Viena, Viena, solamente tú…
Con el fin de la Primera Guerra Mundial y el ocaso del Imperio Austro-Húngaro, Viena – «aquella» soñada Viena – comienza a desdibujarse en un recuerdo, en una idealización. Es 1918, y Arnold Schönberg funda la pionera Sociedad de Representaciones Privadas – Verein für musikalische Privatrauffuhrungen – cuyo objetivo es familiarizar al público vienés con la música nueva, entendiéndose por “nueva” la de Mahler (fallecido en 1911) en adelante. Algunos de sus estatutos son tan peculiares como su fundador, por ejemplo, no se permiten críticas, aplausos ni abucheos y el precio de la entrada se determina de acuerdo a las posibilidades de cada miembro. El rico y el pobre se sientan codo a codo unidos por amor a la música. Previsiblemente, la puesta en práctica de ésta última regla ocasionará que la entidad pronto se halle al borde del colapso financiero. Para hacer frente a la crisis, se prepara una función extraordinaria a fin de recaudar fondos mediante una programación más “atractiva” y que será, ciertamente original: las transcripciones camarísticas de cuatro valses del joven Johann Strauss por los «enfants-terribles» de la nueva escuela vienesa: Alban Berg, Anton Webern y el mismísimo Schönberg.
La representación tiene lugar el 27 de mayo de 1921, Schönberg dirige y es primer violín, Webern como cellista y Berg al armonio. Después del concierto los manuscritos son rematados, aunque en el entusiasmo por subir las apuestas, Schönberg acaba comprándose uno al quedar como mejor postor. Pese al éxito obtenido, la sociedad – que incentivó la mermada creatividad de Schönberg después de haber servido en el frente – dejará de existir al año siguiente.
Estas paradigmáticas transcripciones (sumada la del Vals del Emperador que Schönberg hizo para el Festival de Música Vienesa de Barcelona en 1925) por su belleza y originalidad (y por venir de quienes vienen) han sido frecuentadas y grabadas en varias oportunidades pero, ésta debe ser la primera vez que aparecen en DVD filmadas en el ambiente ideal – el Café Sperl en Gumpendorferstrasse – y por intérpretes, también ideales, “Los Filarmónicos”, grupo formado por miembros de la orquesta Filarmónica de Viena. Pese a que “El Emperador” no está en el programa, éste se completa con arreglos de tres clásicos de Fritz Kreisler, Alt-Wien de Leopold Godowsky e Yiddische Mame, que inspirado en la tradición judía y Mahler se debe a Tibor Kováč, el concertino del ensemble.
Al mejor estilo de «Félix Viena», si en aquel entonces dos mundos tuvieron que darse la mano para subsistir y continuar la tradición, hoy ésta feliz conjunción de valses, intérpretes y ambiente depara una edición irresistible donde el dorado barniz de Wien, Wien nur du allein sigue intacto, tan vivo como siempre☼
* The Philharmonics, Accentus Music, ACC 20228