Die Walküre, un asunto de mujeres

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El año Wagner terminó pero no se acallan los ecos y siguen apareciendo testimonios de la explosión del bicentenario 2013 y los años de preparación previos. Desde La Scala de Milán llega la puesta del Anillo debida a Guy Cassiers bajo la dirección de Daniel Barenboim. Editado en volúmenes individuales, es Die Walküre la primera en acaparar la atención. Tiene motivos. No obstante, y pese a la ovación que recibe el puestista belga, su pilar fundamental no es la flamante régie coproducida por el teatro milanés, Amberes y la ópera Unter den Linden berlinesa sino el desempeño de Barenboim y de las tres protagonistas ante las cuales empalidece el resto de un elenco de excelente nivel.

En primer término la espléndida Sieglinde de Waltraud Meier que domina el primer acto. La gran mezzo alemana en su mejor papel de soprano (junto a Isolda, claro está) reconfirma su asimilación absoluta del personaje. Vulnerable e intensa, sutil, apasionada, con naturalidad estremecedora, Meier “recita cantando” y sus dotes histriónicas se reflejan en una plasticidad donde no hay un gesto demás: todo emana de la música. Mas allá de que algunos agudos ya estén fuera de su alcance, es indudable que la veterana intérprete pertenece al panteón de wagnerianas paradigmáticas. Una gratísima sorpresa es la Fricka de Ekaterina Gubanova de timbre opulento y reminiscente a Christa Ludwig, nada menos. Musicalmente intachable, correcta como actriz, aporta juventud y presencia. Broche de oro para este impensado trio femenino es la Brünnhilde de Nina Stemme, inmensa, otra vez excepcional. Este DVD comercial es el primero en dejar testimonio filmado de la notable soprano sueca, digna heredera de Varnay y Nilsson y definitivamente la máxima – y diferente – Brünnhilde del día. La voz es aterciopelada, cálida, carnosa, oscura, esmaltada, poderosísima; y como Meier, cada palabra y gesto está donde debe.  Una mezzo asopranada y una soprano con tintes de mezzo reunidas disputándose el escenario es el gran lujo de esta edición que casualmente une a las dos grandes Isoldas de esta época.

Reemplazando a Rene Pape, cumple el Wotan de Vitalij Kowaljov pese a no poseer suficiente calibre ni vocal ni psicológico así como Simon O’Neill, un Siegmund convincente sin pedir más. El veterano John Tomlinson, ex-granWotan, traza un Hunding formidable en todo sentido, una clase magistral de canto y por sobre todo, de teatro. Las valquirias redondean este elenco de nivel en un escenario donde deben lidiar con una escenografía casi tan escarpada y peligrosa como la versión del Met neoyorquino.

Ya sin los bailarines con los que deslució el resultado de Das Rheingold, el director belga promete con un primer acto  cautivante para perderse en sofisticaciones innecesarias y una oscuridad que – al menos en DVD – termina por desdibujar sus propósitos no muy claros, valga el chiste. Recurre a proyecciones – deslumbrantes en la escena de la anunciación de muerte – y menos satisfactorias en otros momentos. Tampoco colabora demasiado el ultra-chic vestuario de Tim van Steenbergen. Preferentemente centrado en la estética visual, Cassiers y su equipo alternan escenas de certero y hasta grandioso impacto – una cabalgata caleidoscópica – con otras rayanas en la cursilería como el fuego mágico, uno de los “menos mágicos” en DVD, con bombitas de luz que descienden del cielo  derritiendo cera alrededor de la valquiria dormida.

Afortunadamente en el podio, y como su admirado Furtwângler en los años 50, Barenboim capitanea la orquesta escalígera con mano firme, sacandole el máximo provecho. Los resultados son óptimos, las cuerdas le responden con una incandescencia inaudita. En la estructura total del discurso – expresivo, pleno, detallado y en constante movimiento – Barenboim plasma otra Valquiria tan memorable como las de Bayreuth o Berlin, pero en la Scala.

En síntesis, una versión con una propuesta escénica por demás interesante que no termina de madurar (habrá que ver cómo Cassiers resuelve Siegfried y Götterdämmerung) salvada por un renglón musical de primera liderado por el director argentino, su orquesta y  tres mujeres que saben muy bien lo que hacen.

* WAGNER, DIE WALKÜRE, ARTHAUS MUSIK 101 694