Richard O’Neill deslumbra en Mainly Mozart
Ni violín ni violoncello – el tango se apresuraría a cantar “mezcla rara de Musetta y de Mimi” – así la humilde viola es la inveterada Cenicienta de la orquesta, fiel sierva sin la cual nada se completaría pero a la que muy pocos le prestan la atención merecida, siendo incluso destinataria de tantas bromas y chistes musicales. Si el repertorio dedicado al instrumento no es demasiado extenso en cambio abundan las transcripciones. Y fue justamente con estas bellísimas “apropiaciones” que el Mainly Mozart Festival programó un espléndido recital para lucimiento de su ilustre invitado, el violista Richard O’Neill acompañado al piano por Marina Radiushina, directora artística del MMF y responsable de esta distinguida adición al elenco del corriente festival.
Cuando se piensa en violistas los nombres William Primrose, Yuri Bashmet, Antoine Tamestit o Tabea Zimmermann son los primeros en acudir a la memoria, nombres al que es imposible no agregar el del joven Richard O’Neill. Mas allá de su impresionante carrera y amplísimo repertorio (es artista exclusivo del sello DG), en su debut solista en Miami (había actuado como integrante del Cuarteto Ehnes) el seatleista de origen coreano demostró sensibilidad y profundidad excepcionales además de exhibir magistral dominio del instrumento, un preciado Gasparo da Salò, el “Stradivarius” de las violas del siglo XVI.
Fue un debut de ribetes notables donde O’Neill usó la profunda riqueza cromática de la viola como si fuera una voz humana, “su voz” y literal voz cantante del recital con sobrados momentos de lucimiento para demostrarlo sin vuelta de hoja. Las encantadoras variaciones beethovenianas del Bei Männer de La flauta mágica de Mozart tuvieron en el violista un Papageno de corte humanista secundado por una límpida Pamina a cargo del piano de Radiushina. Siguió un memorable doblete Franz Schubert, compositor favorito del músico, con una versión formidable del Lied Du bist die Ruh (Tu eres la paz) y de la célebre Sonata para Arpeggione, desaparecida “guitarra-cello” hoy apropiada por sus parientes mas cercanos, violín, cello y viola. Ambos intérpretes demostraron una consustanciación sobresaliente con exquisito desempeño en el Adagio. Consustanciación que se repitió desde el introspectivo Lento inicial en la monumental Sonata Opus 19 de Sergei Rachmaninoff, núcleo expresivo y virtuosístico del programa donde O’Neill reconfirmó sus credenciales con Radiushina haciendo gala de una batería de recursos simplemente extraordinaria, poderosa e íntima a la vez, plasmó la esencia romántica del compositor con pasmosa naturalidad y frescura.
Le antecedió Après un reve, ese dulce Después de un sueño de Gabriel Fauré que había dado título al recital y que fue la evidente sensación de la feliz audiencia al abandonar la sala no sin antes, como sublime bis y en esa misma vena otro Lied schubertiano Noche y sueño que O’Neill regaló con tal legato, sencillez y nobleza que no se extrañó la voz humana para la que fue compuesta, ni siquiera la de un Dietrich Fischer Dieskau o un Gerard Souzay. No cabe mejor halago para este auténtico príncipe que hoy hace reinar a quien fuera Cenicienta.
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Postdata: El festival continúa cada sábado a las 4 de la tarde en el Kislak Center de UM con un gran final programado para el 29 de junio en el Knigth Hall del Adrienne Arsht Center. Información en Mainly Mozart.