Anna Netrebko, oportuna zona de riesgo
Quien haya seguido la meteórica trayectoria de Anna Netrebko no podía pretender que la soprano rusa se fuera a quedar de brazos cruzados toda una vida cantando espléndidas Adinas, Norinas, Aminas, Susannas, Mimís y Violettas. Tarde o temprano, la movida era de esperar. La exquisita Natasha de Guerra y Paz hace unos años dara paso esta temporada metropolitana a una tardía Tatyana en Onegin, rol en el que también pudo reinar en esta última década. Pero no, Netrebko es ambiciosa y aprovechando una madurez vocal que asoma evidente decide entrar en zona de riesgo porque su personalidad la empuja o porque simple y llanamente, no quiere aburrirse. No es una justificación, tampoco es el primer ni último caso de una artista necesitada en ampliar sus horizontes, en experimentar otros personajes. En última instancia, es un lujo que puede darse.
Y la oportunidad para su primer álbum en cinco años recae en Verdi muy a propósito del bicentenario del compositor. A los 43 años – edad en la que muchas ilustres predecesoras ya declinaban – se lanza confiada a un repertorio donde debe probarse primero a si misma, obligándose a evolucionar. Es una decisión intrépida, donde inevitablemente debe luchar con odiadas comparaciones , sabiendo que hoy mas que nunca son parte ineludible de las reglas del juego.
El resultado evidencia un exhaustivo trabajo e iguales dosis de cautela y arrojo. Netrebko se decide por cinco personajes de la galeria verdiana, ni la que podría ser obvia Desdémona y menos Nannetta, sino Elena, Giovanna, Elisabetta, la primera Leonora y nada menos que Lady Macbeth, este último el más inesperado y lejano a su Fach. Es una tarea signada por la más escrupulosa dedicación, sin dudas un desafío personal. Como la letal Dama muestra la ambición y determinación necesarias; si la voz es demasiado bella para los biensabidos requirimientos del compositor, Netrebko sabe oscurecerla y compensar fiereza con sensualidad felina, emergiendo sólida e imperiosa – la lectura del Dí della vittoria y La luce langue emergen como momentos mas memorables – sólo falta aquella mordida helada que espeluzna, vital como la mortífera coloratura que en instancias logra eludirla.
Tampoco decepciona como la Elena de Vísperas Sicilianas, un cauto Bolero mucho más lento que lo acostumbrado favorece elegancia – y erotismo subyacente – por sobre agilidad vocal y en el Arrigo! Ah parli un core cumple al exhibir color y nobleza de línea aunque sin desbancar a famosas lecturas más ocupadas en el despliegue de virtuosismo vocal que exige el aria.
Previsiblemente, el mejor momento del recital es el belliniano O fatidica foresta de Giovanna d’Arco, impecable en todo sentido, Netrebko decanta su larga experiencia belcantista al servicio de un lirismo radiante y elegíaco. A nivel equiparable, impacta con un Tu che la vanita, que posee la distinción y distanciamiento necesarios; Netrebko convence como una Elisabetta doliente y joven, de linaje real, plena de añoranza en la frase Francia... , lista para enfrentar el personaje en escena y donde otra vez recuerda a Mirella Freni.
Después de Giovanna y Elisabetta, en el punto medio entre ambas llega una Leonora de Il trovatore apasionada y redonda que oficia como expresivo remate del recital. Otro papel donde la rusa sorprende en sus matices y enfoque, sin el menor dejo de rudeza eslava, con la probada eficiencia de su Violetta. Dulce y nostálgica, esta Leonora quizás sea el Verdi que mejor se aviene a su momento actual, en una transición personal y entendible y en un personaje menos transitado por soprano líricas ya en la comarca de la spinto a la que apunta. Entre bambalinas, Rolando Villazón es el Manrico que da paso a la cabaletta Tu vedrai admirablemente resuelta. Con toma sonora algo reverberante, la orquesta del Regio turinés brinda adecuado marco (y alguna que otra morosidad) bajo la batuta de Gianandrea Noseda.
En el panorama discografico del bicentenario y sin grandes rivales a la vista (sorprende la ausencia de un recital verdiano con, por ejemplo, Anja Harteros), como auténtica «diva del momento» Netrebko entrega un trabajo digno que demuestra el temple de una artista inquieta dispuesta a salir airosa de mayores desafíos. Y entonces, ninguno como Verdi para encarnarlos.
* Verdi, Anna Netrebko; Orchestra Teatro Regio Torino/ Gianandrea Noseda, DG 479 1052