La extinción de una especie (o retorno a la sanidad)






No lejos de la mentada extinción de las especies en curso, otra era de extinción planea amenazadora en un terreno diríase menos natural, la referida a una que supo acreditarse tal distinción, la de la ópera. Profetizada hace años por un sombrío Dietrich Fischer Dieskau, los dichos del gran barítono berlinés entonces fueron refutados por una multitud de adeptos ofendida en su fuero más íntimo. Pero hoy, su llamado de atención vuelve a inquietar después de un año 2020 catastrófico y un tentativo inicio de 2021 con una luz demasiado tenue al final del túnel, si se continúa en la dirección actual.

La situación es aún mas grave en Estados Unidos – ni mencionar al Reino Unido – país que debería estar en la delantera proveyendo soluciones pero que viene arrastrando una pavorosa crisis en materia de música clásica -o como quiera llamársele – y hoy a la deriva, sin el rumbo que solía marcar con excepción de algunas organizaciones ejemplares tratando de salvarse de una quizás inexorable extinción.

Ni siquiera la legendaria Marilyn Horne, en una imperdible charla via zoom en conmemoración de su cumpleaños número ochenta y siete, deja muchas esperanzas, y sorprende en una figura señera famosa por su empuje y energía positiva con la infatigable tarea de preservar y alentar el género. Las dudas – y triste resignación – de la ilustre mezzosoprano son una señal de alarma para tener muy en cuenta. 

Prueba y error son condiciones a las que tampoco escapa el género lírico y las soluciones provisorias se implementaron con rapidez, imaginación y astucia para sobrevenir la avalancha de cancelaciones, cambios y en última instancia, desilusiones de ambos lados, artistas y público. Entre las opciones, el Met – de controvertida actitud en el ámbito administrativo con sus artistas y empleados – lanzó una serie de recitales online con acceso pago que se sumó a las retransmisión de funciones de pasadas temporadas. El nivel ha sido alto aunque dispar, por ende el concierto de fin de año exhibió pro y contras de cuatro notables cantantes deslucido al final por la payasada en la que se ha convertido O Sole Mio, pergeñado por los tres tenores si en su momento tuvo cierta gracia, hoy ha degenerado en una muestra de cursilería inaceptable.