La diva faltó a la cita pero el show debe continuar

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La presencia estelar de Deborah Voigt era el innegable atractivo central de la inauguración del segundo Miami Music Summer Festival pero la soprano enfermó horas antes de llegar a la ciudad no teniendo otro remedio que suspender su actuación. La inesperada cancelación puso a prueba el temple de los organizadores que sustituyeron a la famosa cantante con un grupo de última hora y que pese a tal contrariedad – algunos espectadores abandonaron la sala cuando se dio la mala noticia – logró cubrir decorosamente la primera parte del largo concierto de apertura. El concierto se hizo largo porque desde el vamos lo era, quizás hubiese sido mejor programar desde el vamos un poema de Richard Strauss o preludios y oberturas de Verdi y Wagner para acompañar a la diva; lo cierto es que las exigencias y extensión de la Quinta Sinfonía de Mahler son un plato fuerte de por sí capaz de sostener una velada orquestal, máxime cuando se trata de un ensamble integrado por estudiantes.

Exceso de optimismo, falta de experiencia, error de cálculo o una combinación de las tres cosas evidenciaron flaquezas que deben y pueden repararse en esta nueva empresa que con tanto ímpetu desea llenar el insoportable vacío musical veraniego en la ciudad. Lo cierto es que ante la ausencia de la estrella de la noche hubo que bajar las expectativas y atender el concierto desde otra perspectiva, teniendo en cuenta además que tampoco colaboró la acústica del teatro de Barry University, en exceso amortiguante para cantantes y orquesta.

Vale destacar las entusiastas contribuciones por parte de los noveles cantantes que salieron “al toro”, en especial Betsy Diaz que se animó a enfrentar las arias del programa de Voigt. Para llegar a una opinión más objetiva de este grupo de valiosas promesas vocales habrá que esperar a las representaciones de las óperas programadas, porque si en general satisfactorias quedó claro que deben pulirse para obtener un rendimiento mas parejo. En esta oportunidad, se cumplió con la premisa de salvar la noche: el show debía continuar. Y continuó.

Asimismo la orquesta de jóvenes estudiantes evidenció un notable afianzamiento a lo largo de la sinfonía, con un desempeño que pasó de precario en algunas instancias del primer movimiento a francamente meritorio en el segundo y tercero. El hábil Michael Rossi llevó el célebre adagietto a un tempo mas rápido que el acostumbrado hoy día y al regresarlo a una dinámica acorde con interpretaciones cercanas a su estreno salió ganando, exhibiendo un discurso fluido y eficaz. El último movimiento halló al grupo bien consustanciado demostrando con creces el tramo mas ajustado de la segunda parte.

El viernes le llega el turno a Una vida de héroe de Richard Strauss y el fin de semana, Hansel y Gretel, un título mucho mas difícil de lo que aparenta y una de las joyitas del repertorio lírico. El ambicioso programa del verano impulsado por su creador y director Michael Rossi y sus colegas está en plena marcha, merece crédito y apoyo del público local.

Información del Miami Summer Music Festival 

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