Schumann y Wagner, sin palabras
No son las Lieder ohne Worte (Canciones sin palabras) de Mendelssohn ni es la primera exploración sobre el tema; ya varios Lieder y ciclos de Schubert han sido objeto de adaptaciones donde un instrumento suplanta la voz para las que fueron originalmente compuestas.
Le ha llegado el turno a Robert Schumann y sus Dichterliebe y Liederkreis Op. 39 que en manos de Martin Stegner en viola – aprovechando su asociación con el sonido de la voz humana – y Tomoko Takahashi al piano adquieren una nueva dimensión. Ambos se atreven a desacralizar el material a partir de la frase atribuída a E. T. Hoffmann “Donde termina el lenguaje, la música comienza”, el resultado permite apreciar la pureza de la melodía schumaniana desde una perspectiva respetuosa y atrayente.
Un válido aporte que los amantes del género querrán investigar y que complementa las lecturas referenciales de ambos ciclos por cantantes como Fritz Wunderlich, Dietrich Fischer-Dieskau, Gérard Souzay, Christian Gerhaher o Thomas Hampson que en su última visita a la New World Symphony de Miami Beach ofreció una Masterclass realmente magistral, valga la redundancia, sobre cómo cantar con un instrumento (*) (ROBERT SCHUMANN, LIEDER OHNE WORTE, CD – PHIL 06002).
Y si de desacralizar se trata, la reducción de las 16 horas de música del Anillo del Nibelungo a menos de 80 minutos y sin voces puede fruncir mas de un ceño wagneriano, con toda razón. Sin embargo, Lorin Maazel – cuya vasta experiencia wagneriana se remonta al Bayreuth de los años 60 – inspirado por el mismísimo Wieland Wagner, se dio el gusto en 1987 de condensarlo con intención de atraer audiencias.
Su Anillo sin palabras es más lineal que la versión, asimismo efectiva, del holandés Henk de Vlieger en 1991 (The Ring: An Orchestral Adventure); los motivos se suceden y entrelazan guiando al neófito y deleitando al conocedor. Editada en CD en el año 2000, el presente DVD del mismo registro lleva las de ganar. Vale la pena sólo ver cómo la Filarmónica de Berlín despacha con pasmosa facilidad lo que para el público queda oculto en el foso orquestal durante una representación. Los berlineses tocan como los dioses y Maazel los dirige con su habitual solvencia amén de alguna fastidiosa coreografía o mueca exacerbada por la cámara indiscreta.
Recomendado para conocer o refrescar la magna tetralogía a propósito las próximas representaciones en el Met y San Francisco (WAGNER-MAAZEL, THE RING WITHOUT WORDS, DVD – EUROARTS 2057608).
Sebastian Spreng©
(*) en la sección Amarcord un artículo sobre el tema del El Nuevo Herald; enero de 2007