Los dos tenores: Kunde y Calleja

 

 

 
Dos compactos reconfortantes por dos tenores de valía, uno cercano al cenit de una carrera que viene construyendo con cuidado, otro en un ocaso que no es tal sino un auténtico, y fructífero, “Indian Summer”: Joseph Calleja y Gregory Kunde responsables de estos registros operísticos para Decca.
 
Que el disco del veterano Kunde lleve como título Vinceró! – obvia referencia al Nessun Dorma de Turandot – es por demás significativo. Sobreviviente de cáncer, el gran tenor rossiniano de los ochenta y noventa supo reinventarse en un caso para los anales de la lírica. De la flexible coloratura belcantista al heroísmo de Berlioz y el Verdi maduro, sin olvidar el verismo, hay un salto al vacío que Kunde allanó con arrojo, gracia y nobleza sin par. El único tenor que cantó ambos Otellos (Rossini y Verdi) en una temporada aquí explora su repertorio actual en dieciséis arias abordándolas con un canto de rasgos excepcionales. A sus jóvenes sesenta y dos años la voz suena madura, apenas cansada en pocas instancias, inmensa, rutilante, sentando cátedra de estilo, frescura y permanencia. Es inevitable el recuerdo de su maestro el gran Alfredo Kraus – referencia innegable del cantante – y la gallardía del mejor Corelli, la combinación es imbatible sumada a dicción, soltura y dechado de estilo frutos de larga experiencia. 
 
Si el repertorio es trillado aquí vale la pena regresar a estas grandes arias y asombrarse con un tenor jugándose el todo por el todo, eludiendo la rutina, como si fuera por una vez y para siempre, en última instancia, como debe ser. Deleita con un Donna non vidi mai que redescubre, acariciando cada nota con evidente placer, asimismo deben apreciarse los matices cromáticos, la robustez del grave, la intención en cada frase, la importancia de la palabra, el saber y asimilación que se adivina detrás de cada una. Kunde prueba que aún se puede iluminar E lucevan le stelle o Ah si ben mio así como un O tu che in seno agl´angeli pleno de ensoñación. El cuidado con que se esmera vale destacarse tanto como su abandono al cantar. Un recital en más de un sentido antológico para los tiempos que corren.
 
Un cuarto de siglo mas joven, el tenor maltés prosigue sin prisa y sin pausa una carrera muy bien promocionada pero no en demasía, signo de sana cautela. En su cuarto compacto para Decca aborda Verdi, el mas demandante, el de Radames, Alvaro, Manrico y sobre todo el inalcanzable Otello. Los resultados son excelentes aunque sin dejar de aconsejar la prudencia para uno de los tenores mas notables aparecidos en el último tiempo, poseedor de un timbre personalísimo, bien conocido como “antiguo” y esto no alude a lo que podría ser un tremolo caprino. Su mayor virtud es el respeto estilístico, la asimilación de los modelos (en su caso Carlo Bergonzi, el gran tenor lírico que supo crecer hacia un repertorio dramático sin dañarse) y un lirismo contagioso que invade al registro.
 
Ha crecido Calleja como intérprete y como voz, más robusta sin perder esmalte ni agudos que emergen rutilantes. Su fuerte siguen siendo los personajes mas líricos, Manrico y Don Carlo en duo con el eficaz Vittorio Vitelli. Deslumbra en el morendo del Celeste Aída tal como pidió Verdi, hazaña casi imposible para todo tenor. Pero lo mas arriesgado y atrayente del compacto son los fragmentos de Otello donde hace una composición destacadísima a la que aún le falta un peligroso, por ahora poco aconsejable, bautismo escénico a esta altura de su carrera. Graciosamente acompañado por Angela Gheorghiu, el Gia nella notte densa marca un buen comienzo. Vocalmente impecable, hay momentos de gran belleza tímbrica, honesto en la aproximación al personaje, su Otello revela una importante asunción en ciernes.
 
Desde el foso, un tácito tercer héroe es Ramón Tebar dirigiendo ambos compactos. No sólo resulta un acompañamiento de lujo sino que es colega ejemplar que los deja cantar, valga la expresión, abandonarse o tomarse su tiempo según lo necesiten. El valenciano cincela con cuidado exquisito las frases verdianas aplicando una sutil paleta poco habitual hoy día, los cellos en Otello y el clarinete en Forza son prueba cabal, así como ardiente dramatismo en los momentos indicados resultando en un trabajo redondo y escrupulosamente detallado. Tanto la Orquesta de la Comunidad Valenciana en el caso de Calleja como la de Navarra con Kunde le responden magníficamente. Recomendados.
 
(JOSEPH CALLEJA, VERDI; GREGORY KUNDE, VINCERO, DECCA)