Tetzlaff y Vogt, dos grandes hacen un coloso

© Photo: Giorgia Bertazzi



 

En el Wertheim Performing Arts de FIU, abrió su temporada Friends of Music Chamber Society con un recital sencillamente excepcional a cargo de dos figuras consagradas de la música clásica actual, el violinista Christian Tetzlaff (Hamburgo, 1966) y el pianista Lars Vogt (Düren, 1970) con un programa espléndido que resaltó no sólo el virtuosismo de ambos sino un nivel artístico de primerísimo orden señalando definitivamente uno de los hitos de la temporada en curso. Desde ya, no debería sorprender la absoluta consustanciación de los intérpretes puesto que colaboran desde hace años, incluso forman un trío y un cuarteto con otros del “clan Tetzlaff”, pero impresiona cuando se constata cómo en su experiencia y complicidad llegan al ideal de parecer un solo artista indivisible a cargo de dos instrumentos.

Inició la velada la Sexta Sonata para violín y piano de Beethoven en la tradición mas clásica con lirismo, elegancia y desempeño superlativo de ambos destacándose una diafanidad que iluminó facetas desconocidas sumado a un balance fluido, espontáneo y exacto. Primó la herencia mozartiana, no sólo en la forma sino en la intención de saber leer entre lineas asi como la línea de canto del violinista al que se aunó la vivacidad poética del pianista.

Compuesta en 1968 y dedicada a David Oistrakh para su sexagésimo cumpleaños, la Sonata Op. 134 de Shostakovich señaló el mayor desafío y definitivo triunfo de la noche con una lectura memorable en la que Tetzlaff y Vogt se sacaron chispas. Obra dificilísima que según Tetzlaff no da en toda su magnitud en el estudio de grabación sino en la sala de conciertos; de hecho la notable grabación de Oistrakh con Sviatoslav Richter no produce el impacto casi visceral que se aprecia en una interpretación en vivo como en esta ocasión. Aqui la sala fue invadida por crescendos implacables, embestidas tumultuosas, pianisimos helados, toques macabros y una atmósfera estremecedora enmarcada en la curiosa arquitectura de la pieza –Pastorale, Allegro Furioso y Variations on a Theme– por un Tetzlaff impagable enfrentado a un Vogt equiparable negociando austeridad y exuberancia sonora magistralmente.

En la segunda parte las Tres Piezas de Gyorgy Kurtag, mínimas pero de cautivantes, fueron sin pausa enlazadas con la Sonata para violín en la mayor de Cesar Franck, un caballito de batalla que sonó con inusitada frescura y nobleza elocuente y donde brilló el lustroso Stefan-Peter Greiner de Tetzlaff, violín construido por el luthier en el año 2000 y que nada tiene que envidiar a ilustrísimos antecesores. Entonación perfecta, claridad unida a calidez y caudal sonoro del violín fueron acompañados por un piano igualmente protagonista evidenciando articulación tan impecable como deliciosa.

Se tuvo así un programa modelo vertido ejemplarmente, irreprochable hasta en el bienvenido anuncio del bis, detalle que tantos interpretes olvidan para desconcierto -y desconcentración- de la audiencia, nada menos que el tercer movimiento de la Tercera Sonata Op. 108 de Brahms. Final ligero, efervescente, perfecta despedida para un deslumbrante tour de force que será difícil de olvidar e igualar.

Próximos conciertos del Ciclo 2019-20 de Friends of Chamber Music

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