Measha Brueggergosman, entre noche y sueños.

No sólo tiene uno de los nombres mas difíciles de recordar de la familia lírica moderna (en este aspecto, ni Hvorostovsky ni Pendantchaska son competencia) sino que es una de las cantantes mas atípicas aparecidas en esta década de colegas genéricos. El eclecticismo es su apuesta y su fuerte; consigue despistar al oyente con el mismo atrevimiento con el que enfrenta el repertorio de monstruos sagrados del pasado cercano.

Después de su notoria pérdida de peso y de un problema cardíaco que por poco le cuesta la vida, la joven soprano canadiense ofrece en su segundo recital «temático» para DG un ambicioso ramillete de canciones sobre el tema Noche y Sueños, y consecuentemente con su estilo “atípico” evita el obvio Noche y sueños de Schubert y su mejor bis: Sure on this shining night de Samuel Barber.

Con excelente dicción y exacto acompañamiento de Justus Zeyen, aborda una veintena de canciones en cinco idiomas para un recital al que se regresa sin esfuerzo. El micrófono es su mejor aliado, capta su timbre opulento e iridiscente en toda su gama y si la primera banda del cd ( Beau Soir) empieza tentativa, la serenata de Brahms y los tres Richard Strauss convencen plenamente. Mejor aún le sienta el francés de Oh! Quand je dors de Liszt y en exquisitas Phidylé y Chanson Triste de Duparc. El universo de Schubert (Nachtstück y An den Mond) está vertido con más devoción que profundidad y en Abendempfindung an Laura dibuja elegante la viñeta mozartiana. Su abandono en In dem Schatten meiner Locken enervaría a una sacerdotisa de Hugo Wolf como Elisabeth Schwarzkopf que no podría objetarle su certera carga erótica y la Nana de Manuel de Falla funciona mejor que el exotismo brasileño de Anoiteceu de Hime y Vinicius de Moraes.

A veces Brueggergosman (apellido nacido de la conjunción del suyo, Gosman con Bruegger, el de su ex-marido)  evoca lejanamente a Martina Arroyo y otras a Jessye Norman –  otra cantante heterodoxa, que hizo de ese rasgo su arma – en timbre, intención, acentos y hasta pausas. Por momentos su vibrato es más amplio de lo deseable o algún ataque desconcierta pero, cuando remonta vuelo hay que rendirse frente a la belleza de su instrumento. Inteligente, inquisitiva e inspirada, sus  chispazos de grandeza superan todo reparo; Measha Brueggergosman continúa por una senda personalísima y no hay que perderla de vista ☼

Sebastian Spreng©

* NIGHT AND DREAMS, DG 477 8101