Wagner en la New World Symphony: “como Anillo al dedo”
No debería ser una novedad para una metropoli que se precie de tal como Miami, pero lo es, y aunque demasiado tarde, enhorabuena. Vaya entonces una felicitación a la NWS por «atreverse» a programar un concierto íntegramente dedicado a Richard Wagner que el fin de semana pasado marcó una suerte de hito y por otra parte, un desafío para la Academia Orquestal Americana del que salió triunfante.
Gracias a Michael Tilson Thomas, los jóvenes académicos están acostumbrados a navegar las aguas de Mahler pero el “sonido Wagner” – que tanto impactó al compositor bohemio en su primera visita al Festival de Bayreuth en 1883 “Salí mudo, estupefacto, entendí la grandeza y el dolor “-escribió-” lo llevaré por el resto de mi vida” – posee características únicas. Tanto en Parsifal como en El anillo del nibelungo la estética wagneriana dejaron una marca indeleble en Mahler, siendo fragmentos de la monumental tetralogía los que integraron la velada dirigida por el ascendente joven venezolano Domingo Hindoyan.
Cuando de Wagner se trata, resumir en menos de dos horas dieciséis de música tan entramada como indisoluble, conlleva inevitablemente a la expresión “bloody chunks”. Si espléndidas versiones condensadas como las de Lorin Maazel (El anillo sin palabras) o Henk de Vlieger (An Orchestral Adventure) son la excepción, en esta oportunidad se optó por arreglos de contemporáneos del compositor: Wouter Hutschenruyter, Ludwig Stasny y su notable asistente Engelbert Humperdinck, autor de la ópera Hansel y Gretel, auténtica joyita wagneriana en miniatura.
El programa, accesible y ágil, apeló a la sucesión cronológica de la saga sobre la renuncia al amor para obtener el poder de dominar el mundo. Sin el preludio esencial se inició directamente con la entrada de los dioses al Walhallla de Das Rheingold para continuar con Der Männer Sippe y Du bist der Lenz, dos exultantes solos de Sieglinde del primer acto de Die Walküre a cargo de la soprano Heidi Melton. Con la inevitable Cabalgata de Walkirias la audiencia tuvo su momento mas entusiasta seguido por el Fuego mágico y Adiós de Wotan con una orquesta a pleno que iría floreciendo a medida que avanzó el concierto.
A partir de los Murmullos de la foresta de Siegfried, exquisitamente liderado por el becario en dirección orquestal Chad Goodman quien supo aportar el imperativo descanso, la segunda parte resultó obtuvo mayor unidad. Los tres tramos pertenecientes a Götterdämmerung redondearon una noche emocionante donde la protagonista absoluta fue una orquesta resplandeciente en literal estado de gracia. Los cellos sonaron con la contundencia y angularidad necesarias y fue obvio que los metales tuvieron una fiesta, mención especial al corno de Sigfrido y el tema de la espada emergiendo luminosa; a decir verdad, no hubo sección que no mereció elogios. En la Música fúnebre de Sigfrido se tuvo lo mejor de la velada, con Hindoyan hábilmente moviendo la masa sonora como un torrente transportando un barco hacia buen puerto, el efecto fue sobrecogedor y debe destacarse que en ningún momento la gigantesca orquesta saturó la sala ni se empastaron las diferentes secciones, primando el poderío cromático y una bienvenida transparencia. En la Inmolación de Brunilda, cumplió Melton con la extenuante tarea de traspasar la barrera orquestal con el caudal vocal necesario.
Ceder a la inclusión de imágenes para lograr un espectáculo multimedia es una opción tan tentadora como espinosa. Afortunamente las debidas a Michael Matamoros se limitaron sugerir sin distraer con geometrías inspiradas en las runas nórdicas acertando especialmente en los murmullos de la foresta; en cambio se perdió oportunidad de lucimiento en la creación del arco iris o la transición final de fuego a agua que pasaron desapercibidas.
Hasta ahora la presencia wagneriana en Miami se ha limitado a venerables Valquiria y Holandés en la década de los noventa en la FGO, al entusiasta festival de verano de Michael Rossi que la pasada temporada ofreció Das Rheingold y algunas oberturas por orquestas visitantes y residentes. Este éxito marca un pequeño gran paso, que sea sólo el comienzo. Miami no sólo lo necesita, también se lo merece.
Photo credit: Rui Dias-Aidos, cortesía NWS