La voz humana, natural ejercicio para divas
Durante cuarenta minutos de entrecortada comunicación telefónica, “Ella” será abandonada por «Él», su amante infiel. Esa «voz humana» al teléfono es único nexo para un soliloquio que destila pasión, desesperación y que conduce al suicidio inexorable. Es el monólogo del desamparo y que, según la intérprete, puede ser drama devastador, peligroso ejercicio, culebrón anticuado o el almodovariano folletín que inspiró Mujeres al borde de un ataque de nervios.
El texto de Jean Cocteau (abandonado con la muerte súbita de Raymond Radiguet y en tormentosa relación con Jean Desbordes) fue luego musicalizado por Francis Poulenc (abandonado por Louis Gautier) para un tour de force que ha sido vehículo a grandes actrices, gracias a Cocteau, y a grandes cantantes, gracias a Poulenc, y que hoy acarrea una indudable “mala edad”, gracias al teléfono celular, las redes sociales, la satisfacción instantánea y otros males del momento. Pero su esencia puede rescatarse con una interpretación que reviva en la medida justa este monólogo – y luego ópera – referencial del siglo XX.
El monodrama de Cocteau fue estrenado por Berthe Bovy (1930) y la ópera de Poulenc (1959) por su destinataria Denise Duval, aunque originalmente fue Maria Callas la primera sugerida por el editor Ricordi. Y si queda fuera de discusión la supremacía de la francesa, absolutamente sintonizada con el lenguaje del compositor, no cuesta demasiado imaginar lo que hubiera sido la griega con las connotaciones biográficas que rodearon su existencia.
Si La voz humana resultó arduo para actrices (y entre tantas se cuenta a Simone Signoret que lo grabó, a Anna Magnani e Ingrid Bergman, con Rossellini de por medio, que lo filmaron, en teatro Anna Proclemer, Liv Ullmann, Martine Chevalier en teatro y a China Zorrilla que lo paseó por Sudamérica), lo es más aún para cantantes por las características del género musical que puede apuntalar o llevar al naufragio total la representación. En este salto mortal al vacío (donde la cantante debe llevar el tempo del director de orquesta) y al que se atrevieron más de cuarenta ilustres como Jane Rhodes, Francoise Pollet, Magda Olivero, Galina Vishnevskaya, Renata Scotto, Anja Silja, Josephine Barstow, Catherine Malfitano, Julia Migenes, Carole Farley, Jessye Norman y Audra McDonald; después de haberla grabado espléndidamente con orquesta en el 2001 reincide la veterana Felicity Lott para este estreno mundial en DVD de la versión con piano que el compositor vetó después de estrenarla.
Un piano solitario que acentúa, que subraya mejor que una orquesta, que nunca estorba y que es el primer acierto de una lectura rica, con dicción y timing perfectos por parte de Dame «FLott» que encarna el espíritu francés mejor que muchas nativas. La escena es decididamente convencional pero no valen ni hacen falta actualizaciones si la intención fue testimoniar una época. A los sesenta y cinco años, la británica entrega la decantación de su arte acompañada por Graham Johnson, su eterno compañero de aventuras, piedra fundamental y mejor aliado en la empresa. Ambos concretan el proyecto alejando toda trepidación y duda, sumándole la exacta dosis de indispensable encanto gálico. Y si queda el enigma de cómo la hubiese hecho Callas, Régine Crespin o una Teresa Stratas – eran famosas sus maratónicas charlas telefónicas intercontinentales con cierto director de orquesta – quizás Natalie Dessay y Barbara Hannigan puedan ser las únicas capaces de desafiar a la ejemplar «FLott».
El amor seguirá cobrando víctimas con celular, teléfono con o sin cables mediante, y si ya se hizo en teatro protagonizado por un actor, es curioso que todavía no se haya intentado una transcripción para voz masculina. Sin ir muy lejos, hoy Jonas Kaufmann se adueña de las Wesendonck-Lieder y Matthias Görne del ciclo Frauenliebe und Leben; teniendo en cuenta el origen del monólogo, la opción de «Ella» como «Él» se perfila como una posibilidad apetecible y nada desdeñable.
* POULENC, LA VOIX HUMAINE, CHAMPS HILL RECORDS, DVD CHRBRO45