Margarita Gritskova, inconfundible esmalte ruso

 

 

Brillar en un repertorio habitado por fantasmas del pasado demasiado cercano es tarea difícil, donde es inevitable el recuerdo de Galina Vishnevskaya, Irina Arkhipova, Larissa Avdeyeva, Elena Obraztsova y Dmitri Hvorostovsky entre tantos titanes. No obstante, la joven Margarita Gritskova logra imponerse con un flamante recital de canciones rusas con el que seguramente dará que hablar. Nacida en 1987 en San Petersburgo tiene hoy su base en la Opera de Viena especializándose en Mozart y Rossini. Mas joven que sus contemporáneas Ekaterina Semenchuk y Marina Domashenko, la bella cantante exhibe en este repertorio un dominio absoluto del material recordando en instancias a los antológicos registros que realizara Olga Borodina junto a Larissa Gergieva en 1994-95 de canciones de Tchaicovsky y Rachmaninoff.

No siempre el cantante de ópera es capaz de domar un género tan sutil como el camarístico donde queda literalmente desnudo, no es el caso de Gritskova que en su lengua natal despacha impecable mas de una docena de canciones de los compositores mencionados a los que añade un exquisito grupo de cinco pertenecientes a la cosecha con ribetes folklóricos de Rimsky Korsakov secundada por una notable Maria Prinz al piano. El color y profundidad de su instrumento es tan eslavo como el típico filoso esmalte que le permite proyectar la voz con indudable generosidad y pasmosa seguridad.

Las nueves canciones seleccionadas de Tchaicovsky pertenecen a las series de “Romances” que el atribulado músico compuso luego de su desastroso matrimonio con Antonina Miliukova habiéndose refugiado en la residencia de su mecenas Nadezhna von Meck y en lo de su hermana dos años después, entre ellas la tierna Canción de cuna y En el baile, otra joyita. No puede dejar de incluir la justamente célebre Mi genio, mi ángel, mi amiga asi como las basadas en Goethe, Mailied y especialmente Mignon, popularizada como Sólo quien conoce el anhelo o Un corazón solitario. Al igual que en Ni una palabra ni un suspiro, Gritskova inviste a cada una con la cuota de melancolía requerida además de una naturalidad expresiva y lirismo intachables.

La orientalista El ruiseñor y la rosa de Rimsky Korsakov le permite exhibir legato y pianisimo impecables casi a cappella, seguido inmediatamente por un soberbio grupo Rachmaninoff en perfecto pendant con el primero de Tchaicovsky. Esperaré por ti estremece desde el primer grave soberano y el tradicional Vocalise compuesto para la gran Antonina Nezhdanova en 1912 y vehículo para no sólo cantantes sino instrumentistas y ensambles adquiere aquí una dimensión mas dramática gracias al color de mezzo que al ascender podría tornarse un tanto ácido. Imposible no mencionar el deliciosamente impulsivo Aguas primaverales final, la versión espléndida de Oh belleza, no me cantes sobre texto de Pushkin, otra gloria de la canción rusa, y Que bien se está aquí que parecería reflejar la comodidad absoluta de una cantante de la más reciente tropa del Mariinsky llamada al estrellato.

*RUSSIAN SONGS, GRITSKOVA, PRINZ, NAXOS 8573908