Inmenso Vickers, adiós al tenor que metía miedo

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“Al fin un tenor que actúa” exclamó Maria Callas mientras corría a abrazarlo. Tenía razón, había encontrado en Vickers su contraparte masculina. Otro artista irrepetible que hasta en ese Jon sin h, era diferente a todos. Poseedor de un histrionismo particularísimo y de una voz inmensa, técnicamente “fea”; como Rysanek – o la misma Callas – Vickers era un gusto adquirido, estar de su lado era el único modo de captar el arte y colorido de una voz oscura, generosa, cálida, doliente, carnosa, sin el metal que se asocia con lo heroico, y sin embargo heroica hasta la médula. Como otro Prometeo, aquel “Gott!” del encadenado Florestán rasgaba la noche de la libertad erizando al mas indiferente; aquella espera de Tristan se hacía tan insoportable como su herida abierta, como aquella otra que Parsifal curará con la espada o como el “Total eclipse” del Samson handeliano, de otra dimensión, que aniquilaba toda crítica porque era todo sentimiento. Era una voz oceánica que crecía, rodeaba, abrazaba, estremecía al espectador.

Jon Vickers metía miedo, era un coloso que atemorizaba a sus colegas – y mas de una famosa Desdémona, Nedda o Carmen temió por su vida ante su vehemencia desatada -, dentro y fuera de la escena era como Gulliver en Liliput. El sexto de ocho hijos de un pastor y maestro se consagró lejos del Saskatchewan que lo vió nacer, lejos del ámbito rural de la “versión pobre de la Familia Trapp” donde todos hacían música, fue en el Covent Garden londinense un año después de su debut en Ballo en la sensacional puesta de Don Carlo firmada por Luchino Visconti y dirigida por Giulini donde se enfrentó a otros dos actores-cantantes de raza: Tito Gobbi y Boris Christoff. Antes había cantado el duque de Rigoletto, Alfredo, Don José y el vocalmente imposible Enée de Les Troyens en 1957 dirigido por John Gielgud con el que regresaría a Covent Garden en la aclamada integral del centenario berlioziano con Colin Davis en 1969.

Para Vickers no había roles secundarios, si por secundario se entiende ser Jason para la Medea de Callas o Eileen Farrell, Pollione para la Norma de Caballe y Vasek para La novia vendida de Stratas quien dijo «Volátil, sufriente, poderosa, su voz parecía saber todo de este mundo». No se necesitaba verlo, sólo con su canto podía imaginarse el personaje de turno; como Callas, pasaba esa prueba suprema sin proponérselo. Basta con su Recondita armonia, en el disco de arias con Serafin, Vickers es un pintor asombrado ante la creación artística como ningún otro, al igual que en el Viaje de invierno schubertiano, lacerante casi insoportable en su lenta agonía. La misma de Tristan.

En su canon wagneriano primero llegó Siegmund en Bayreuth 1958, nunca el hijo de Wälse sonó tan desvalido y esperanzado; luego Parsifal, y en ambas Rysanek fue su Sieglinde y Kundry ideal, se encendían mutuamente, se perdían uno en el otro. Rechazó Siegfried, Lohengrin y especialmente Tannhäuser, al que repudiaba moralmente. Recién en 1971 se sintió listo para Tristan y una paciente Isolda que lo esperó catorce años en conformar la pareja soñada, la veterana Birgit Nilsson. Primero fue en el Colón porteño, luego Viena, el 30 de enero de 1974 en el Met y en las Chorégies d’Orange, afortunadamente filmado. 

Si discutido como verdiano en Radamés o Alvaro, en Otello («el Julio César del imperio veneciano») halló el rol italiano a su medida – a disputarse con Canio en Pagliacci. Era un animal atormentado, público y Desdémonas temblaron ante su furia, pueden atestiguarlo Scotto, Stratas, Te Kanawa, Rysanek y Freni en la filmación con Karajan. Con Andrea Chenier, Benvenuto Cellini, Hermann en La dama de pique, Laca en Jenufa, Ratan-Sen en Padmavati, Sergei en Lady Macbeth de Mtsensk, Herodes en Salome, el tenor en el Requiem de Verdi y Das Lied von der Erde, Nerone en La coronación de Popea demostró una versatilidad que culminaría en el otro Sansón, el de Saint-Säens y por supuesto, el rechazado Peter Grimes donde cambiaría para siempre la concepción del pescador que Britten había creado para Pears. Era su antítesis y no obstante, también era Peter Grimes. Había volcado la experiencia de todos sus héroes en un antihéroe y aquella extraña combinación de melancolía insondable, anhelo y esperanza reflejadas en la voz para hacer de la “escena de locura” de Grimes una gran escena belcantista trasladada al siglo XX.

