«Heute oder Morgen…», mas que adiós hasta luego

Renee Fleming – Der Rosenkavalier, Metropolitan Opera – foto Ken Howard

 

Cuando mas famosa sea la soprano mas invencible se creerá. Como adolescentes rebeldes piensan que “no les puede pasar nada” y como a todos, «les pasa el paso del tiempo». Nadie se escapa, ni siquiera ellas, convertidas en deidades por gracia de una varita mágica. De hecho, los factores que inciden en la declinación vocal de una cantante lírica son muchos y de diferentes «tenores» yendo desde la ambición desmedida a los cambios hormonales de la menopausia con una serie de variantes entre ambos extremos.

 

Margarethe Siems,  Mariscala original

Retirarse del escenario con estilo y gracia – los italianos, sabios, lo llaman “in bellezza” – es un asunto espinoso tanto para el recipiente como para aquellos que sutilmente se atreven a sugerirlo so pena de caer fulminados por la diva de turno ante semejante atrevimiento.

“Mejor que digan por qué se retira? en vez de por qué no se retira?” afirmaba Lotte Lehmann en una frase de antología que encapsula el cuento entero mejor que ninguna y que hoy es parte del folklore lírico. La mención de la ilustre soprano prusiana viene como anillo al dedo porque en su tiempo fue la máxima exponente de un personaje que encarna el mas noble, el mas digno de los renunciamientos, es la Mariscala de El caballero de la rosa, joya del binomio Richard Strauss y Hugo von Hofmansthal capaces de producir un milagro teatral donde la palabra es tan importante como la música. Toda una rareza porque además echa un impagable vistazo al alma femenina con exquisitez insuperada. Y que conste, por dos varones, lo que no es poco.

Lotte Lehmann, portada de TIME

A los 58 años, Renée Fleming, la diva americana par excellence, se retira del escenario con ese mismo papel que le dió tantas satisfacciones amén de Tatyana, Rusalka, Violetta y dos o tres Condesas. Al igual que otra famosa prusiana, en las antípodas de Lehmann (y en el sentido mas amplio), la gran Elizabeth Schwarzkopf se retiró a los 57 con ese personaje que llegó a encarnar. Quizás Fleming lo aprendió de este monstruo sagrado con el que tuvo clases de perfeccionamiento bastante amargas, no fue la única, la señora Schwarzkopf no era precisamente un dechado de pedagogía.

Elisabeth Schwarzkopf

Enamorada de un adolescente impetuoso, la madura Mariscala de la historia desgrana su esencia frente al espejo en el que se ha visto vieja, preguntándose donde quedó la que ayer fue una muchacha, cómo pudo sucederle si aún es la misma?. En ese inútil detener de los relojes, en la súbita realización del implacable paso del tiempo dice a Octavian “Hoy o mañana o pasado mañana inevitablemente … deberás dejarme, te irás con otra” , ese caballero que llevará la rosa a la joven Sophie… con un desenlace queda literalmente “cantado”. Para la Mariscala significa la renuncia (¿al amor? ¿a la vida?) y en el cómo aceptarlo encontrar la diferencia. 

Lotte Lehmann dirige a Régine Crespin, MET

Inteligente y previsora, Fleming sabe que su voz aún está casi intacta, que retiene su pureza mas allá del lógico desgaste. Su retiro es un astuto movimiento estratégico – a tomar nota – que refleja la admirable arquitectura de su carrera, virtud de la que pocas pueden ufanarse. Pudo hacerlo Leontyne Price que a la misma edad cantó su última, gloriosa Aída en el Met. No pudo una Callas a los 44 vocalmente desintegrada, o Natalie Dessay que con apenas 48 cantó su última ópera. Como Beverly Sills, otra compatriota que dijo adiós a los 51 pasando a dirigir la New York City Opera por dos décadas, Fleming tiene no sólo planes de seguir cantando en concierto sino ocuparse de compañías líricas y del futuro del género en varias asignaciones. Es una bienvenida responsabilidad hoy que más que nunca se necesitan role-models. Su alejamiento no es definitivo, es un comienzo. En la gloriosa cadena de Mariscalas, el cetro pasará al mejor exponente, siendo las mas firmes candidatas actuales la alemana Anja Harteros y la búlgara Krasimira Stoyanova.

Hace mucho, Montserrat Caballé comentó que deseaba retirarse como La Mariscala, “No hay mejor manera de decir adiós a las tablas”. Tenía razón aunque no vió cumplido su deseo; otras grandes Mariscalas fueron mas fieles haciéndola vehículo de su despedida operística: Margarethe Siems – la original del estreno en 1911 – a los 46, Sena Jurinac y Elisabeth Grümmer a los 61, Evelyn Lear y Viorica Ursuleac a los 59, Lisa della Casa a los 55 y por supuesto, Lotte Lehmann, como Fleming, a los 58. En cambio, otras eximias exponentes del papel prolongaron sus carreras diversificándose y postergando el retiro definitivo: Régine Crespin a los 62, Kiri te Kanawa y Christa Ludwig a los 66, Elisabeth Söderstrom a los 72 y las inoxidables Astrid Varnay y Gwyneth Jones a los 78. Regresando a Caballé, fue una notable Mariscala en el Festival de Glyndebourne así como otras grandes, todas bien diferentes, que fueron mas famosas por otros personajes pero interpretaron la princesa straussiana con particular afecto y efecto, llámense Birgit Nilsson, Maria Reining, Claire Watson, Felicity Lott, Tiana Lemnitz, Renata Scotto, Helen Donath, Lucia Popp, Adrianne Pieczonka o Nina Stemme.

Kiri te Kanawa como Mariscala

Para Fleming, después de los confetti de su última actuación metropolitana transmitida a cines de todo el mundo vendrá el infaltable DVD conmemorativo. Lo cierto es la dualidad de estos “retiros” tan semejantes a la princesa austríaca que sus autores sugerían interpretarla de modo que dejara un ojo quedara seco y el otro lagrimeante; tan agridulce como el paso del tiempo y la vida misma. En el elusivo, eternamente femenino «cómo lograrlo» reside la diferencia… mas que «adiós» es «hasta luego».

Renée Fleming saludando al final de la función – foto Jonathan Tichler

 

Apéndice:

Mariscalas de Leonie Rysanek, Viorica Ursuleac, Evelyn Lear, Lisa della Casa, Christa Ludwig y Elisabeth Söderstrom.

 

 

 

Frieda Hempel, la primera Mariscala del Metropolitan Opera, diciembre de 1913