Lang Lang, el piano del siglo XXI
El último, y uno de los mas esperados conciertos de la temporada, en el Adrienne Arsht Center tuvo con Lang Lang un apropiado telón final. Al filo de los treinta años, el carismático pianista chino parece haber asumido una nueva actitud o ciertamente una que va acorde al repertorio elegido. Si bien todo emerge minuciosamente calculado – coreografiado en el saludo y ademanes – vale destacar que después del impactante recital de hace dos años, en esta ocasión abordó un largo programa, mas comprometido y serio que el anterior, a fin de demostrar (y confirmar) su creciente (y bienvenida), madurez.
Se lo vió contenido y su asimilación del repertorio mostró su versatilidad descomunal. Es indudable que se está frente a un pianista de medios prodigiosos. Menos mecánico que antes, si por momentos monocromático, en la Primera Partita (BWV 825) de Bach reconfirmó su pasmosa digitación al ofrecer una interpretación galante, de cristalina limpidez.
La formidable Sonata en si bemol mayor D 960 de Schubert supone un compromiso interpretativo y emocional mayor y Lang – que tiene casi la misma edad de Schubert al momento de componerla – cumplió en casi todos los rubros. No obstante, esa otra dimensión que sugiere e impone, apenas fue rozada por momentos. Ese canto general – el de la angustia disimulada con la mas inofensiva canción – que propone esta suerte de sinfonia póstuma para el piano tuvo sus cimas y abismos pero nunca tocó ambos extremos. El intérprete optó por un paseo original, eminentemente clásico, equilibrado y admirable, para plasmar un Schubert sin oscuridades, sin trivialidades ni amaneramientos, pleno de canto, delicado y diáfano. En una obra que va directo al corazón y que se convierte en el espejo del intérprete, primó la técnica depurada y contundente.
En la misma vena, los Doce Estudios (Opus 25) de Chopin, uno de sus caballitos de batalla, desfilaron puntuales e inmaculados, con la espectacularidad esperada por la inmensa mayoría del público que llenó el Knight Center y que interrumpió entusiasta en el penúltimo estudio. Dos bises de Chopin (Un Estudio del Opus 10 y el Primer Vals del Opus 18) recompensaron los aplausos.
Mas allá de la publicidad mediática que en ocasiones conspira contra él, Lang Lang es un virtuoso que se dirige con prisa y sin pausa hacia la introspección y, esperemos, grandeza de sus antecesores ilustres. Vertiginoso e infalible refleja los tiempos que corren, es un pianista para el siglo XXI☼