Wozzeck = alienación cotidiana
Regresa a Rusia – mas exactamente al Bolshoi – Wozzeck de Alban Berg después de ochenta y dos años de su exitosísimo estreno en el Mariinsky de la entonces Leningrado, inmediatamente luego del de Berlin y Praga. Y este regreso que es casi un debut, viene de la mano de una joven dupla artística que sigue dando que hablar: el régisseur Dmitri Tcherniakov y el director Teodor Currentzis, responsables del Macbeth parisino ya comentado en estas páginas.
Tcherniakov es un maestro de la sordidez, un experto cirujano de la agresión pasiva que en las antípodas de Calixto Bieito destripa la criatura de Büchner sin que nadie se cuenta. Como en su trabajo siempre prima el mar de fondo le va como anillo al dedo. El controvertido director siberiano entrega un Wozzeck glacial, cotidiano, sin trazas del expresionismo habitual. Su soldado hoy es un oficinista sentado sobre un volcán a punto de explotar.
El expresionismo queda para la orquesta donde Currentzis se hace cargo de un romanticismo alienante y explosivo que balancea la frialdad de la escena. Basta decir que es su complemento ideal.
Al igual que en su polémico Eugene Onegin, la visión de Tcherniakov transcurre íntegramente en interiores, es un mundo compartimentado, claustrofóbico, automático, alienado y alienante. El público ve transcurrir simultáneamente la vida de los personajes a través de la “cuarta pared” de los nueve apartamentos en los que divide el escenario.
En esta existencia metropolitana, Wozzeck más que un paria alucinado es uno más entre nosotros, un empleado programado, aburrido, sumido en la más insoportable rutina, en una hibernación emocional que un día estalla. El Internet, los video juegos y la televisión son el único atisbo de fantasía catalizadores del tedio y de tanta mediocridad. El excelente protagonista de Georg Nigl, contenido y manso y que curiosamente se parece al director, se identifica totalmente con la criatura de Berg. Su Wozzeck no puede transgredir sus limites, hasta que la realidad lo abandona y mata pero no muere, queda sumido en una imparable compulsión hablando con el cadáver de Marie (notable Mardi Byers) mientras el niño juega con un video. Nadie lo ve, a nadie le importa nada, es un duro espejo de la indiferencia actual☼
☀ ALBAN BERG,WOZZECK, CURRENTZIS, BEL AIR BAC068