Don «Karlos» desde Salzburgo en DVD

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Aunque resulte una obviedad no está mal recordar una y otra vez la magnificencia desplegada por Verdi en Don Carlo, ópera con la que el Festival de Salzburgo celebró el bicentenario del compositor. Ópera verdiana hasta el tuetano, opera que desde todo ángulo es punto de encuentro y cruce de caminos estilísticos, musicales, políticos, religiosos y, por supuesto, de pasiones encontradas; ópera que además clama por un reparto estelar  y que en esta época pobre en voces verdianas representa un desafío mayor. No obstante, Don Carlo ha sido llevada al disco y al DVD exitosamente, con las máximas casas líricas disputándose la supremacía tanto como la sumatoria de estrellas del canto sobre un mismo escenario.

Con la ilustre Filarmónica de Viena en el foso; el inmenso, inabarcable escenario del festival ha visto grandiosas escenificaciones como la de Schneider-Siemsen de la “era Karajan” y la más polémica del desaparecido Wernicke en 1998. Para el bicentenario le llega el turno al veterano Peter Stein con una puesta funcional pero sencilla al extremo para audiencias acostumbradas al oropel zeffirelliano o el detalle viscontiano. Su economía de medios y los decorados de Wögerbauer – parcos, lineales, en instancias peligrosamente precarios contrastan con el opulento vestuario de Heinrich tomado del Ticiano, Verones y Velazquez – acusan muy diferente suerte a través de una obra tan extensa, hay escenas donde quita el impacto necesario y en otras logra rivalizar con el dramatismo de la música. Formal y efectiva para algunos, poco imaginativa e insulsa para muchos, la puesta cumple con su función decorativa y no entorpece ni agrega el despropósito que tantos, y mas en Salzburgo, están cansados de ver. Stein construye postales, austeras plazas visuales y en el minucioso fluir de sus actores cantantes los hace creíbles y pocas veces tan vulnerables y humanos.

Antonio Pappano – es su tercer DVD de esta Grand-Opera – y la filarmónica vienesa son los artífices del fresco sonoro que invade el Grosses Festspielhaus, un fresco de riqueza incontestable, teatralidad plena, gran estilo verdiano y sonoridad casi wagneriana, como la que se le reprocho a Verdi en su momento. A su primera  entrada con la versión francesa del Chatelet siguió la de Covent Garden y ahora ésta que en italiano utiliza la versión original en cinco actos del estreno parisino de 1867 menos el ballet del primer acto. Absolutamente espléndida, la orquesta crea el marco ideal para cinco (mejor dicho, seis) protagónicos que en etapas muy diferentes de sus carreras – y por ende sacando partido de la experiencia al convertir falencias en virtudes – dan lo mejor de sí: dos americanos, dos alemanes, una rusa y un finlandés para una ópera italiana que estrenada en París sobre un drama aleman transcurre en España… casos y cosas de ópera.

La elección del veteranísimo Matti Salminen como Filippo podria ser cuestionable, no lo es su trabajo. Quizá el canto del cisne para el referencial Hagen finés, el suyo es un rey tan vencido como su voz aún inmensa, seca, emocionante en la escena del gabinete donde ya no es el monarca sino un pobre anciano insomne, acorralado por la vida y la muerte. Cargando esas tintas con vívida expresividad, Eric Halfvarson (otro Hagen a su altura) evoca a un Francis Bacon implacable en su función de temible inquisidor. A dos décadas de su primer Rodrigo, Thomas Hampson vuelve a entregar un retrato redondo de Posa, obviamente experimentado, nobleza y expresividad unidos a un físico y actuación ideales. Algo menos feliz es la notable Eboli de Ekaterina Semenchuk, en la línea sucesora de otras famosas Ebolis rusas, cuyo impetuoso caudal vocal – impactante como se debe en O don fatale – no condice con una actuación por momentos demasiado convencional en comparacion al resto de sus colegas.

Por ese motivo, a su lado brilla aún más la soberana Elisabetta de Anja Harteros en una asunción inolvidable. La soprano muniquesa combina un timbre esmaltado, riquísimo que enfatiza su expresividad natural con inmaculado vocalismo y perfecto physique du role; aquí no hay faceta sin trabajar y su reina se ubica cómodamente junto a los mejores exponentes del pasado. Su contraparte es la razón de la peregrinación de muchos a Salzburgo, Jonas Kaufmann, demás está decirlo, estrella absoluta del momento que no da lugar a decepciones, al menos, por ahora. A la par de su compatriota, es un infante de España heroico, arrebatado, indeciso, juvenil, atormentado; Kaufmann es un tenor que habita el Don Karlos de  Schiller  tal como lo hace con el Werther de Goethe, con un instinto teatral admirable.A la hora de comparaciones, si vocalmente no posee el bronce mediterraneo del joven Domingo – referencial en la grabación igualmente referencial de Giulini –su inteligencia musical y escénica, seguridad y entrega echan por tierra cualquier reparo. Harteros y Kaufmann conforman una pareja deslumbrante que va creciendo a medida que avanza la ópera y que en el último acto adquiere visos antológicos. Completa el elenco el Tebaldo de Maria Celeng y el Carlos V de otro veterano, nada menos que Robert Lloyd y por supuesto, el siempre bienvenido coro de la opera vienesa.

En síntesis, una versión que refleja los estándards actuales con interpretaciones de notables a excepcionales, tan excepcionales como la orquesta y su director, Antonio Pappano. Recomendado.

* VERDI, DON CARLO, PAPPANO, DVD SONY 88843005769