Pasión Mediterránea, al menos una vez en la vida

 

Me acerco con sumo interés y no sin un dejo de trepidación a este último trabajo de Leonardo García Alarcón, el extraordinario joven director argentino creador de la Capella Mediterranea, un ensamble que viene arrasando y que, dicho sea de paso, debería debutar en Miami cuanto antes. 

Este fervoroso arqueólogo de la música arrojó nueva luz sobre Monteverdi, Mozart, Bach y Scarlatti, rescató del olvido a Falvetti, Capuana, Rubino y tantos otros, se atrevió a combinar la música de su compatriota Astor Piazzolla con la de Monteverdi, creando un insólito espectro de posibilidades. Como parecería que García Alarcón se dedica a jugar seriamente – no en vano afirmaba Caspar David Friedrich «el arte es el juego mas serio»  – con la panorámica que la civilización le ofrece, se da el lujo de apreciar, absorber y compartir su circunstancia privilegiada. Su insolencia es sanadora, no es irreverencia sino bálsamo unificador. La tarea del artista es también reconciliar, convertir lo local en universal, aquello de «pintar la aldea».

Para esta flamante aventura, el músico platense retoma aquel original hilo iniciado con Piazzolla para hacer justicia a un artista inesperado: Joan Manuel Serrat, un ídolo de infancia al que refresca con su pátina antigua. La propuesta podría sonar descabellada. No lo es, Serrat cumple con las coordenadas y requisitos como genuino trovador atemporal que ha sembrado poemas por el mundo, suyos y de sus mayores; gracias a su bienaventurada intromisión generaciones enteras conocieron la poesía de Antonio Machado y Miguel Hernández abriendo una puerta al disfrute insospechado de la lengua castellana y del que el director, como tantos, también fue beneficiario.

García Alarcón no se apoya en la meritoria tarea poética reinvidicativa de Serrat sino en Serrat por Serrat, toma solo cinco de sus letras mas famosas y las traslada al siglo de oro mostrando cómo el catalán atraviesa el tiempo. Sin herir los arreglos de Ricardo Miralles, Quito Gato disecciona cada acorde y lo traslada a aquella época con viola da gamba, laúdes, arpas y cornetos. Así desfilan el Romance de Curro El Palmo, desgarradora joyita y ópera tan mínima como el Erlkönig schubertiano, la intimidad de Aquellas pequeñas cosasDe vez en cuando en la vida, Pare, quizás la mejor amalgamada y la emblemática Mediterráneo, referente del cancionero español contemporáneo y de la intención de Alarcón que campea en su trabajo como símbolo de diversidad y del paso de culturas que significa ese mar; eterno cruce de caminos que borra fronteras al decir de Machado “caminante no hay camino sino estelas en la mar”, bendito caldo de cultivo que también cruza a Latinoamérica, por lo tanto también mestizo.

Este cruce de caminos plantea un fascinante tapiz que resuelve con deliciosas “ensaladas” de músicos del siglo XVII hasta engarzarlos con Serrat. Así gozosos se unen a la troupe, Don Lucas Ruiz de Ribayaz con Xacaras por la E, Mortales que amais de Juan Bautista Cabanilles, Esta vez cupidillo de Francisco Valls, Ojos pues me desdeñáis de José Marin de Madrid, La presó de Lleida y La canco del Lladre, bellísimos anónimos folklóricos de Cataluña y la fenomenal La bomba de Mateo Flecha el viejo, el punto mas alto de la entrega. Hay también una transcripción para arpa de Música Callada de Mompou para limpiar el paladar entre manjares.

El sexteto vocal parecería disputarse por el mejor bocado, por momentos se imaginan otras variantes, cómo una voz masculina hubiera funcionado en vez de una femenina y viceversa, elección obviamente difícil sino imposible, sin contar con que a los adictos de Serrat les propone un desafío que no deja de ser un “gusto adquirido”. Quizás éste viaje no sea un «de vez en cuando en la vida» sino el comienzo de otros y haya más Serrat (material sobra) para remozar a la antigua; para el conocedor, cinco son demasiado pocas y quizás aún pueda ser mas arriesgado, la puerta queda abierta para mas afortunados encuentros.

Lo cierto es que con sus armas eruditas García Alarcón ubica en el mapa internacional a un gran trovador popular de la hispanidad, añadiendo otro cruce de estilos y de públicos, de mas idas y mas vueltas; lo hace sellándolo con la buena intención y pureza que acarrea desde su niñez y que refleja en cada trabajo; es un homenaje a sus raíces de ternura conmovedora con un disfrute que contagia y abraza a su espléndida Capella Mediterránea, con ese entusiasmo y curiosidad que lo han llevado tan lejos y que prueba las bien probadas bondades de la “Dieta Mediterránea”. Enhorabuena.

*DE VEZ EN CUANDO EN LA VIDA, SERRAT Y EL SIGLO DE ORO, ALPHA CLASSICS 412

 

Leonardo Garcia Alarcón – foto Jean Baptiste Millot