Seraphic Fire, «de Rusia con amor»

 

Título obvio como inevitable al soberbio concierto ruso brindado por Seraphic Fire la pasada semana. Bajo la dirección de la joven Elena Sharkova, dinámica figura que regresa, las quince voces a capella demostraron versatilidad, estilo y una cohesión francamente admirables. Iconos planteó  un viaje a través de las estepas que abarcó y resumió siglos de música condensada en las Vísperas de Sergei Rachmaninoff, Milagro indescriptible de Grygory Sviridov (1914-1998) y Las campanadas de Valery Gavrilin (1939-1999), obras que desafiaron a las voces seráficas al límite de sus tesituras paseándose por tierras extrañas con resultados óptimos. De hecho, campanas y repiques abundaron en curiosas encarnaciones vocales que fueron desde la mas absoluta solemnidad a la sátira mas risueña cuando no el toque popular y folklórico al final del concierto.

La sonoridad del ensamble no dejó de sorprender a un público fiel habituado a música temprana, barroca y moderna cuando las quince voces asaltaron los sentidos al abordar con pasmosa seguridad La vigilia de toda la noche de la iglesia ortodoxa rusa multiplicándose en el recinto hasta parecer muchas mas. Steven Soph iluminó con su voz el Canto de Kiev – Ahora, Señor, despide en paz a tu siervo – apoyado por un ensamble en literal estado de gracia que floreció en Bienaventurado el hombre, Alleluya y el final A Ti, victoriosa Lider con sopranos, tenores y bajos tejiendo un entramado exquisito. Impactante y no menos, emocionante.

Toda una novedad los seis cantos que conforman el “milagro” de Sviridod, joyitas religiosas compuestas en absoluto secreto, a salvo del régimen soviético que lo condecoró con todos los premios posibles. Fascinantes en su diversidad y texturas, proponen un Sviridod diferente, alejado del patriotismo enquistado y pomposo, donde la tradición religiosa rusa se combina con el mas íntimo Shostakovich que fuera su mentor y maestro. Destacóse Sarah Guttenberg asi como el bajo Enrico Lagasca, otro valor que siempre asombra, el barítono Steven Eddy y Eric Alatorre, notable bajo en su primera temporada con SF.

Patrick Muehleise © Todd Rosenberg

Música incidental para La ejecución de Stepan Razin (suerte de Robin Hood y célebre lider cosaco del siglo XVII que inspiró a Glazunov y Shostakovich entre otros ) fue otro pequeño descubrimiento que entrelazó neoromanticismo con folklore, tragedia y un dejo de humor. Clarísimo, Patrick Muehleise fue un protagonista ideal cuya voz elevándose por sobre el ensemble recordó al plañidero tonto del final de Boris Godunov contrastando con la gravedad de Alatorre enfatizando la narración y el lamento etéreo de Sarah Moyer de garantizada pureza. Imposible no mencionar el rítmico, aldeano, simpatiquísimo Ti Ri Ri.

La leyenda de los doce ladrones y Campanas crepusculares remataron con contagioso corte popular un programa memorable que confirmó la solidez de Seraphic Fire en aguas ajenas gracias a la pericia de Sharkova.

 

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escena durante uno de los ensayos