Pappano y la manzana
Es sabido que Guillermo Tell es tanto más que “la música de El llanero solitario” y si es imposible evitar caer en tal obviedad, Antonio Pappano se ocupa de constatar sus innumerables virtudes. La última ópera de Rossini es la consumación de su talento y sabiduría escénica pese a su extensión y algunas inconsistencias del libreto. Presentes todos los elementos de la Grand-Opera, la resolución magistral de tan vasto fresco musical provoca hoy tanta admiración como en su tiempo, cuando el mismo Wagner la vió como perfecta amalgama de música y drama (a lo que Rossini ironizó “¿Entonces, compuse música para el futuro?”, el alemán no se quedó atrás respondiéndole “No maestro, música para todos los tiempos”).
Ópera que para Bellini hacía parecer “música para pigmeos” a todas las demás, pese al éxito inicial (alcanzó las 500 representaciones en vida de Rossini), por sus requerimientos monumentales cayó en el olvido viéndose muy esporádicamente representada. Su longitud y complejidad – además de un tenor capaz de abordar la parte de Arnold – hace que cada emprendimiento sea una ocasión imperdible y justamente de eso se trata la que dirigió Antonio Pappano en Roma, 2010 y cuya toma en vivo edita EMI.
El eximio director británico sigue construyendo una discografía impecable que testimonia los estándares líricos del presente tal como lo hicieron sus antecesores Riccardo Muti y James Levine. El mérito de Pappano no se limita a materializar el triunfo de grabar en los tiempos que corren, sino a brindar una lectura expansiva, soberbia y a extraer lo mejor de cada integrante en esta edición crítica, prácticamente integral en tres generosos cedés que totalizan 208 minutos.
La orquesta y coro de «su» Academia de Santa Cecilia crean el marco ideal para el desempeño de un elenco que acusa pocas flaquezas y cuyos puntales son el canadiense Gerald Finley (magistral Tell) y el estadounidense John Osborn, irreprochable Arnold que afronta un test de tesitura y resistencia, al que contados se atreven, para salir airoso. Un punto por debajo la Mathilde de la fervorosa Malin Byström, a su Sombre foret le falta el toque de urgencia y exquisitez gálica que emerge naturalmente de Marie-Nicole Lemieux en el breve rol de Hedwige. El entusiasmo del elenco es sólo superado por el aplauso que en más de una oportunidad interrumpe e irrita. Un detalle que debió editarse y que desmerece la excelente edición y presentación de EMI.
Anteriormente llevada al disco en no menos que tres ocasiones, WT cuenta con dignas versiones completas por Gardelli (con Nicolai Gedda, Caballé, Bacquier) y dos en italiano (Chailly con Pavarotti, Freni y Milnes y luego Muti con Merritt, Studer, Zancanaro, también en DVD) y otras en vivo, destacándose las de Luisi y Campanella, ambas con Thomas Hampson en el rol titular y en francés.
En síntesis, otro golazo de Pappano testimoniando una formidable velada lírica de una ópera que poco a poco retoma el lugar que nunca debió perder☼
Sebastian Spreng©
* ROSSINI, WILLIAM TELL, EMI 50999 0 28826