Anne Sofie von Otter, sonrisas de un día de verano

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Tal como lo hizo con la música temprana en el reciente Sogno Barroco (ver reseña), después de dos décadas regresa Anne Sofie von Otter a sus raíces. Otra vez a la canción escandinava, como en aquel consagratorio recital Grieg de 1993 al que siguieron los igualmente felices volúmenes dedicados a Sibelius y los de varios compositores en Wings in the Night y Watercolours. Y como siempre, cuenta con la complicidad de su excepcional pianista Bengt Forsberg.

Veinte años después de aquella exitosa empresa, cantante y pianista escogen un programa de compositores poco familiares fuera del área e integrado por canciones de neto corte folklórico con obvia influencia del Lied alemán. Otra vez un delicioso descubrimiento que se hace eco en el título Un día de verano y que refleja un soleado día estival donde el sol nunca se pone, que juega con la evocación de las Sonrisas de una noche de verano de su compatriota Ingmar Bergman.

Eric Geijer (1783-1847), Adolf Lindblad (1801-78), Franz Berwald (1796-1868) y August Söderman (1832-76) son los cuatro compositores seleccionados para esta demostración sencilla y reconfortante de lejanas latitudes, plena de humor, alegría, nostalgia y lirismo. Fascinan aquellas inspiradas por los mismos versos que motivaron a Schubert, Mendelssohn o Schumann – Ich hab im Traum geweinet o Im wunderschönen Monat Mai – de Söderman o el Lebt wohl ihr Berge – la plegaria de Juana de Arco de Schiller – por Berwald. 

Baladas románticas que contrastan la despreocupada vida rural con la floreciente burguesía ciudadana y una carga de imágenes tan cerca del acuarelista Carl Larsson como de los pintores Richard Bergh, Severin Nilsson, Anders Zorn y Hanna Pauli. Postales de época que la mezzosoprano plasma con la delicadeza del pastel y la acuarela, con exquisitez proverbial y fraseo cargado de emotividad siempre exacta. El paso del tiempo, adolescencia y vejez, jocosas, declamatorias, contemplativas, domésticas, encantadoras; el espectro es variado, siempre vertido con timing y gusto impecables.

Cantante y pianista vuelcan su amplia experiencia en el repertorio escandinavo y en el Lied alemán – del que hay obvias alusiones a La muerte y la doncella en La canción del cisne blanco de Lindblad, conocido como “el Schubert sueco” y al Brahms de las Deutsche Volkslieder en sus duetos con el barítono Fredrik Zetterström – para un espléndido paseo nórdico pleno de luz y sombras. En todo sentido, un día de verano distinto y refrescante.

 *A SUMMER DAY; von Otter-Zetterström-Forsberg. BIS SACD 1867