Reveladora Mälkki y NWS en el Knight Hall del AAC

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credit photo Chris Lee

Asistir a un concierto de la New World Symphony fuera de su ámbito natural – el NWS Center de Miami Beach diseñado por Frank Gehry – constituye una experiencia fascinante: posibilita apreciar y en última instancia juzgar a la “Academia Orquestal Americana” desde otro punto de vista, compararla con sus hermanas mayores, en suma, comprobar el grado de asimilación y perfeccionamiento de sus jóvenes integrantes. 

En su primer concierto de la temporada en la sala Knight del Adrienne Arsht Center la orquesta entregó un concierto memorable guiada por una directora excepcional, Susana Mälkki. No es la primera vez que trabaja con la NWS imprimiendo un sello de excelencia pero esta vez el resultado superó expectativas, fue una reveladora lección gracias a la solidez e imaginación de la líder finlandesa.

Su exhaustivo trabajo motivó a la NWS, que este año cuenta con 25 flamantes miembros, a una envidiable asimilación del material apreciándosela en Sibelius y el Segundo Concierto para piano de Liszt por el virtuoso Jean Yves Thibaudet, obra en reemplazo del programado Mendelssohn, atinado cambio que acrecentó el interés por la velada.

El pianista francés interpretó con su acostumbrada bravura una obra que si algo trillada no por eso es menos importante, brillando especialmente en los momentos mas introspectivos. Los fuegos de artificio típicamente lisztianos no presentaron obstáculo alguno y el momento del concierto llegó con el diálogo entre pianista y cellista, impecable intervención del becario Ben Fryxell. Mälkki creo el marco ideal para lucimiento de orquesta y solista que como bis emocionó con la tercera Consolación del compositor, broche apropiado de alta intensidad poética.

Previamente, el becario en dirección orquestal Chad Goodman se lanzó al desafío de dirigir Sukkot Though Orion’s Nebula comisionada por la NWS a James Lee III hace una década. Intrincada y endemoniada, es decir poco, plena de contrastes y dificultades está inspirada en el festival judío de la cosecha consta de diez minutos que funcionan como perfecta obertura y precalentamiento de músicos y audiencia, con feroz participación de percusión y vientos. Goodman estuvo a la altura de las circunstancias liderando una lectura tan espontánea que ocultó las rispideces extremas de la partitura, como debe ser.

Con la Segunda Sinfonía de Sibelius, Mälkki obtuvo una respuesta colosal de la joven orquesta. Experta en el máximo compositor finlandés (sus lecturas de la obra pueden verse en youtube con la Orquesta de Radio Frankfurt y nada menos que la Filarmónica de Berlin) convenció al plasmar la naturaleza de su tierra con una diafanidad y dramatismo superlativos en la que no faltó misterio ni lirismo. En ataques y pizzicattos las cuerdas – este año especialmente lustrosas – pintaron con urgencia y naturalidad torrentes, rápidos y remansos abarcando un amplísimo espectro cromático que compitió con bronces y vientos, mención aparte para los cuatro cornos y trompetas. Construyendo cada instante, fue la original concepción de Malkki, la que dió nueva vida a una obra muy conocida con una lectura fresca que culminó avasalladora. Cada pausa fue rotunda para reiniciar una transparente corriente sonora hasta el glorioso final que motivó la merecida ovación. Mälkki no solo directora sino comunicadora, maestra y evidente música de músicos, supo compartirla con los «neworldsymphoners», generoso cierre de una noche inolvidable. De esto se trata.

Información de la NWS

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Susanna Mälkki y «fellow conductor» Chad Goodman