ARTBASEL MIAMI & COMPANY, lo que sobra no hace falta

Virginia #6, 2004, © Sally Mann/Courtesy Edwynn Houk Gallery, New York

 

Ya – e increíblemente – en su edición decimosexta, el tsunami artbaselesco otra vez pasó por Miami y a la hora del recuento se intuye – o confirma – aquello que reza “lo que sobra no hace falta”. El arte como parque de diversiones, como entretenimiento puro, pasajero, banal, superficial, colorido y ostentoso, parece reinar o al menos marcar la tendencia de estos grandes supermercados para un exclusivo producto reservado a magnates – en el caso de ArtBasel con insufribles castas VIP, más que VIP y requete VIP– y no tanto – para el resto de las dieciocho ferias satélites que volvieron a levantarse en el circuito Miami Beach-Miami del 7 al 10 de diciembre de 2017.

No es un secreto que las mentadas ferias de arte aparentan o se disfrazan de acontecimientos culturales cuando en realidad no pueden dejar de ser un evento mas de mercado – su nombre lo dice claro: ferias – donde se manejan sumas siderales y donde los artistas quedan relegados a títeres a los que de vez en cuando se les concede la palabra que da lugar a la protesta autorizada o teorizaciones al aire, en ambos y en todo caso anecdótica. Es una fascinante payasada – sin connotaciones peyorativas – donde el arte genuino y la crítica social o política se ve amortiguada incluso canibalizada por el contexto que en definitiva muestra los síntomas de la declinante decadencia, valga la redundancia, en la que todos estamos inmersos y de la que es practicamente imposible escapar.

En el caso de Miami, los excesos parecen multiplicarse por obra y gracia del candente Trópico de Cáncer que exacerba cada movida. La total remodelación del Convention Center de Miami Beach sumada a algunos estragos estructurales causados por el reciente paso del Huracán Irma se sumaron a los endémicos problemas de tránsito que aquejan a la ciudad y especialmente la zona aledaña a las ferias, vale destacar que este año se notó una retracción de público, y en opinión de muchos, cierto rutinario, peligroso cansancio. No obstante, ArtBasel lució un flamante y amplio trazado que ayudó a una mejor y mas rápida visión general de la feria que reunió a mas de doscientocincuenta galerías de unos treinta países.

Por este microcosmos privilegiado que refleja los estratos del mundo exterior – léase acuciantes, obvias desigualdades, pobrezas, riquezas, esnobismos, especulaciones y tanto mas – desfilaron unos ochenta mil curiosos entre los que se contaron coleccionistas y asistentes de todo tipo. El glamour de fiestas VIP, el clima benigno y la atracción de las playas hace de la sucursal Miami una suerte de esperpéntico carnaval inevitable al que acude una fauna ausente en otras latitudes. Por eso, quizás la única alternativa fue otra vez, mapa en mano, avanzar por el laberinto a la búsqueda de la obra soñada. Una suerte de investigación detectivesca que implica concentración, paciencia, pisotones y cansancio hasta hallar la recompensa, es decir aquel puñado de obras a precios inaccesibles para cualquier mortal normal que justifique el precio de asistencia.

Milton Avery en Ameringer | McEnery | Yohe

Debe anotarse que la calidad de ArtBasel sigue intacta y si bien en esta edición hubo menos deslumbres que en otros años, se apreció el alto nivel acostumbrado. Galerías ya clásicas como, entre otras, Thomas Schulte con Allan McCollum, Landau con sus Magrittes o Mary-Anne Martin con sus Gerszos y Tamayos aportaron la cuota de obras maestras que dieron lustre al evento, así como importantes Milton Avery, Hans Hoffmann, Helen Frankenthaler, Robert Rauschenberg, Sol Lewitt y Ellsworth Kelly. La escuálida participación de galerías locales contrastó con la robusta oferta de galerías brasileñas, entre ellas Anita Schwartz con la instalación de Nuno Ramos sobre los desastres de guerra de Goya, seguido por la argentina Jorge Mara La Ruche con fotografías de Grete Stern. Imperturbable con su aire giocondesco, la bella obra de Sally Mann en Houk Gallery neoyorkina, signó la elegante mirada de toda la feria.

Inmensa aunque menos interesante que el año pasado, Art Miami mostró un descenso en calidad general pese a una bienvenida amplitud y mejor ubicación en el terreno que fuera del Miami Herald, y que compartió con su hermana menor, Art Context, excesivamente abarrotada, comercial y deslucida. Por su parte PINTA, la feria que concentra latinoamericanos apuntó a levantar el nivel con aportes de calidad, entre ellos, los del brasilero Alberto Texeira en Berenice Arvani de San Pablo.

Rufino Tamayo – Mary-Anne Martin

Si el traslado de las ferias del continente – léase Miami – al predio sobre la bahía provocó una evidente merma de actividad en la zona de Wynwood, otrora centro neurálgico de galerías, el fenómeno mas relevante y consistente aportado por la presencia de ArtBasel en la ciudad es el innegable impulso a la actividad museística local. Sumándose a la importante presencia del Perez Art Museum (la noche del lanzamiento compartida con el lindante Frost Science Museum atrajo miles de personas), este año se incorporaron el remodelado Bass Museum en Miami Beach y el flamante Institut of Contemporary Art convenientemente al lado de la Colección de la Cruz en el Design District. Afortunadas exposiciones de artistas locales como la merecida retrospectiva de Rafael Soriano en el Frost Art Museum y Michele Oka Doner en el Lowe Art Museum lo confirmaron sin olvidar la Rubell Collection, Young Arts y CIFO.

El nuevo ICA hizo gala de una planta interesante más un jardín de esculturas; en el primer piso, la primera muestra de Tomm El Saieh (Port au Prince, 1984-) señaló un hito. En sólo cuatro grandes pinturas, el artista formado en la New World School of the Arts local, plasmó el elusivo, aún inasible espíritu de una ciudad tan joven como Miami. Críptica, festiva, colorida, trascendente e inclusiva suma excelente factura, su aporte permite abrigar cierta esperanza frente a la aplastante rutina de profesionales e improvisados experimentadores del arte. Sin pretensión, su obra se alzó con ese premio que supone recordarla antes que muchas, incluída ArtBasel cruzando la bahía. En este caso, no sobró y hacía falta.

Tomm el Saieh – ICA, Miami