El caso Spyres («Il caso è bello»)
Mientras los actuales primo tenores se disputan supremacía, Michael Spyres cultiva una senda originalísima, fuera de competencia y tanto mas reconfortante, la del arte del “baritenor” que despliega en su flamante compacto. Un recital discográfico que acarreará la consabida polémica y que los conocedores discutirán sobre datos, técnica y antepasados a rabiar. No queda otra opción que distenderse y comprobar cómo el tenor de Missouri se divierte con este fenomenal tour-de-force. El resultado sorprende a cada instante.
Generoso en todo sentido, de quince compositores desfilan dieciocho arias en orden cronológico – y estilístico – abarcando tres siglos de canto para tenor y barítono. Con pasmosa facilidad Spyres cambia registros, y en casos los alterna en un mismo extracto, el cantante cita como ejemplo al parisino Jean-Blaise Martin (1768–1837) que hizo su carrera como “baritenor”, embarcándose en un periplo tan riguroso como efervescente que empieza con el Idomeneo de Mozart y finaliza con Paul de Die tote Stadt de Korngold (un papel que ansia cantar según el reciente «cuestionario Proust») sin olvidarse de Wagner, Verdi, Rossini, Méhul, Adam Spontini y otros.
Hizo su nombre como tenor pero fue barítono en su primera década, Plácido Domingo también y en plenitud grabó el Figaro de El barbero de Sevilla, antes de su ocaso actual cantando personajes de la cuerda. Lo cierto es que su capacidad de aclarar u obscurecer el timbre es prodigiosa. En el concienzudo folleto adjunto Spyres anota que el “baritenor” es un fenómeno olvidado extendiéndose sobre la aparición del “baryton-Martin” y la asignación de ciertos papeles a diferentes cuerdas por Mozart – Don Giovanni y Almaviva de Nozze por tenores como Nozzari y Manuel García – y contemporáneos.
Spyres ataca Fuor del mar mozartiano con la misma contundencia y eficacia que el Hamlet de Thomas, el Conde de Luna de Il trovatore y hasta el prólogo de I Pagliacci. Regresa al Otello de Rossini, al Postillon de Lonjumeau y la balada de Kleinzach de Hoffmann, uno de sus papeles favoritos. No queda afuera ni el Tonio de La hija del regimiento con su catarata de agudos, ni las rarezas de Mehúl (Ariodant) y La vestale de Spontini, asi como la narración de Lohengrin en francés. Vale recordar su fascinante álbum de arias en francés, Espoir, donde exploró el repertorio del gran Gilbert-Louis Duprez para el sello Opera Rara. Tampoco falta La hora española de Ravel y La viuda alegre, Spyres se atreve también con el Cour d’amour de Carmina Burana con la espléndida Orchestre philharmonique de Strasbourg bajo Marko Letonja.
No tan famoso en su país como debiera e idolatrado en Francia, acaba de cantar Florestan de Fidelio, La condenación de Fausto y Las noches de estío de Berlioz y de acuerdo a su página web, abordará Tristan en Lyon en 2022. Si los planes de Spyres no dejan de inquietar por la salud vocal que implica tal amplitud de repertorio apuntando a los papeles mas exigentes, este recital es un hito en su carrera y un deleite para sus fans. Quienes aún no lo conozcan, quedarán deslumbrados, empezando por su irresistible Largo al factotum de una frescura insólita. Con elegancia sin par, Spyres goza y se divierte tanto con su propuesta que contagia hasta al mas renuente, un capolavoro.
*Baritenor, Michael Spyres; Orchestre philharmonique de Strasbourg/Marko Letonja, Erato 9029515666, duración 84:30