Beach con Michael Tilson Thomas como sorpresa de la sesión con becarios y niños.
“La educación musical es mi otra pasión y uso todos los elementos posibles a mano, sean nuevas plataformas y todas las redes sociales» – continua entusiasta – «Alcanzo público general y muchos, muchísimos músicos, mi programa en la Deutsche Welle llega a todas partes aunque en muchos países de Asia y Africa no hay acceso directo a conciertos en vivo, y no hay substituto para eso pero, plataformas como el BP Digital Hall alcanzan millones».
Basta aventurarse en youtube para encontrarla en duelo instrumental con Wynton Marsalis o Arturo Sandoval, conversando con John Adams, Placido Domingo o Peter Sellars, cocinando con Donald Runnicles, y la interminable lista de celebridades sigue con Thomas Hampson, Ian Bostridge, el Danish String Quartet, John Eliot Gardiner, Sol Gabetta, Daniil Trifonov….
«Aterricé en Berlin muy joven y obtuve el puesto en la ópera donde me enamoré del género – vale recordar que cantantes como Fritz Wunderlich, Evelyn Lear y Klaus Florian Vogt fueron inicialmente cornistas – luego llegó la Filarmónica y ahora con Kiril Petrenko estamos fascinados, amamos sus ideas y su modo de trabajo; es el director del siglo XXI y estoy feliz de seguir formando parte del ensamble».
«He sido muy afortunada y recibí mucha ayuda» – reflexiona luminosa – «es mi turno ahora el llevar el mensaje de la música clásica a las nuevas generaciones. Tocando o enseñando, la música toma todo mi tiempo, trabajo las 24 horas del día rodeada de gente fantástica, me siento en casa en el mundo, algo que aprendí de mi padre que era corresponsal extranjero. No pudo ver todo esto pero estaría orgulloso de mi, de él heredé mi amor por comunicarme con la gente, por explorar, por no descansar nunca. No tengo familia pero tengo familia en todas partes, me siento apreciada y querida».
«Cada vez que llegó a una ciudad convoco a todos los cornistas, tocamos con los niños que quedan fascinados, es curioso pero algunos me ven como si fuera una estrella pop y luego tocamos todos juntos. Es una fiesta. Lo hago por todo el mundo, en Juilliard School junté ochenta. Hace unos años en Los Angeles hicimos un flash-mob con 327 cornos, fue espectacular hasta que llegó la policía preguntando por el responsable. Era yo. Nunca sabremos el efecto de los flash-mobs pero todo lo que podamos hacer para difundir la buena música debe hacerse, la gente sonríe, se relaja, recuerda el instrumento, si en un futuro compra un boleto para un concierto es impredecible. No es nuestra tarea. Nuestra misión es plantar aunque no sepamos qué planta germinará».
Lo cierto es que Sarah con su carga de frescura, entusiasmo, alegría contagiosa y talento a todo vapor es un modelo del músico del siglo XXI y su ejemplo debe germinar. Brava.
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