Amit Peled y Alon Goldstein, dúo dinámico

Alon Golstein y Amit Peled

La actuación del cellista Amit Peled con Alon Goldstein al piano trajo una brisa renovada a los  Sundays Afternoon of Music que desde hace 30 años capitanea la infatigable Doreen Marx. Los intérpretes de origen israelí hicieron gala de virtuosismo y notable solidez interpretativa en un programa ecléctico y bien concebido que salió de la rutina incluso por el enfoque desacartonado de ambos músicos que propició preguntas y respuestas al finalizar el concierto.

Dos románticos del siglo XIX, Schumann y Beethoven, fueron espléndido marco para la sección central del recital dedicada al siglo XX. Una lectura vibrante de las Cinco fantasías para cello y piano de Robert Schumann abrió el fuego para ser seguida por From Jewish Life de Ernest Bloch donde Peled convenció con la elocuencia de su cello moderno, de sonoridad llamativamente rica y profunda, desplegando el exacto lirismo  y  honda emoción.

En el extenso solo integrado por once piezas de naturaleza disímil, Alon Goldstein fue intérprete cabal de Musica Ricercata de Gyorgy Ligeti. En la minuciosa recreación de los diferentes universos y estados de ánimo propuestos por el compositor húngaro, en la implacable tesitura y exigencias técnicas y, en última instancia, en la búsqueda implícita aludida en el título – con su tributo extra a Bartók y Frescobaldi – Goldstein logró el efecto deseado.

Otro tanto hizo Peled con las Cinco piezas sobre temas populares del georgiano Sulkhan Tsintsadze. De corte accesible y seductor encierran dificultades técnicas que el cellista abordó con pasmosa seguridad demostrando una especial afinidad por esta obra compuesta para el gran Daniil Shafran en 1953.

Como cierre, la tercera sonata de Beethoven, favorita entre los intérpretes porque, a diferencia de las anteriores, provee mayor oportunidad de lucimiento a los dos instrumentos. Se apreció una versión vehemente pero equilibrada en todo sentido donde ambos músicos brillaron en perfecta concordancia. La amplia exposición del tema inicial reafirmó la calidez y nobleza del cellista seguido por el impecable desempeño de su compañero, sacándose chispas en el endiablado Scherzo.

El largo de la Sonata para chelo y piano de Chopin – según explicó Peled, en tributo al último deseo pedido a Paul Tortelier por el moribundo Arthur Rubinstein – sirvió de introspectivo y gratificante bis que marcó la emotiva conclusión a una tarde camarística de primerísimo nivel ☼

Sebastian Spreng©