Soberbia reconstrucción de la original Butterfly

 

Cuando el próximo fin de semana Madama Butterfly regrese al escenario de Florida Grand Opera lo hará en la popularísima versión revisada en 1907 por el compositor, de hecho la quinta y última desde el desastroso estreno en la Scala en febrero de 1904.

Mientras tanto, un flamante DVD revive este célebre “fiasco” de 1904 que volvió a inaugurar la temporada escalígera del 2016 para iluminar facetas desconocidas y echar por tierra la mala fama injustamente ganada. De este modo, en su segunda temporada como director del teatro milanés, Riccardo Chailly recuperaba un momento histórico pese a la desavenencia con Simonetta Puccini, última descendiente directa de Giacomo fallecida en el 2017, que argumentó iba en contra de las intenciones finales de su abuelo. Chailly junto al el musicólogo Julian Smith, que la reconstruyó en 1981 para La Fenice veneciana, reinstauraron mas de mil cien compases del primer acto regresándola además a los dos actos originales entre otros detalles amén de la evidente ausencia del aria Addio Fiorito asil de Pinkerton compuesta posteriormente para satisfacer al público ávido de tenores.

Chailly es hoy por hoy el gran revalorizador pucciniano, no sólo con el estreno de la inconclusa Turandot completada por Luciano Berio y La Fanciulla del West sin cortes (habría que agregar la reciente Tosca escalígera) sino con esta magistral Madama Butterfly que merece toda la atención del teatro adonde recién regresó en 1925 un año despues de la muerte del maestro y gracias a Arturo Toscanini.

Valió la pena el rescate aunque la versión no supere el efecto dramático de la última de 1907, mas ágil y teatral. En esta suntuosa presentación, el mundo costumbrista del Japón de entonces emerge enriquecido, si en instancias algo tedioso, asi como el personaje de Kate Pinkerton que adquiere una dimensión mas noble mientras el teniente refuerza su faceta de villano egoísta; para la anécdota, Butterfly llama al novio “F.B. Pinkerton” por Francis Blummy Pinkerton en vez del acostumbrado Benjamin Franklin. En el foso orquestal deslumbra Chailly obteniendo el balance entre opulento colorido e incandescencia melódica, sin contar con tantos nuevos encantadores detalles, verdaderos hallazgos que confieren a la partitura una exquisitez insólita con aires de impresionismo francés alejada del melodrama italiano, tanto mas «orientalista» por derecho propio.

 

 

Equiparándose a la labor del director musical, la puesta en escena del letón Alvis Hermanis con decorados de Leila Fteita y trajes de Kristıne Jurjane es simplemente extraordinaria. Con un barniz aparentemente tradicional conlleva un rigor estético y espectro cromático ejemplares sin renunciar a una espectacularidad inherente a la ópera de entonces, espectacularidad que con el correr del siglo XX sería reemplazada por el cine. En varios niveles, juega continuamente con imágenes pictóricas del “japonismo” entonces tan de moda, mostrando la fascinación estética de occidente con oriente, una fascinación que no implicaba real interés por su cultura sino mera diversión cuando no ansias de conquista. Desde el vamos no hay fusión de culturas, sino obvia separación como se verá en la tragedia en ciernes. Las proyecciones en video de Ineta Sipunova sobre ese frágil universo de papel contribuyen con sobrecogedora dinámica, en belleza y acento dramático, así todas las flores, todas las geishas, todas las garzas, todas las mariposas tapizan el ámbito estremeciéndose como esa palpitante “mosca prisionera” que es el enloquecido corazón de Cio-Cio-San. El efecto es tan musical y precioso – en el sentido de belleza y preciosismo a la vez – como devastador, potenciando la música que llega desde el foso.

Asimismo devastadora es la escena entre Butterfly y Sharpless del segundo acto, occidentalizado escenográficamente, de corte e intimidad casi chejovianas, donde se palpa la dolorosa metamorfosis de la protagonista con un trabajo notable de Maria José Siri, la soprano uruguaya que construye una Butterfly, contenida, ensimismada y conmovedora a partir de una figura de muñeca de cera y que instancias evoca a Mirella Freni en el film de Ponnelle-Karajan. La secunda espléndida la Suzuki de Annalisa Stroppa, por momentos excesivamente coreografiada, y un magistral Carlos Alvarez a cargo de un Sharpless detalladísimo, menos benigno que de costumbre. Aún menos el Pinkerton del americano Bryan Hymel, exacto en el personaje, impulsivo y seductor, mas allá de cierta naiveté incapaz de empatizar con ese universo desconocido y sus criaturas, de hecho víctimas. Nicole Brandolino y Carlo Bosi merecen nombrarse como Kate y Goro respectivamente completando un elenco tan ajustado como la puesta que cosechó la larga ovación registrada esa noche.

De un refinamiento ejemplar en cada rubro, esta resurrección de Butterfly es un aporte valioso para ver y disfrutar cada instante, los conocidos y los por conocer. Excelente presentacion y bono adjunto.

*MADAMA BUTTERFLY, CHAILLY, DVD DECCA 074 3982

 

INFORMACION FGO

MADAMA BUTTERFLY, FLORIDA GRAND OPERA

ENERO 18-FEBRERO 1, MIAMI-FORT LAUDERDALE