Noche de fulgores

No es exageración afirmar que el flamante compacto Noche Perpetua es una literal iluminación desde todo punto de vista. En primer término porque aborda un repertorio poco frecuentado que hará las delicias del amante de  la música temprana; por si esto fuera poco es el primer registro comercial de un nombre que viene cosechando notorios éxitos en el continente europeo, la mezzo francesa Lucile Richardot y si a eso se suma el estupendo Ensemble Correspondances dirigido por Sébastien Daucé se tiene una edición para no dejar pasar por alto.

El olvidado mundo de los compositores británicos activos entre John Dowland (1563-1626) y Henry Purcell (1659-1695) son la inspiración para este bello programa de canciones inglesas, arias y escenas dramáticas acompañadas por teorba, violines, violas da gamba, flauta, guitarras, clavecín y órgano. En esta imaginaria noche perpetua, plena de amores demorados, insomnio, desesperación y una aurora que no llega o que por el contrario se antoja demasiado urgente, se manifiestan las breves y sustanciosas composiciones de John Banister, Robert Ramsey, Nicholas Lanier, John Jenkins, William Webb, John Blow, Matthew Locke, John Coprario, John Hilton y William Lawes más el When Orpheus sang de Purcell que completa la entrega.

El resultado de esta exploración a territorios ignotos es un fascinante trabajo en delicados estratos que va hilando un tapiz de claroscuros en el mas estricto sentido, una suerte de palimpsesto donde cobran forma las angustias y pasiones de Caravaggio, Georges de la Tour y contemporáneos; las sombras, penumbras y fogonazos de la música iluminan el legado de una era revelando la influencia de la corte de Versailles en el desarrollo de la música de la Casa Estuardo. En 1610, el hijo de Jacobo I, su directo sucesor Príncipe Enrique de Gales importó músicos para despuntar una nueva era en la corte. El arte de la declamación cantada, las nacientes ópera y ballet se abrían paso en las islas, aunque en inglés, la influencia europea no tarda en asomar con fuerte impronta. Pese a que Henry murió apenas dos años después, su legado prosperó en su hermano Carlos próximo a convertirse en Carlos I de Inglaterra.

Rodeada por un equipo formidable, el instrumento de Lucile Richardot impacta sin vuelta de hoja. Por momentos es un contratenor de agilidad exquisita, en otros es una mezzo e incluso contralto. La cantante formada
en la Maitrise de Notre Dame parisina despierta admiración en el repertorio temprano, barroco y contemporáneo; de hecho, abordará Berlioz en la próxima visita de la Orquesta Romántica y Revolucionaria de Sir John Eliot Gardiner a Carnegie Hall. No obstante, deben nombrarse a las sopranos Caroline Weynants y Elodie Fonnard, al tenor Davy Cornillot y el bajo Nicolas Brooymans que enmarcan soberbiamente la labor de la cantante.

Optima toma sonora y presentación, con un texto tan conciso como imprescindible de Peter Holman contribuyen  a redondear una edición de rara calidad para deleite de dias y noches. Recomendado.

PERPETUAL NIGHT, ENSEMBLE CORRESPONDANCES, DAUCE, HARMONIA MUNDI HMM 902269