La culpa la tuvo Ofelia

 

«Ser o no ser» es la premisa obvia de todo Hamlet que se precie de tal y en este sentido, la adaptación de Ambroise Thomas del clásico de Shakespeare ha sido denostada con sobrados motivos. Lejos de las aproximaciones verdianas al Bardo – Macbeth, Otello y Falstaff – o su contemporáneo Franco Faccio con Amleto de 1865, la grand-opera de Thomas se estrenó apenas tres años después de la hoy ignota italiana como derivado shakesperiano donde a diferencia del original, al final el príncipe de Dinamarca es coronado sin contar con que la desdichada Ofelia es ascendida a protagonista en una vuelta de tuerca típicamente operística. Para la anécdota, la separa sólo un año del Romeo y Julieta de Gounod, antecedida por la sinfonía dramática de Berlioz (1839) y la ópera de Bellini Capuletos y Montescos (1830). Desde el Falstaff de Salieri a Otto Nicolai y Vaughan Williams, Shakespeare es eterno manantial de inspiración tal como prueba el reciente Hamlet de Brett Dean en Glyndebourne, tanto mas fiel al Cisne. 

 

Harriet Smithson, Ophelia

Si la culpa de todo la tuvo Harriet Smithson, la célebre Ofelia irlandesa que en 1827 enloqueció a Paris y sobretodo a Berlioz, fue Alexandre Dumas que hechizado por la actriz pergeñó esta adaptación base del libreto operístico de Carré y Barbier, donde el personaje adquiere inusitado protagonismo y que sirvió a divas como Christina Nilsson – para quien fue compuesta – Marcella Sembrich, Emma Calvé, Nellie Melba y Amelita Galli-Curci. Pero, con la llegada del siglo XX el fulgor se apagó y la ópera desapareció de los escenarios – sólo la extenuante escena de la locura quedó como caballito de batalla de grandes belcantistas como Callas y Sills hasta Gruberova y Damrau – siendo resucitada en 1984 para lucimiento de una veterana Joan Sutherland junto a Sherrill Milnes rodeada por un elenco ilustre. El nuevo siglo trajo la revalorización de esta bella partitura con la aparición de notables intérpretes que supieron reverdecer sus laureles. Primero la grabación señera de Almeida con Thomas Hampson y June Anderson (y un elenco que incluyó a Samuel Ramey; Gregory Kunde  y Denyce Graves) y luego la filmación del Liceo barcelonés con Simon Keenlyside y Natalie Dessay dirigida por Bertrand de Billy (amén de otra excelente con Hampson y Dessay en Paris dirigida por Plasson) que la reposicionaron en el mapa lírico internacional.

Si tanto Hampson como Keenlyside podrían verse como los precursores Olivier y Gielgud de este romántico Hamlet lírico, deslumbra el joven Stéphane Degout como sensacional príncipe en una actuación consagratoria de esta puesta aggiornada de Cyril Teste para la Opera-Comique parisina, especializada en revivir joyitas galas olvidadas. Teste planta este Hamlet en la actualidad, directo, sin excesos, en ropa de calle, usa videos, pantallas y todo el teatro, hay personajes sentados en la platea haciendo partícipe a la audiencia de que “algo está podrido en Dinamarca”…así la vigencia del Bardo es tan indiscutible como inquietante. Pleno de detalles dignos de verse, Teste plasma una puesta novedosa, simple y elegante, mas cerebral y menos romántica.

Al soberbio Degout – actor cantante de primera línea, idiomático, impecable, torturado, ejemplar en la Chanson bachique “Ô vin, dissipe la tristesse”– se le une equiparándolo la extraordinaria Sabine Devieilhe, la joven que ha sabido recoger el cetro dejado por Natalie Dessay. Actriz nata con un aire a Tilda Swinton, es una virtuosa espectacular que compone una Ofelia inolvidable tan memorable como su final acuático “Doute de la lumière” en un sobrecogedor video a la manera de Bill Viola.

La pareja Gertrude-Claudius bien servida por Laurent Alvaro y Sylvie Brunet-Grupposo, ésta algo rígida en los agudos, y un brillante Laertes por Julien Behr, otro nombre para recordar. Los secundan Jérôme Varnier – impresionante como el Espectro – Kevin Amiel, Yoann Dubruque, Nicolas Legoux y el coro Les éléments. La exquisita Orchestre des Champs-Élysées bajo Louis Langrée, fiel adalid de esta ópera, es el otro pilar de esta recomendable entrega que pone otra vez de manifiesto la atemporalidad de Shakespeare por mas que haya sido “adaptado a la francesa” hace siglo y medio en honor de una temperamental actriz llegada de las islas británicas para enamorar a los parisinos.

*THOMAS, HAMLET, LANGREE, NAXOS DVD2.110640