Cautivante Florez borrando fronteras

 

Cada vez que un divo de la lírica decide pasearse por el repertorio popular debe prepararse a una posible avalancha de escepticismo. Incredulidad y hasta cierto desprecio es un estigma para el pobre que quiere o simplemente necesita refrescarse con una cana al aire. Los criticones olvidan – o ignoran – cómo la canción popular integró y engalanó la carreras de grandes como Conchita Supervía, Miguel Fleta, Tito Schipa, Ezio Pinza, Beniamino Gigli o Helen Traubel, por nombrar unos pocos; y en este sentido, imposible de olvidar, la extraordinariamente versátil Eileen Farrell tan cómoda en Wagner, Verdi como en blues, jazz y cuanta partitura que se le cruzara para regalar su irrepetible opulencia sonora, siempre en estilo.

De estilo y buen gusto se trata, dos elementos que no siempre van de la mano, al que debe sumarse devoción por el material, dicho en criollo “ganas de cantarlo”. Los tres condimentos aplican a Juan Diego Florez cuyo último trabajo “Bésame mucho” engarza al mismo nivel que su Rossini, Donizetti y Mozart siendo además una continuación a su primera incursión con “Sentimiento latino”.

Esta entrega supera con creces aquella de 2004 gracias a que Florez prescinde de la orquesta, en algunas instancias arma de doble filo, acompañándose en vez por la guitarra de Jonathan Bolívar y quizás la propia para obtener una intimidad que se agradece. El tenor peruano que se consagrara a los veintitrés en Pesaro como el perfecto rossiniano de su época hace más de dos décadas ostenta la misma frescura y mayor peso vocal (producto de la evolución natural del instrumento) que entonces gracias a una técnica y cuidado prodigiosos. Sin embargo es en este otro repertorio donde se advierte un cariño y facilidad hacia las canciones escogidas que conquista desde el vamos. Y el haberlas cantado antes que la ópera señalara su rumbo asi como haber acompañado a su padre, el cantor Ruben Florez, hace que las lleve bajo su piel. Todo esto se nota y es lo que puede hacerlo adictivo. Lo prueba su éxito como final de recitales en las máximas salas del mundo cuando y a la manera de Victoria de los Angeles, como aquella, se aparece con su guitarra para acompañarse en bises “populares”.

A diferencia de otros cantantes líricos, para este repertorio Florez no cambia su voz, sigue exhibiendo el característico lustre belcantista y el timbre soleado asi como la media voz y falsete, ambos soberbios, sólo añade intimismo y expresividad hasta obtener resultados superiores a ilustres antecesores, léase Domingo, Kraus y Carreras, entre otros. Todas las canciones elegidas presentan fiera competencia, algunos puristas protestarán, lo cierto es que Florez desarma con su autenticidad como arma infalible, no pretende emular a nadie sino disfrutar cantándolas y evocar un sentimiento que obviamente lleva dentro de sí.

Bandoneón, clarinete, flauta se suman a las guitarras cuando es necesario. Bésame mucho, Volver, Sólo te pido, Guantanamera y Cucurrucucú paloma son sólo cinco impecables versiones que muestran un abanico sudamericano donde el tenor canta, y cómo, a sus raíces; por otra parte, ninguno mas indicado.

Un regalo del tenor este disco variado, ejecutado y armado inteligentemente; borrando fronteras contagiosa e irresistiblemente.

*Bésame Mucho, Juan Diego Flórez, SONY 19075822942