Justicia para un espectro olvidado
Inspirada en la novela de horror gótico El monje de Matthew Gregory Lewis de 1796, que entonces hacía furor, La monja sangrante el libreto de fue pergeñado por Eugene Scribe. Se lo ofreció primero a Verdi que desistió, Berlioz lo tuvo entre sus proyectos y finalmente el joven Gounod se decidió por este escandaloso tema que epitomiza los pecados carnales en una jugosa mezcla de religión y romance, a la postre ideal sucesora de su primera ópera, Sapho. En cinco actos, la obra fue bien recibida para su estreno pero luego retirada por el nuevo director de la intrigante ópera parisina que la detestó tachándola de vulgar e indecente. Opacada por los posteriores Romeo y Julieta y Fausto, desapareció del mapa lírico hasta ser exhumada recién en 2008 (Osnabruck, Alemania) y en esta primera versión filmada en la Opera Comique de la ciudad luz en junio de 2018 donde obtuvo triunfal recepción. Para la anécdota, un año después – 1855 – el compositor inglés Edward Loder estrenaría la ópera victoriana, Raymond and Agnes basada en la misma historia.
A esta desdichada monja se le hace justicia tardíamente y si bien no es un trabajo de Gounod como los que le sucederán, debe conocerse máxime cuando está escenificada a este buen nivel. La historia medieval del espectro en pena de una monja masacrada que cada noche vaga por las ruinas del castillo de Moldaw inmiscuyéndose entre los amantes Agnés y Rodolphe, pertenecientes a clanes rivales como no podía ser de otro modo, tiene todos los elementos del culebrón gótico que entretenía, apasionaba y horrorizaba las audiencias de entonces. El disparate es campo de cultivo también para la ópera, ese maravilloso género desbordado y exuberante donde todo puede suceder, donde hasta el llanto y la risa se cantan, un cuento como éste calza perfectamente. Asi lo entiende el director David Bobée al crear un marco imaginativo pero a la vez riguroso a fin de otorgarle atmósfera y credibilidad. Afortunadamente Bobée no se entusiasma con el latente kitsch, prefiere mirar hacia el futuro, léase Wagner, para rescatar sus valores musicales. Es una puesta de tintes wagnerianos con toques cinematográficos donde prima la oscuridad contrastando con columnas de neon que posibilitan diferentes marcos. Priman negros, blancos, grises y rojo sangre, nada mas y nada menos. Le suma un vestuario gótico con alusiones a Game of Thrones que se integra feliz al marco escenográfico, vale destacar al coro y el cuerpo de baile cuyas escenas de conjunto Bobée trata a la perfección, diríase cinematográficamente. Es una acertada decisión al tratarse del primer documento visual para esta literal exhumación lírica.
Cuenta con un elenco solvente que enmarca a un tenor excepcional, Michael Spyres, el americano que viene deslumbrando a los franceses en Berlioz, Gounod, Meyerbeer así como los Donizetti-Rossini en lengua gala. No sorprende que sea el niño mimado gracias a una dicción y estilo perfectos, capaz de encarnar y soportar la imposible tesitura de los personajes románticos de la lírica francesa. Compuesta para el tenor estrella y favorito de Gounod, Louis Guéymard, famoso Arnold de Guillermo Tell, Jean de Leyde de Le prophète, y titular en Robert le diable, como Rodolphe, Sypres se roba el show con agudos deslumbrantes emitidos con pasmosa naturalidad, sumando musicalidad y buen gusto, modélico en sus arias Du Seigneur, pâle fiancée y Un jour plus pur, es suficiente para validar la grabación.
Vannina Santori como Agnés, su contraparte femenina, no se queda atrás con un aporte que la lleva al límite de sus posibilidades. La cavernosa mezzo Marion Lebègue es la espectral monja sangrante y el excelente barítono Jérôme Boutillier es el Comte de Luddorf. El bajo Jean Teitgen como Pierre l’Ermite y la soprano Jodie Devos en el papel travesti de Arthur que antecede al efervescente Stephano de Romeo et Juliette, completa un reparto de calidad.
En el foso orquestal Laurence Equilbey y su grupo de instrumentos de período Insula Orchestra se adapta óptimamente al estilo de Gounod. Fundada por la directora en 2012 se completa con el coro Accentus que formó en 1991. Un trabajo en equipo digno de verse de una obra final y felizmente recuperada.
*GOUNOD, LA NONNE SANGLANTE, EQUILBEY, NAXOS NBD0097V