Perseverante Butterfly

La soprano brasileña Daniella Carvalho

Miami encierra sorpresas y el ámbito musical tampoco está exento. Se trate de peces grandes o pequeños, aquellos que logran sobrevivir en estas aguas son renovada causa de asombro. En este renglón se inscribe la Miami Lyric Opera, la modesta compañía fundada por el veterano tenor italiano Raffaelle Cardone que acaba de finalizar su octava temporada consecutiva. Presentándose en diferentes salas, cada año ofrece un manojo de títulos populares del repertorio no por convencionales menos ambiciosos. Los medios son escasos y el esfuerzo se evidencia a cada tramo; pros y contras saltan a la vista pero la perseverancia y dedicación de su creador y equipo merecen atención y reconocimiento.

Haciendo honor a la inveterada tradición-pasión competitiva de la ópera que la emparenta con la deportiva; Cardone no se amilana con los títulos que escoge para medirse con sus colegas mayores (incluídas las transmisiones del mismísimo Met) a fin de ofrecer su personal enfoque y estilo.  El último fin de semana fue el turno de la geisha de Puccini – emprendimiento tanto más difícil de lo que aparenta – en el escenario del Colony Theater en Miami Beach. La audiencia curiosa y entusiasta ratificó el respaldo con que cuenta y además, la avidez por el género lírico en una época del año carente de opciones.

Los intérpretes de los cuatro roles principales constituyeron el aporte mas significativo de la velada. Daniella Carvalho abordó el arduo titular con la mayor cuota de liviandad posible adecuándolo a su instrumento esencialmente lírico; la soprano carioca supo graduar su fortaleza para llegar cómoda al final. De buena estampa y sólida vocalmente, amén de tirantez en el extremo agudo, fue creciendo en intensidad vocal e interpretativa hasta redondear una digna Cio-Cio-San. Fue muy bien secundada por la Suzuki de la mezzo costarricense Emilia Acon. Menos eficaz fue el Pinkerton de Raymundo Antomarchi, de agradable timbre, cómodo en el registro medio aunque precario en los agudos, tuvo rígido desempeño escénico. La actuación del barítono Graham Fandrei fue la más satisfactoria del cuarteto. Prestó a su bello timbre una emisión pareja, redonda y natural para crear un Sharpless convicente al que sumó el adecuado physique du role. Un nombre para tener en cuenta.

En los roles secundarios, primó la sonoridad del bajo Diego Baner, impactante Zio Bonzo, mientras el resto cumplió con mayor o menor eficacia sus breves asignaciones. El coro a boca cerrada señaló uno de los momentos menos felices de la noche así como instancias en las cuerdas de la pequeña orquesta conformada por una veintena de instrumentistas que bajo la dirección de Jeff Eckstein usó una efectiva y apasionada reducción orquestal.

El progreso musical de la compañía es evidente; queda ahora por atender los rubros presentación (donde menos es más) y dirección escénica (lo contrario) para no dejar a los jóvenes intérpretes librados a sus instintos. Si bien queda claro que no es intención de la MLO emprender puestas en escena desde una óptica menos convencional – o incluir un repertorio diferente y/o alternativo que importantes sectores del público están pidiendo – una mayor fluidez escénica contribuiría positivamente al resultado total.

En síntesis, una producción que marca meritorios avances para una entidad que permanece y crece en vista de que el nutrido (y variado) público local clama por más ópera. Enhorabuena, es otro síntoma que amerita un esperanzador «Un bel dí vedremo»☼

Más información en el sitio oficial de  la Miami Lyric Opera

El barítono local Graham Fandrei