Florez, fulgor mediterráneo iluminando Mozart
Como primera entrega en su nueva casa discográfica, Juan Diego Florez trae una propuesta fuerte y hasta novedosa para sus seguidores, el bueno viejo y querido Mozart. Es una movida astuta y reconfortante que habla de madurez artística mostrándolo, además, en absoluta plenitud vocal. Atrás parecen haber quedado algunos personajes que deberá reincorporar en un futuro no muy lejano – como Werther, Romeo y el Duque de Mantua – y que no se avenían totalmente a sus medios.
Es un proyecto largamente acariciado por el tenor que llega en el momento justo y uno de esos recitales atípicos en los que se aprecia un artista abordando con especial devoción material con el que no se lo asocia en primera instancia. Así el público puede escucharlo y compararlo, mal inevitable de estos tiempos, con gigantes como Nicolai Gedda, Alfredo Kraus, Fritz Wunderlich, tenores que matizaron o alternaron su repertorio con sabias dosis nutritivas del genio de Salzburgo. Mas cercanos está el mismísimo Pavarotti y rossinianos de alto rango como Rockwell Blake, Francisco Araiza, Gösta Winbergh, Raúl Giménez y Gregory Kunde. Y debe decirse que Florez hace un trabajo óptimo, a la misma altura, especialmente en los últimos trabajos mozartianos, en personajes como Don Ottavio, Tito y Belmonte.
Belcantista nato y deslumbrante rossiniano, el repertorio mozartiano tiene consabidos peligros obvios y agazapados; afortunadamente alerta, Florez lo tiene en cuenta a toda hora abarcando todos los períodos del compositor, desde el joven Mozart que a los 19 compuso la heroica aria de Il re pastore al último de Zauberflöte y Clemenza. Desde el barroco tardío al clásico, combina ambas facetas según explica en el folleto adjunto, el puramente virtuoso al apasionado y profundamente humano. Florez despliega el vocalismo atlético que acostumbra al maduro, mas introspectivo, en todo caso con excelente resultado.
El obviamente esperado Fuor del mar de Idomeneo es apenas el menos indicado, amén de estar resuelto impecablemente, la voz es demasiado bella y redonda. Interesa mucho mas en alemán, donde sorprende y conquista sin vuelta de hoja. El aria de Tamino es una auténtica delicia, de una liviandad bienvenida, así como el Ich baue ganz de Belmonte del Rapto en el serrallo, plena de escollos que Florez despacha con pasmosa precisión y naturalidad exhibiendo un luminoso metal apropiadísimo y que no deja de evocar al mejor Wunderlich. No cabe mejor elogio.
Un aura amorosa de Cosí fan tutte y las dos arias de Don Ottavio – Il mio tesoro y Dalla sua pace – del Don Giovanni están cantadas divinamente, no hay otro calificativo; inmaculado legato e imaginación interpretativa en tres momentos fundamentales de la literatura mozartiana que han sido muy transitados y donde Florez no desentona, sino que aporta una visión fresca y moderna, en absoluto tediosa o rutinaria. Quizá lo mas fascinante sean las arias de Tito donde la expresión y virtuosismo van noblemente de la mano, el tenor exhibe una línea de canto bellísima en Del piú sublime soglio y su habitual dominio de ornamentaciones en Se all’impero amici dei, curiosamente una de las primeras que aprendió en el conservatorio limeño a los 17 años.
Para el final el curioso recitativo y aria de concierto Misero o sogno que Mozart compuso para su amigo el tenor Adamberger en 1783 y que definitivamente preanuncia el Fidelio beethoveniano en su explosiva combinación clásica con anticipado romanticismo.
La Orquesta Scintilla es otra preclara elección, lo acompaña con la transparencia, urgencia y enfoque historicamente informado que emana en todo el recital bajo la batuta de Riccardo Minasi. En síntesis, la dupla Mozart-Florez funciona, lo demuestra este trabajo que aúna vertientes y resulta exitosa excursión a un territorio que el cantante se debía a si mismo, a sus admiradores y a todos. Recomendado.
* MOZART, FLOREZ, MINASI SONY, 88985430862