Daniela al encuentro de Charlotte
“Charlotte es un papel que ansío cantar desde el comienzo de mi carrera, desde que estaba en la universidad, diría que fue un pedido al universo que se me concedió” cuenta Daniela Mack, la mezzosoprano argentina a cargo de la terrible obsesión del pobre Werther “además, estoy feliz de debutar en el personaje con Florida Grand Opera”. Es su debut oficial con la compañia aunque hace pocas temporadas salvó las últimas dos funciones de Carmen cuando Maria José Montiel se enfermó debiendo regresar a España.
“Es un personaje complicado, no puede imaginar su vida sin aferrarse a cumplir con su deber, es mas fuerte que ella y termina arruinándole la existencia y claro, la de Werther. Es poco demostrativa, todo lo guarda para si” y al preguntársele si la ve mas cerca del alemán Goethe o del francés Massenet afirma “es puro romanticismo francés, aunque el personaje se vea rígido no quiere decir que no tenga una profunda vida interior, Werther es inesperado, cómo aparece en su vida y cómo conmociona su ser, es su alma gemela”.
“Un joven de hoy reaccionaría muy diferente a Werther [que se suicida al no ser correspondido] superaría el trauma de otro modo pero la vigencia del personaje reside en su profunda depresión, algo que hoy es un flagelo tanto mas que en la era romántica en que transcurre la ópera. Desde el vamos, Werther arrastra un profundo conflicto existencial, una pena inconmensurable, como tantos jóvenes hoy”.
“Desde el punto de vista vocal se aviene cómodamente a mis medios» confía «Mis dos grandes inspiraciones fueron Tatiana Troyanos y por sobre todo, mi admirada Régine Crespin, que fue capaz de dominar una voz inmensa y expresarse delicadamente. Hoy que se tiende a entrenarnos para cantar todo perfectamente, una artista como Crespin prefería alejarse de eso, sin importar a equivocarse y eso es lo que mas me fascina”.
Aunque ha sido comparada con Frederica von Stade y Teresa Berganza, Daniela es una mezzo lirica con definido esmalte de contralto “Un gran honor mencionarme junto a ellas, la sutil Charlotte de von Stade era de otro mundo al igual que Janet Baker, otra cantante que admiro con devoción”.
Daniela llegó a Estados Unidos a los seis y aunque pide perdón porque dice que se olvida las palabras en castellano, lo habla perfecto. Nacida en Buenos Aires -«quizas algun dia realice el sueño de cantar en el Teatro Colón» – creció en Houston y se formó íntegramente en Estados Unidos, mas exactamente en la Universidad de Louisina y luego en el prestigioso programa Merola de San Francisco bajo la tutela del cubano-americano Cesar Ulloa, donde debutó en esa casa de ópera – «mi casa» – reemplazando a Alice Coote como Idamante.
Mas allá del repertorio francés, su “dieta” principal consta de Handel, Mozart (Cherubino, Sesto y Dorabella) y Rossini, donde se destaca como Rosina, Isabella y muy especialmente Cenerentola, papel en el que conoció a su marido, el tenor Alek Shrader y padre de su hija Evangelina. “Alek fue el príncipe de la Cenicienta, todo sucedió como en el cuento”. En ocasiones el matrimonio vuelve a compartir la escena como hace poco en Clemenza de Tito de Mozart en Oviedo. Como Rossini, el genio de Salzburgo es otro “sanador de voces” pero su corazón palpita con Handel del que canta Sesto, Bradamante y Ariodante “el papel mas completo imaginable que cantaría por siempre”.
Tampoco deja a un lado el repertorio contemporáneo y le interesa trabajar junto a compositores que quieran escribir “para la voz”, cualidad no muy común en el ámbito actual donde se la trata como a un instrumento más. En ese rubro mi experiencia ha sido excelente “Fui Jackie Kennedy en el estreno mundial de JFK de Little-Vavrek en Forth Worth y Montreal y luego la espeluznante Elizabeth Cree en la ópera homónima de Kevin Puts en Filadelfia”.
«Cinco favoritos?. Desdemona del Otello rossiniano y Romeo de Capuletos y Montescos de Bellini son dos papeles que añadiría a esa lista de cinco junto a Sesto, Ariodante y esta Charlotte que hoy me deleita componer.»
Como pensamiento final, Daniela dice «Proclaman desde hace décadas que la ópera se muere y en realidad no se muere nada, necesita un cambio de enfoque desde varios puntos de vista. Es música grande que está mas viva que nunca, y quienes nunca han visto ópera deben verla sin preconceptos, abriéndose a la experiencia. Es un género de cambia la vida, me la cambió a mi!».