Visionaria viola, visionaria propuesta de la NWS

Si usted seguramente puede nombrar varios violinistas y cellistas famosos, es probable que le sea mucho mas difícil hacerlo con violistas, que también los hay, incluso célebres. Instrumento mágico y postergado esta tersa voz cantante de la orquesta no es ni soprano (violin) ni mezzo (cello) sino justo la mitad, suerte de “soprano Falcon” (como llaman los franceses a las sopranos cortas con graves de mezzo en honor a la legendaria Cornelie Falcon), viene experimentando un merecido reconocimiento del mundo musical con un repertorio que se amplía dia a dia.

En esa vena, la New World Symphony inauguró lo que será cada temporada un festival dedicado a un instrumento de la orquesta, brillante idea para perfeccionar a los becarios de la Academia Orquestal Americana y, de paso, informar y enseñar al público. Y entonces que mejor que dedicar el primero a rehabilitar la buena, vieja y querida viola trayendo solistas de fama mundial, combinando estrenos, clases magistrales y un despliegue pocas veces visto en estas latitudes para una semana de febril actividad que culminó en tres noches estelares y que trazó el largo camino recorrido por la Cenicienta de la orquesta, por obra y gracia de la NWS venida a reina.

En la primera noche no pudo faltar Bach – de hecho su espíritu campeó sobre cada obra presentada en mayor o menor medida como raíz esencial -con el Sexto Concierto de Brandenburgo liderado por los notables Cynthia Phelps – tocando su invalorable Gasparo de Saló de 1560 – y Jonathan Vinocour en versión para dos violas, dos cellos, dos viola da gamba, dos contrabajos y clavecín, fue tanto mas interesante y transparente que la habitual. Antes, el estreno mundial de Concerto for Viola Ensemble comisionada por la NWS a su alumni Nils Bultman (1975-) deparó una impactante, gratísima sorpresa. Para treinta instrumentos, con Michael Klotz, Erik Rynearson y Madeline Sharp liderando los diferentes niveles de cuerdas de este fenomenal concerto grosso contemporáneo que debería incorporarse al repertorio internacional rápidamente y sin reparos.

Después de las breves y jugosas explicaciones del luthier Samuel Zygmuntowicz, hubo más y aún mejor, la sensacional intervención del irlandés Garth Knox (1956-) pergeñada para las Variaciones de Marin Marais de Les folies d’Espagne con Stephanie Block, Jessica Pasternak y Kip Riecken de la NWS enfrentándose a la célebre Tabea Zimmerman en un duelo de virtuosismo donde la extraordinaria violista alemana llevó el instrumento al límite de sus posibilidades, un capolavoro que repetiriría el sábado con un Berlioz “revisitado”.  Con el Gran Turismo original para ocho violines en arreglo para violas de Andrew Norman (1979-), se tuvo una parodia musical imitando las pinturas del futurista Giacomo Balla para una vertiginosa conclusión de ribetes inesperados que dejó músicos – Nadia Sirota fue la solista que condujo a los siete restantes – y audiencia sin aliento.

Mas experimental, aventurada aunque curiosamente menos trascendente, la segunda jornada sumó instalaciones escénicas y videos para Chemins II para viola y nueve instrumentos de Luciano Berio, a destacar el solista Jonathan Vitancour y director Michel Linville. Si bien la obra evidenció cierta insólita mala edad, mucho mas vibrante resultó el Keep in Touch de Nico Muhly (1981-) con el compositor dirigiendo a Nadia Sirota, ensemble de cámara y el tenor Jason Ferrante en una ensalada sonora desopilante que contrastó con el siniestro quasi inescrutable Viola, Viola de George Benjamin (1960-) a cargo de Tabea Zimmermann y Matthew Lipton sacándose chispas.

De contornos cinematográficos que supieron aprovechar Luke Kritzeck-Clyde Scott en las pantallas, Neharot Neharot (Rio, rio) de Betty Olivero (1954-) llegó como un respiro si accesible, ferozmente testimonial como canto de paz en medio del llanto con la excelente Kim Kashkashian para quien la israeli compuso la pieza y en la que incorpora un bienvenido acordeón.

 

Tabea Zimmermann, foto credit Marco Borggreve

 

Sin desmerecer las dos primeras, lo mejor quedó para la última noche que abrió con el Concierto para viola que Jennifer Higdon (1962-) dedicó al eximio Roberto Díaz quien volvió a desplegar su portentosa expresividad. Con la compositora en la sala, dirigido por Christopher Rountree, el violista recorrió el curioso sendero propuesto por la multipremiada Higdon cuya arquitectura sonora desconcierta y fascina a la vez. En apropiado modo contemplativo, The Viola in My Life de Morton Feldman marcó una instancia tan sublime como reveladora donde se insinuó una infinita galería sombría poblada por sutiles Mark Rothkos (a quien Feldman homenajeó con su Rothko Chapel) bajo un meticuloso Michael Tilson Thomas y una bellísima interpretación de Cynthia Phelps ubicándose en distintas zonas del escenario para crear atmósferas ingrávidas e inaprehensibles.

El triunfal final llegó con el estreno mundial de la total reinvención de la parte solista del Harold en Italia que Berlioz compuso en 1834 para la flamante viola Stradivarius de Paganini que decepcionado ante su brevedad nunca la ejecutó. A instancias de MTT, el exuberante Steven Mackey reelaboró, expandió y añadió material resultante en una frondosa, intrincandísima y virtuosística parte que hubiera deleitado al mismísimo Paganini. En este océano de temperamentos impredecibles que va desde Lord Byron al compositor y guitarrista americano, la soberana nave solista fue una Tabea Zimmermann simplemente deslumbrante imprimiendo el sello de aprobación final a una obra, ahora sí, casi imposible. Rotunda, exquisita, honda, inmensa, distendida, en total comando, la violista brindó una actuación inolvidable secundada por una orquesta asimismo entusiasta protagonista y en literal estado de gracia alimentándose fervorosa del entrenamiento berlioziano obtenido la semana pasada con el Romeo y Julieta inaugural y propulsada por un Michael Tilson Thomas tan energético como preciso. Una versión que ya está clamando por una grabación.

Viola Visions señaló un triunfo artístico, una feliz conclusión para esta merecida revaloración y la incógnita sobre cual será  el instrumento elegido para la próxima temporada. Otra vez, será un festival imperdible.