Tamara Wilson, Amelia de lujo para FGO

Pocas vivencias se comparan con estar frente a una voz caudalosa, inmensa, envolvente, impactante. La sensación desafía definiciones, obliga a sumergirse en una dimensión por momentos sobrehumana. Es lo que hace “grande” a la ópera, tan incomparable como insustituible. Y la voz de Tamara Wilson pertenece a esa especie privilegiada. Son pocas, poquísimas en cada generación.

Hace menos de un año cantó en la Gala Richard Tucker dejando claro por qué era merecedora del premio a “La cantante del año 2016”.  Tanto en Carnegie Hall como en televisión, el público captó que se estaba en presencia de un instrumento que podía afrontar aquellos papeles que hacen temblar a las grandes sopranos y vibrar de emoción a la audiencia.

Después de dos años de triunfos europeos, la joven soprano regresa a Estados Unidos con el personaje que hace diez años la catapultó a una temprana fama en la Ópera de Houston, Amelia de Un ballo in maschera de Verdi que cantará con la Florida Grand Opera. “Es mi cuarta producción de Ballo  y mi primera producción en América desde mi debut metropolitano” cuenta esta refrescante anti-diva “mi papel verdiano favorito diría que es la Leonora de Forza aunque sea Aïda el que más canto y que marcó mi debut en el Met. El próximo año debutaré como Lady Macbeth, papel que me fascina”. Luego de Elisabetta, la otra Leonora, Elvira, Lucrezia, Desdemona, Alice Ford, Gulnara, Amelia Grimaldi y Helena, podría decirse que Wilson es una experta verdiana “Me siento cómoda cantando Verdi, vocalmente exige todo y me va bien en lo dramático”. En esta década, su percepción de Amelia cambió “Al principio, con veinticinco años, la veia remota; ahora la entiendo, es una persona de carne y hueso capaz de desafiarlo todo”.

Por ahora, su carrera se divide entre las heroínas de ópera y solos de concierto con Britten, Mahler, Brahms y el Requiem de Verdi, éste conjuga ambas vertientes demostrando su potencial a pleno. Fueron sus comienzos en coros los que encendieron el interés por cantar y el descubrimiento de una voz única y su posterior acercamiento a la ópera “Nunca pensé que iba cantar estos papeles” confiesa candorosamente “al principio creí que mi carrera sería una dieta Mozart-Handel, pero cuando llegué a Houston casi de la nada surgió Amelia; canté y me catalogaron como soprano verdiana. Han pasado diez años y aquí estoy intacta”.

“La técnica vocal te acompaña cada día, sienta las bases y te mantiene sano; una vez incorporada, hecha carne con uno, viene el placer de jugar con los aspectos dramáticos, con la escena” y al preguntársele que papeles ha rechazado responde “muchas Abigail de Nabucco y Turandot, quiero preservar mi sanidad. No pude negarme a cantar Norma en el Liceu barcelonés, fue una oportunidad única y un rol al que quiero volver. Es música tan bella, cantarla fue como remontar olas”.

Perfectamente consciente de los riesgos que implica una carrera tan importante siendo tan joven afirma “Con excepción de Norma, al que era imposible negarse, no debuto en grandes papeles en teatros muy importantes, prefiero opciones mas seguras. En mis comienzos adoraba cantar donde nadie me conocía y sentirme libre haciendo música, sin presión de ningún tipo, ahora todos tienen una idea preconcebida. Muy lentamente voy incorporando repertorio alemán, canté la Emperatriz de La mujer sin sombra, me sentí comodísima contrario a lo que esperaba, y el próximo invierno seré Crysotemis en Houston para la Elektra de Christine Goerke. Juntas nos vamos a divertir mucho”. Así como se divierte en su propio canal en youtube, un ABC para cantantes y neófitos que vale la pena investigar: Exit Stage Left.

Sus ídolos son Régine Crespin y Montserrat Caballé, sin olvidar a Cecilia Bartoli en el primer CD que compró. “Sea clásico o popular, huyo de las voces genéricas, no me interesan. Eso es lo genial de los grandes cantantes de ópera, todos brindan algo nuevo, no se parecen al otro. Nilsson, Callas, Sutherland, Caballe, Sills, todas diferentes y únicas. Como siempre alguna melodia de ópera canta en mi cabeza por literal deformación profesional, trato de escuchar otras cosas, sea Queen o Metalica, buen rock!”. Entonces, cómo llevar a otros públicos a la ópera es la pregunta obligada y Tamara tiene una posición firme “No estoy de acuerdo con la gente del medio que tratan de hacer de la ópera algo que no es. Punto. No es película, ni concierto de rock, ni nada que se le parezca. Vas al teatro a escuchar voces en un ambiente natural, no se parece a nada. Nuestra responsabilidad es subir a escena calidad y buen entretenimiento; recuerdo un Hansel y Gretel con marionetas, era un show imbatible!. Lo que ofrecemos es único y cuando los jóvenes asisten quedan deslumbrados. Si hay exceso de intelectualización y todo se deja a la merced de la imaginación del cantantes, no se obtiene un producto coherente. Necesito fantasía y espectáculo”.

“En América la ópera ha pasado a manos corporativas para mantenerse a flote y claro» agrega» necesitamos balance financiero pero al mismo tiempo hemos perdido aquellos empresarios que unían lo económico con una visión artística. Necesitamos teatros de repertorio. El director de la Canadian Opera es uno de los que aún mantiene ese enfoque completo con temporadas balanceadas entre lo que el publico quiere y lo nuevo y además sabe de voces!. Sabe construir audiencias nuevas y mantener las mas veteranas. Una verdadera hazaña”.

Si en un principio Tamara quería ser maestra de canto, cree que una vez que se retire se dedicará a su vocación primera con los mas jóvenes y cuando se le pregunta sobre su vida y que es lo mejor y lo peor de ser cantante de ópera contesta “Hay tanto que aprender y estudiar que no queda tiempo para nada, la gente sólo ve la punta del iceberg sin imaginar todo el esfuerzo que hay detrás. Eso sí, lo mejor es viajar, y lo peor…. viajar!.

 

para información cliquee en el azul:

VERDI, UN BALLO IN MASCHERA, FGO, 29 de abril y 2, 6 y 11 de mayo