«Sunday Afternoons of Music», un oasis necesario
“Mi intención fue crear un oasis, un oasis de buena música para las tardes de domingo” dijo la incansable Doreen Marx en el escenario del Gusman Theater a la vez que anunciaba su decisión – después de 33 años de actividad ininterrumpida – de concluir con esta temporada sus Sundays Afternoons of Music. Y no cabe duda que esta mujer menuda e intrépida creó un oasis que combatió y disipó – aún disipa – la modorra de tantos domingos miamenses. Al igual que este último domingo 16 de febrero, donde el virtuosismo intachable de Ray Chen y Julio Elizalde esfumó en parte la tristeza que se apoderó el público al saber la noticia.
El adjetivo “incansable” va siempre unido a su nombre. Es una sobreviviente en todo sentido, un referente del Miami que fue y que sin embargo permanece vigente gracias a su misión inclaudicable de brindar buena música a todo el que se le cruce por delante. Razones tienes para decir que está cansada, pero verla subir ágil al escenario o arengar al público para que pida un bis desmienten sus casi 88 años. Doreen es cálida, segura, sencilla, insólita comunicadora nata y básicamente, querible. Para los que la conocen, verla es visualizar a aquella jovencita huyendo del humeante Tube londinense, corriendo desesperada millas en pleno Blitz para llegar a su casa y comprobar que los suyos están vivos. Ese mismo cuidado, esa misma atención es la que ha brindado a su público y a sus artistas. Hasta no hace mucho, sus tardes de concierto se continuaban en su casa, abierta y colmada de suscriptores departiendo amablemente hasta bien cerrada la noche con sus artistas fuera Ben Heppner, Steven Isserlis, Olga Kern, Michael Schade, Isabel Bayrakdarian, Aaron Rosand, Jaime Laredo, Eglise Gutierrez o el matrimonio Wu Han y David Finckel al son de la infaltable comida china diligentemente provista por Byron (90), su inseparable cómplice de aventuras.
Si su vida merecería otro artículo que engarzara sus memorias – incluído Londres, guerras, Nueva York, matrimonios, hijos, nietos, cáncer y por qué recaló en Florida para quedarse – hoy es necesario alertar a la comunidad artística de Miami del peligro que implica la inminente desaparición de un emprendimiento que ha brindado buena música a todos por igual, y entonces se hace vital recordar sus series para niños que testifican su compromiso en la formación de público joven durante los últimos 28 años. Quizás alguien con la suficiente visión acuda al rescate y acepte el reto de ocupar su lugar, quizás aparezcan otras alternativas o iniciativas jóvenes igualmente dinámicas, las posibilidades latentes son muchas. En cambio, no hay garantía que su audiencia trabajada durante años se fusione con la de otras entidades, algo que sucedió sólo parcialmente con otras organizaciones musicales hoy extinctas. Y sería una perdida igual o más lamentable.
Amén de altos y bajos inevitables, sin pretender ni exagerar durante tres décadas supo incorporar el talento local con el internacional; por cierto, estas últimas temporadas presentó a Amit Peled, Alon Goldstein, Nadine Sierra, Jeremy Dench y Joshua Roman por nombrar sólo a cinco memorables. Los últimos dos conciertos programados serán tanto o más memorables. El gran Richard Goode en un imperdible programa Schubert-Debussy-Janacek el 16 de marzo y la sensacional Isabel Leonard, la mezzo lírica que ha tomado por asalto a Nueva York, Chicago y pronto todo el planeta, cerrará el año el 18 de mayo.
La música clásica sufre el estigma de ser elitista pero toda posibilidad se aleja si hay medios para presentarla y difundirla. Nadie más generoso y menos elitista que los artistas. Si ellos son los ladrillos que hacen la casa, necesitan el aporte de la comunidad (léase patrocinadores, empresas, etc) que provean el techo que complete esa vivienda, ese refugio del espíritu donde todos recuperan fuerzas vitales. Frente a la bienvenida avalancha de la técnica – y a no olvidar la pereza que engendra – la experiencia de la música en vivo es hoy mas preciosa que nunca. Por vívida y natural, nutre, enseña, educa, forma en todo sentido y a todas las edades. Es agua fresca de manantial versus agua envasada. Es la principal razón para no dejar avanzar al desierto, para no dejar secar los oasis necesarios, aquellos que calman la sed esencial.
Más Información de Sundays Afternoon of Music