Triunfante Denève al frente de la NWS
Alex Markow
Gracias al sutil pero firme liderazgo de su nuevo director artístico, Stéphan Denève, la apertura “oficial” de la temporada de la New World Symphony en Miami Beach el pasado 14 de octubre emergió triunfante de varios desafíos. En primer término, la orquesta con su flamante treintena de becarios en el primer año volvió a exhibir, amén de una bienvenida solidez, su adaptación a los típicos imprevistos que suceden en programación. De ahí que la cancelación de las esperadas Canciones de Neruda de Peter Lieberson debido a la enfermedad de la mezzosoprano Kelly O’Connor fuera subsanada por el providencial retorno de Gabriela Montero quien no sólo cumplió sino que salvó la presencia del solista de la noche en el Segundo concierto para piano de Rachmaninoff. La pianista venezolana se halla a sus anchas en el compositor y con apenas un ensayo salió a defender la obra y por cierto, lo hizo tan bien como acostumbra. Cómoda en el Adagio, convenció con un arco trazado dentro del mas certero romanticismo y literalmente “concertó” con los tiempos del director, mas urgentes, plenos de un barniz lírico que nunca cayó en la grandilocuencia que suele aquejar a esta obra tan popular, Denève huyó sabiamente de cualquier mera semejanza al toque hollywoodense. Se apreció una lectura mas cercana al espíritu del compositor con una orquesta fervorosa que por momentos cubrió el sonido del piano pero que no obstante fue coronada con la previsible ovación a director y solista, quien propinó una de sus celebradas improvisaciones a partir sugerencias del público. Montero sorprendió con un Hava Nagila de recio corte bachiano sin eludir la grandiosidad de los románticos tan cercanos a su sensibilidad.
Previamente se escuchó (y vió, gracias al aporte visual de Michael Matamoros) Visions of Cahokia de James Lee III, presente en la sala, quien comentó sobre su composición en escena. Inspirada por la mítica ciudad de Cahokia en Mississippi, el notable asentamiento urbano de varias tribus e insólitas características que floreció entre los siglos V y XII. Gracias al trabajo de Lee, Cahokia obtiene una revaloración e interés merecidos. En tres suscintos movimientos propone un regreso al origen de la americanidad proveyéndolos de ritmo contagioso y un aura mística que Denève supo plasmar con su joven orquesta.
En la segunda parte del programa, Denève pareció hacer magia con su arreglo personal de la suite del ballet Romeo y Julieta de Prokofiev, mas coherente que las tres bien conocidas, permitiendo seguir cronológicamente la línea argumental, otorgándole mas intimidad y en última instancia, mas cercana a la esencia shakespeareana. Fueron cuarenta minutos donde la orquesta pareció hallarse en “estado de gracia”, cada intervención solista fue impecable y la transparencia que conjuró el director francés denotaron su exquisito fraseo y su concepción arquitectónica del capolavoro de Prokofiev, una de las mejores sino la mejor partitura de ballet del siglo XX. La vivacidad de Julieta, la muerte de Tebaldo, la monumental danza contrapuntística de Montescos y Capuletos, el encuentro de los amantes y la escena de la tumba pasaron frente a los ojos de cada espectador sin necesidad de ilustraciones, bastó la música y la espléndida narración del director que culminó en un pianissimo memorable ante el conmovido silencio de la sala que supo esperar hasta que Denève bajó sus manos y asi premiarlos como corresponde.
Próximo concierto: Danzas de West Side Story y mas (información y enlace)
Alex Markow
