Vänskä & Minnesota, hacedores de un ave fénix
La historia vuelve a repetirse, otro concierto extraordinario con menos audiencia de la que merecía y como suele suceder, quienes fueron salieron mas que contentos de una velada de música grande.
Vale mencionar que la Serie Clásica del Arsht Center en el Knight Hall – auspiciado por la Knight Foundation – debe competir en términos de popularidad con la Cleveland Orchestra en la misma sala y la New World Symphony. No es fácil. Gran parte de su público lo integra el de la desaparecida Asociación de Conciertos, como aquella guarda la intención de proporcionar una plataforma a orquestas y solistas visitantes exponiendo a la audiencia local a un amplio espectro internacional. Mas allá del placer que conlleva, es también una obligación en la educación y percepción del público. En el primer concierto del ciclo se observó afluencia de espectadores latinos y gran cantidad de jóvenes entusiastas, un fenómeno que se ve más comunmente en la NWS.
La presencia de la Orquesta de Minnesota con su director Osmo Vänskä fue significativa, es un símbolo de calidad y supervivencia. Sin pertenecer a la elite de Las Cinco Grandes – hoy dia, una liga del pasado – no sólo es una de las mas antiguas y respetadas del país, se trata de un ave fénix renacida después del conflicto que la llevó al borde de la extinción hace tres años motivando un clamor pocas veces visto. El sentido común prevaleció. No sólo renació sino que conservó a su estimado director que había renunciado en solidaridad con sus músicos, motivó un regreso triunfal a Carnegie Hall y fue la primera orquesta americana en visitar Cuba en mayo del 2015.
El programa no necesitó solista, bastó con la orquesta. Beethoven y Sibelius son su fuerte en escena y grabaciones y así lo evidenciaron en un despliegue inmaculado de estilo y ejecución. Pero primero fue el turno de Gejia (Imágenes chinas para orquesta) un poema sinfónico de Kalevi Aho encargado al prolífico compositor finlandés por el Teatro de Beijing. Basado en música tradicional china, ilustra desfiles y algarabía de un festival de este grupo étnico del suroeste de China, fieros labradores de estirpe legendaria y coloridos trajes. Aho conjuga el estruendo de la percusión (añade instrumentos orientales) con esos colores chirriantes, dando respiro con pinceladas sorpresivas de serenidad a cargo de viola y flauta en una partitura tan cinematográfica que no necesita imágenes.
La orquesta funcionó como un Rolls-Royce tanto con Aho como en la Primera Sinfonía de Beethoven, al otro lado del espectro musical. Se apreció un ejercicio impecable de clasicismo, de suprema liviandad y corte camarístico, Vänskä fue el motor de esa refrescante urgencia que no dejó de dibujar la elegancia de un Andante preciso donde las cuerdas fueron protagonistas. La primera incursión de Beethoven al género es un vistazo a «Papá» Haydn, algo que se notó en esta lectura redonda de la MO, tal como debe ser.
Si Beethoven convenció, Sibelius brindó el toque inolvidable. El gran compositor finlandés por un gran director finlandés es cosa seria, en este caso, parecería la canalización del espíritu de un pueblo que Vänskä encarna. El misterio de la luz nórdica emergió en el ritmo envolvente de esta Quinta Sinfonía vertida con nobleza cabal. La espaciosa acústica del Knight Hall fue aliada indiscutida de los climax sonoros construidos por el director así como el mas extraordinario pianissimo por las cuerdas que recuerde en la sala, casi imperceptible pero absolutamente mágico. Del mismo calibre, bronces y vientos demostraron autoridad debida, con la pátina y poderío de las grandes orquestas; con todo, fueron los momentos quietos los que dieron la pauta de la profundidad del compromiso, sentimiento e identificación del director con su compatriota y con su orquesta. Una lección en todo sentido.
No hubo bis para quienes esperábamos aquel soberbio Vals Triste de Sibelius con el que hace tres años el director se “despidió” de la orquesta, nunca tan aciago ni tan sentido. Quizá lo haga cuando regrese a dirigir la NWS el 10 y 11 de marzo para un auténtico «festival escandinavo»: Sibelius-Nielsen-Grieg.
En lo que a la Serie Clásica del Arsht respecta, aparte del famoso Lang Lang (febrero) y la Academia Saint Martin in the Fields (marzo), el ciclo trae una de las mas antiguas y respetadas (aunque no tan famosa) orquestas alemanas, la Sinfónica de Bamberg en un programa Bruch-Beethoven bajo la dirección de Christoph Eschenbach. Seguramente deparará otra buena sorpresa como lo fue esta renacida Orquesta de Minnesota con su regente de quince años.
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