Seraphic Fire, sublime «Back to the Future»
En el último concierto de la temporada 2014-15, el grupo coral Seraphic Fire pareció superarse a sí mismo al presentar una pieza contemporánea que remitiéndose al pasado volvió a demostrar las virtudes del conjunto. Factor primordial de este éxito rotundo fue la presencia de la banda renacentista Píffaro (fundada en Filadelfia en 1980) que al complementarse con las voces seráficas obtuvieron una síntesis del largo camino recorrido por la voz humana y su entorno a través de los siglos, desde Monteverdi y el renacimiento alemán hasta el presente.
La composición que permitió tal despliegue fue las Vísperas de Kile Smith (1956) que presente en la sala dió una breve y jugosa explicación de los motivos, orígenes y resultados de su inspiración. Más allá de la estructura y textos de estas Vísperas basadas en la liturgia luterana, es el impacto aural de la pieza lo que impulsa a dejarse llevar y asombrarse con los sonidos, armonías y melodías atípicas -y a la vez, íntimamente familiares – que Smith compuso a instancias de Pífarro. Afortunadamente, esta “nueva obra escrita en estilo antiguo para instrumentos de período y voces contemporáneas” trasciende todo credo, no da respuestas imposibles, sólo sumerge y obliga a la introspección mas serena y exultante.
El grupo liderado por Patrick Quigley sonó en absoluta plenitud con especial mención a las voces femeninas a cargo de sublimes a capella. No se quedaron atrás los cuatro tenores a los que Smith regala uno de los mejores momentos de la partitura, ni el resto de los integrantes seráficos. Fue una amalgama perfecta que unida la versatilidad de los siete ministriles de Pífarro – Joan Kimball, Robert Wiemken, Grant Herreid, Greg Ingles, Christa Patton, Priscilla Smith y Adam Bregman – dividiéndose y multiplicándose en la ejecución de sacabuches, flautas dulces, cromornos, cirimías, bajones, laudes, theorbo y otros predecesores de los instrumentos de viento.
Si Quigley venía de cosechar un merecido éxito con la versión de cámara de Das Lied von der Erde – un hito de la temporada – con Vespers redondeó un año memorable para su agrupación. Una velada a la que gracias al tapiz urdido magistralmente por voces «celestiales» e instrumentos «insólitos» pudo atribuírsele un término bastardeado por uso y abuso; una palabra que en este caso debe aplicarse por definirla como ninguna otra: espiritual.