Sébastien Guèze, un Roméo «charmant»

Sébastien Guèze como Roméo - Foto Gastón de Cárdenas, FGO

Es la fría mañana del “día de los enamorados” y en Montmartre, un improvisado «Romeo» canta una improvisada serenata. Como pago, recibirá un brutal -e improvisado- baldazo de agua helada. El aterido tenor es Sébastien Guèze y su revancha a aquella apuesta entre amigos (disponible en youtube) llegará el 21 de abril cuando cante el verdadero Roméo, el de Gounod en Roméo et Juliette, para la Florida Grand Opera. Y esta vez espera que en lugar del frío baldazo, haya cálidos aplausos.

Nacido en Lyon hace treinta y dos años, Sébastien creció en Vernoux-en-Vivarais, un pueblo de poco más de mil habitantes del Ardèche en la región del Ródano-Alpes. Hasta la adolescencia, su  contacto con la lírica fue mínimo, sólo algún pegadizo comercial televisivo que cantaba sin parar. Cuando por casualidad escuchó a los tres tenores y a Andrea Bocelli entendió que había “Otra manera de cantar” y fascinado, empezó a imitarlos. Le fue tan fácil que sus amigos lo instaron a estudiar canto en el conservatorio de la vecina  Nimes para continuar luego, mientras cursaba administración de empresas, en la Universidad de Montpellier.

De ser aceptado inmediatamente en aquellas clases pasó a recibirse con honores en el Conservatorio de Paris. A partir de allí, la ópera ha sido su “plato principal”, plato que devora en un vertiginoso aprendizaje que lo ocupa hasta el día de hoy. Ganar el premio del público del concurso Operalia y ser “Revelación del año” de los Victoria de la Música,  probaron que iba por buen camino. Siguió un buen debut en Atenas como Rodolfo en La Bohème dirigido por Graham Vick y su carrera cobró impulso con apariciones en las óperas de Venecia, Helsinki, Valencia, Roma, Orange, Reims, Colonia, Tokio y París, donde aún reside.

Sébastien vuelve a la Florida Grand Opera (debutó la pasada temporada como Christian en Cyrano de David DiChiera) con un personaje soñado “Sí, soñado» dice «porque es la culminación de un ciclo: fue la primera ópera que hice en el conservatorio, la canté en concierto en el Concertgebouw de Ámsterdam y no veo la hora de cantarla en escena. Su canto es tan natural como hablar, y a diferencia de quienes  ven a Roméo como un torturado Werther o Fausto, lo siento como el mas feliz, sonriente y luminoso de los teenagers enamorados. La música de Gounod enmarca, más bien completa a Shakespeare. Recuerdo de adolescente el impacto que me produjo la película de Baz Luhrmann, allí empecé a sentir la necesidad de encarnarlo… y en ese entonces, no sabía que tenía una voz. Por eso también, repito, es la culminación de un ciclo, ahora puedo actuarlo y  además, cantarlo”.

La chartreuse de Parma, Marsella, 2012

Sin proponérselo, Guèze se ha convertido en un especialista en obscuras óperas francesas: Andromaque de Grétry, Le Roi d’Ys de Lalo, Djamileh de Bizet, Salammbo de Reyer, y recientemente Marius et Fanny del rumano-francés Vladimir Cosma sobre la pieza de Marcel Pagnol y La chartreuse de Parme de Henri Sauguet. Compuesta en 1939 y basada en la novela de Stendhal, fue revivida el último febrero en Marsella con Sébastièn como Fabrice del Dongo, que en la película homónima de Christian-Jaque encarnó el legendario Gérard Philipe en 1947. “Un papel largo y extenuante pero agradecido en una ópera inusual, de armonías y colores maravillosos. Suelo contar los minutos en escena de mis personajes y Fabrice está dos horas ahí arriba, es increíble!. Son como tres Alfredos!».

Atraído por la riqueza del material, se zambulló en la Bibliotheque National y encontró decenas de óperas desconocidas  “Tantas ideales a  mi tesitura de tenor pero, ay, en muchos casos las partituras orquestales desaparecieron y sólo quedan las para voz y piano. Espero poder incluirlas en recital o en una grabación de arias olvidadas, las hay maravillosas!”. Por ahora, pronto se edita su  grabación de otra rareza, Lodoiska de Cherubini mientras su agenda está repleta con Alfredo, Rodolfo, Pinkerton, Nadir y Fausto, personajes que afianzan su carrera; sin embargo  Sebastien añora y ansía medirse mas a menudo con la liviandad de Nemorino y el lirismo de Werther “Un personaje arduo pero que puedo abordar cómodamente” y del Lensky de Onegin «Los rusos me dicen que parezco ruso y que mi dicción es muy buena, es un buen cumplido verdad?».

Feliz con el sol de Miami, para este nadador y maratonista cuyos ídolos son Fritz Wunderlich y Franco Corelli (y los tres tenores y sus contemporáneos Roberto Alagna y Jonas Kaufmann) además de los Bee Gees y Claude Francois – el autor de «A mi manera» – su vida simple y natural se resume en su alimento favorito “Pan, queso e infaltable… brezaola! No necesito nada más!”.

Como Il Duca en Rigoletto

Y como es imposible no preguntarle a un francés sobre la dificultad de cantar ópera en esa lengua, Sébastien responde. “Al principio no veía la diferencia porque mi impostación y dicción es natural. Después entendí cuán arduo les resulta a los no nativos. De todos modos, el sello primordial del estilo francés es  la elegancia de la línea de canto. Esa es la prioridad absoluta”.

Le recuerdo que cuando le preguntaron a su compatriota Régine Crespin la diferencia entre el canto francés y los demás; sin titubear, con una sola palabra, la gran soprano asestó un rotundo: “Charme!”. Sébastien, ríe y  exclama “Voilá!, definitivamente la mejor definición: charme!”☼

Roméo et Juliette de Charles Gounod (en francés subtitulada en inglés y castellano). FGO- desde el 21 de abril, http://www.fgo.org/ ó 1-800-741-1010 y (305) 854-1643

Nota: Una versión condensada se publicó en El Nuevo Herald de Miami, el domingo 15 de abril.