Tristan, Otello, Grimes, Florestan y Eneas, con Parsifal, Canio, Samson y Don José representan el mayor legado de un artista total que veía en Wieland Wagner y Maria Callas los revolucionarios de la ópera de posguerra, tenía razón, como la tuvo Elijah Moshinsky “Vickers es el Marlon Brando de los tenores”.

Puritano y moralista, incorruptible y terco, explosivo y controvertido, recalcitrante y tierno, para este iracundo canadiense especialista en “inadaptados” el arte “es una pulseada con el significado de la vida y que hoy perdió sentido ante una sociedad abocada a borrar el límite entre arte y mero entretenimiento”. Su imaginación musical y los riesgos que tomaba superaban todo reparo vocal, se jugaba a todo o nada y ese todo podía ser un pianissimo que cortaba el aire. En urgencia e intención, Vickers era la obsesión encarnada en una voz .

Se retiró en 1988, en 1991 murió Henrietta, la madre de sus hijos y compañera de cuatro décadas, volvió a casarse dos años después. Luego llegó el silencio, el mal de Alzheimer propinó largos años de oscuridad al titán. En el final, sus personajes hablaron por él, como Sansón… Total eclipse, no sun, no moon…. como Otello… Niun mi tema… el buen Jon ya había dejado de meter miedo.

* Jon (Jonathan Stewart) Vickers, 29 de octubre de 1926, Prince Albert- 10 de julio de 2015, Ontario. 

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Discografía selecta

Beethoven, Fidelio. Philharmonia O, Klemperer. 1962. Berlioz, Les Troyens. Covent Garden, C. Davis. 1969. Bizet, Carmen. Vienna Phil O, Karajan. 1966. Britten, Peter Grimes. Royal Opera, C. Davis. 1978. Cherubini, Medea. Dallas Civic, Rescigno. 1958. Handel, Messiah. Royal Phil O, Beecham. 1959. Italian Arias. Rome Opera House O, Serafin. 1964 Mahler, Das Lied von der Erde. London SO, Davis conductor. 1981. Monteverdi, L’incoronazione di Poppea. Rudel. 1978. Saint-Saëns, Samson et Dalila. Paris Opera O, Prêtre. 1962. Schubert, Winterreise. Parsons piano. 1983. Strauss, Salome. ORTF Orch, Kempe. 1974. Verdi, Aida. Rome Opera House, Solti. 1961. Verdi, Don Carlo. Royal Opera House, Giulini. 1958. Verdi, Otello. Rome Opera House, Serafin . 1960. Verdi, Otello. Berlin Phil, Karajan. 1973. Verdi, Requiem. New Philharmonia, Barbirolli. 1969-70. Wagner, Parsifal. Bayreuth Festival, Knappertsbusch. 1964. Wagner, Der Ring des Nibelungen: Die Walküre. Berlin Phil, Karajan. 1967. Wagner, Tristan und Isolde. Berlin Phil, Karajan. 1972. Wagner, Tristan und Isolde. ORTF Orch, Böhm. 1973. Wagner, Die Walküre. London SO, Leinsdorf. 1961.

Filmaciones

Jon Vickers – a Man and His Music (CBC TV 1974)

Norma, Orange, Patané, 1974. Pagliacci, Karajan, Unitel 1970 Tristan und Isolde. Böhm, Orange 1973 Otello. Berlin Phil, Karajan. 1974. Unitel/DG – Met, Levine, 1978 Fidelio; 1977 Orange Festival(Sunchild Production) Peter Grimes, BBC-TV. Royal Opera House, Covent Garden, Davis . 1981. Samson et Dalila, BBC-TV. Royal Opera House, Covent Garden, Davis. 1981.